miércoles, 19 de enero de 2022

El Origen del Mito del Vampiro



 

El mito del Vampiro es uno de mis favoritos, sobre todo por su influencia en la literatura. El origen de este mito es muy muy antiguo y difícil de rastrear con precisión y documentación.

Cabe destacar el mito hebreo de Lilith que anticipa muchas características del vampiro medieval. La concepción del vampiro en la Edad Media no tenía nada de seductora, más bien todo lo contrario. El vampiro era considerado como un ser diabólico que era gobernado por el más intenso odio, y su aspecto se ajustaba perfectamente a sus intenciones maliciosas, no era ni un poco seductor, aunque por entonces la sangre era apenas uno de sus manjares predilectos.

De hecho, la primera mención de un vampiro con colmillos proviene de la literatura, en Varney, el vampiro o el festín de sangre 1840.


 

La creencia en distintas razas de vampiros se extendió por todo el mundo desde la antigüedad, pero fue en Europa Oriental dónde la leyenda adquiere sus rasgos característicos; extendiéndose por todo el continente.

 


Pero vamos más atrás todavía. La primera referencia conocida a los vampiros apareció por escrito en ruso antiguo en el año 1047, poco después de que el cristianismo ortodoxo se trasladara a Europa del Este. El término vampiro era “upir”, cuyo origen es incierto, pero su posible significado literal era “la cosa en la fiesta o el sacrificio”, refiriéndose a una entidad espiritual potencialmente peligrosa que la gente creía que podía aparecer en los rituales para los muertos. Se trataba de un eufemismo utilizado para evitar pronunciar el nombre de la criatura y, por desgracia, es posible que los historiadores nunca lleguen a conocer su verdadero nombre, ni siquiera cuándo surgieron las creencias al respecto.

upir tiene variaciones como Opir, Opur, Upyr y Upier.

Las historias más vívidas sobre estas criaturas pertenecen a las culturas ucraniana y bielorrusa, aunque su existencia era una creencia muy común en países como Polonia, Rumania, Rusia y la antigua Checoslovaquia.

A diferencia de los vampiros normales en los cuentos populares, los de arriba podían caminar a la luz del día y no se quemaban.

Hay muchas creencias diferentes en los países eslavos con respecto al origen de las cimas. Según una creencia basada en los juicios hechos por la Iglesia Ortodoxa, los de arriba son las criaturas que cometieron pecados capitales o que rechazaron creer en Jesucristo convirtiéndose así en seres condenados. La Iglesia Ortodoxa consideraba a estas personas «impuras» y las condenaba a ser enterradas fuera del cementerio de la iglesia. Esto fue, en cierto modo, un castigo, ya que se creía que la carne de los cadáveres de estas personas se descomponía a un ritmo más lento.

Ya que los de arriba no creían en Dios, era una creencia muy común entre la gente de estas edades que servían al Diablo o que estaban poseídos. Como siervos del Diablo, se creía que se convertían en no-muertos y volvían a la vida.

Las teorías en torno al vampiro existen desde tiempos inmemoriales, a pesar de que el término no se hiciera popular hasta el Siglo XVI, de la mano del escritor Jane Vajkard Valvasor, en su libro sobre el vampiro Jure Grando, una tentativa de comprender el lado más salvaje del hombre, su parte oscura, y sus instintos e impulsos más reprimidos.


La leyenda cuenta que, durante 16 años, todos ellos sucedidos después a la fecha oficial de su muerte, Jure se levantaba de su tumba por las noches y atemorizaba al pueblo. El sacerdote de la aldea, Giorgio, quien había enterrado a Jure, descubrió que por la noche alguien llamaba a las puertas que rodeaban la aldea, y allí donde esto pasaba, algún miembro de esa casa moría en los siguientes días.

Jure también se le apareció a su aterrorizada viuda en su habitación, quien describió al cadáver como si estuviera sonriendo y jadeando sin aliento, y luego la atacaba sexualmente. Cuando el padre Giorgio finalmente se encontró cara a cara con el vampiro, extendió una cruz frente a él y gritó: "¡He aquí a Jesucristo, vampiro! ¡Deja de atormentarnos!".

Un grupo de aldeanos, persiguió e intentó matar al vampiro perforando su corazón con un palo de espino, pero falló porque el palo simplemente rebotó en su pecho. Una noche después, nueve personas fueron al cementerio, llevando una cruz, lámparas y un palo de espino. Desenterraron el ataúd de Jure y encontraron un cadáver perfectamente conservado con una sonrisa en su rostro. El padre Giorgio dijo: "Mira, strigoi, a Jesucristo, quien nos salvó del infierno y murió por nosotros. Y tú, strigoi, ¡no puedes tener paz!". ​ Luego intentaron volver a perforar su corazón, pero el palo no pudo penetrar en su carne. Después de algunas oraciones de exorcismo, uno de los aldeanos, tomó una sierra y comenzó a cortarle la cabeza al cadáver. Tan pronto como la sierra rasgaba la piel, el vampiro empezó a gritar y a manar la sangre de aquel corte. Según el folclore popular de Croacia, la paz finalmente regresó a la región después de la decapitación de Jure.



Pero, quizás, el mito del vampiro, sea que se trate de una compleja leyenda que puede desgranarse, y, de hecho, se contempla desde muchos puntos de vista: el mitológico, el literario, el zoológico, el psicológico, relacionado con las enfermedades, el emocional, el energético, porque, de alguna manera, a todos nos resuena la leyenda mucho más allá de mito.

Durante la llamada Gran Epidemia de Vampiros, entre 1725 y 1755 aproximadamente, los mitos vampíricos se “hicieron virales” en todo el continente. A medida que las enfermedades se extendían por Europa del Este, a menudo se culpaba a las causas sobrenaturales, y la histeria vampírica se extendió por toda la región. Mucha gente creía que los vampiros eran los “no muertos”, personas que vivían de alguna manera después de la muerte, y que se podía detener al vampiro atacando su cadáver. Llevaban a cabo “entierros de vampiros”, que podían consistir en atravesar el cadáver con una estaca, cubrir el cuerpo con ajo y una serie de otras tradiciones que habían estado presentes en el folclore eslavo durante siglos, como por ejemplo enterrarlos con una piedra en la boca o atados de pies y manos.






Los soldados austriacos y alemanes que luchaban contra los otomanos en la región fueron testigos de esta profanación masiva de tumbas y volvieron a casa, a Europa occidental, con historias sobre el vampiro. Pero, ¿por qué surgió tanta histeria vampírica en primer lugar? La enfermedad fue una de las principales causas. La época de la Gran Epidemia de Vampiros no fue sólo un período de enfermedades, sino también de agitación política y religiosa. 

La situación histórica: Durante el siglo XVIII, Europa del Este se enfrentó a presiones internas y externas, ya que las potencias nacionales y extranjeras ejercían su control sobre la región, y las culturas locales a menudo eran reprimidas. Serbia, por ejemplo, se debatía entre la monarquía de los Habsburgo en Europa Central y los otomanos. Polonia estaba cada vez más sometida a las potencias extranjeras, Bulgaria estaba bajo el dominio otomano, y Rusia estaba experimentando un dramático cambio cultural debido a las políticas del zar Pedro el Grande.

La palabra "vampiro" apareció por primera vez en inglés en 1732 y fue traída de reportes confusos sobre un incidente en los límites del imperio de Habsburgo, en el este de Europa. En Medreyga, un pueblo rural en Hungría, los campesinos habían creado gran revuelo al demandar que se exhumase a uno de los vecinos, que había sido enterrado hacía meses.

Los lugareños aseguraban que el cadáver era una amenaza para el pueblo y que provocaba que el ganado se perdiese en los campos durante la noche.

La palabra que usaron para esta criatura ambivalente, atrapada entre la vida y la muerte, fue "vampiro".

Cuando abrieron el ataúd se encontraron supuestamente con un cuerpo en perfecto estado y con incluso sangre fresca saliéndole de la boca.

Los campesinos entonces clavaron el cuerpo en la tumba con una estaca en el corazón y quemaron los restos, solo para asegurarse.

Unos cuantos años después, un monje benedictino recopiló sucesos parecidos en un libro titulado "Sobre los vampiros de Hungría, Bohemia, Moravia y Silesia". Fue de estas historias marginales que surgió el mito de los vampiros.

 El vampiro campesino de Europa del este, era un cadáver que acababa con la paz de los pueblos, pero al menos era fácil de destruir.

El tipo de vampiro aristócrata, seductor y corrupto era mucho más poderoso y apareció por primera vez en 1819 en un cuento corto de William Polidor titulado, precisamente, "El Vampiro".




Un vampiro es, según la creencia de varios países, una criatura que se alimenta de la esencia vital de otros seres vivos, bebiendo su sangre, para así mantenerse activo. En algunas culturas orientales y americanas aborígenes, esta superstición es una deidad demoníaca o un dios menor que forma parte del panteón siniestro en sus mitologías.

Es probable que el mito del vampiro en la creencia de muchas culturas desde tiempos antiguos, provenga inicialmente de la necesidad de personificar la "sombra", uno de los arquetipos primordiales en el inconsciente colectivo, según conceptos de Carl Gustav Jung, que representa los instintos o impulsos humanos reprimidos más primitivos. Así sería la encarnación del mal como entidad y una representación del lado salvaje del hombre o de su instinto bestial, latente en su sistema límbico y en conflicto permanente con las normas sociales y religiosas.

Pero el mito, como es conocido en nuestros días, además del citado temor a los bajos instintos es también una combinación compleja de varios temores y creencias humanas que incluyen, la atribución a la sangre de ser fuente de poder o un vehículo hacia el alma, el temor a la depredación y a la enfermedad o a la muerte y a su expresión más palpable como es el cadáver, así como a la fascinación temerosa por la inmortalidad y el instinto de supervivencia.

Algunos estudiosos sugieren que el mito del vampiro, sobre todo el que se popularizó en Europa después del siglo XVII, se debe en parte a la necesidad de explicar, en medio de una atmósfera de pánico colectivo, las epidemias causadas por enfermedades reales que asolaron Europa, antes de que la ciencia lograra explicarlas racionalmente. Vampiro es una palabra que comenzó a ser usada en Europa y fue incluida por primera vez en el diccionario de la lengua española, tiene origen en el término "vampire" del inglés y francés, proveniente a su vez del término vampir en lenguas eslavas y del alemán, derivado del polaco wampir y éste a su vez del eslavo arcaico oper, del cual existen raíces indoeuropeas paralelas en el turco y el persa. Significa a la vez: "ser volador", "beber o chupar" y "lobo". Por otra parte, hace también referencia a cierto tipo de murciélago hematófago.


En Mesopotamia se invocaba a los dioses protectores para que acabaran con los Utukku, seres culpables de las enfermedades y las pestes, que pueden considerarse como antecesores de los vampiros.


En la antigua China se creía en la existencia de los Jiang Shi o vampiros zombis, con extremidades rígidas de manera que sólo pueden avanzar dando pequeños saltos y con los brazos extendidos. Son completamente ciegos, pero presienten a las personas por su respiración y si muerden a una persona, la convierten también en otro muerto viviente.

En el Antiguo Egipto la diosa de la guerra Sejmet hija de Ra y llamada "la terrible", asoló la tierra para castigar a los hombres y solo pudo ser apaciguada embriagándola con un brebaje de color rojo semejante a la sangre que bebía.

En el folclore árabe y africano se menciona la existencia de unos demonios necrófagos y vampiros, que cambian de forma a su antojo, llamados guls, en árabe, "Al-ghul" (demonio, que se convertían en tales por haber tenido una muerte violenta). En uno de los relatos de Las mil y una noches llamado Honor de un Vampiro el protagonista es un Ghul.

En el judaísmo uno de sus arquetipos míticos es Lilith, la primera mujer de Adán, de quien se decía que se alimentaba de la sangre de los niños no circundados y es inspiradora de muchos personajes de vampiresas seductoras en la ficción por su acentuado carácter sexual.

En América, el pueblo Mapuche tiene entre sus creencias la existencia de un ser vampírico conocido como el Pihuychen que atacaría principalmente a animales, pero también a humanos. Igualmente creían en la existencia de una criatura vampírica acuática conocida como Trelke-wekufe (El cuero). Posteriormente ambos seres formarían también parte de la tradición chilena. Los Aztecas creían en unas diosas temibles llamadas Cihuateteo espíritus de mujeres que morían durante el parto y que provocaban pestes, atacaban a los niños y en las noches a los viajeros especialmente en los cruces de caminos.

En Europa, la mitología griega incluye la leyenda de Lamia, hija de Belo rey de Libia, quien por sostener un romance con Zeus sufrió la ira de la diosa Hera que asesinó a sus hijos y la convierte en un monstruo despiadado que mataba niños y seducía a viajeros extraviados para devorarlos y alimentarse con su sangre. Otro mito griego es la Empusa, ser monstruoso con pies de bronce que podía transformarse en una bella mujer para seducir a los hombres y beber su sangre o devorarlos. En las leyendas rumanas se habla de los strigoi, deidades con rostro de mujer y cuerpo de pájaro que absorbían la sangre de los humanos mientras estos dormían.

Los romanos tenían a los larvae, no-muertos que no habían pagado sus crímenes en vida, y se vengaban de su estado esquelético y fantasmal absorbiendo la vida de los vivos.

En España, hacen parte del mito criaturas como las guaxas en Asturias, las guajonas en Cantabria y las meigas chuchonas en Galicia, brujas con un solo colmillo para succionar la sangre de sus víctimas, sobre todo niños. En las Islas Canarias, también existía el mito de las brujas-vampiro que succionaban la sangre de los recién nacidos, como las llamadas Brujas del Bailadero de Anaga, en Tenerife.

En España, en la región catalana del Alto Ampurdán, se originó en el siglo XII una leyenda un poco olvidada pero que quizá sea la más importante sobre vampiros en la península Ibérica, y es la del Conde Estruch, Estruc o Estruga, un anciano caballero feudal defensor de la cristiandad, que vivió en el Castillo de Llers, destruido durante la guerra civil española, y quien se dice que murió asesinado y, como consecuencia de una maldición por su represión de las costumbres paganas que persistían en la zona, se convirtió en vampiro, aterrorizando mucho tiempo a los habitantes de la comarca, seduciendo también a jóvenes mujeres que quedaban embarazadas para dar a luz engendros monstruosos que morían al nacer.

En Escocia existe una leyenda que se remonta al reinado de Jacobo VI de Escocia en el siglo XVI, sobre Sawney Beane quien conformó una salvaje e incestuosa familia de caníbales y vampiros que asoló la comarca de East Lothian durante 25 años, hasta que fueron descubiertos en la cueva en que vivían y ajusticiados en Leith Walk.

El vampiro, como un diablo corrupto que seduce a través del sexo y el dinero, nunca ha dejado de estar presente en el inconsciente colectivo.

Esa es la imagen que inspiró una serie de relatos que datan de 1840 titulados "Varney el vampiro" o "La fiesta de la sangre".

En 1892, Mercy Brown, una joven de 19 años de Exeter, Rhode Island, murió de tuberculosis, enfermedad conocida entonces como tisis. Su madre y su hermana habían muerto de lo mismo y su hermano, Edwin, estaba enfermo. Muy preocupados, los vecinos temían que alguna de las mujeres Brown, recién fallecidas, pudiera dañar a Edwin desde la tumba.

Cuando abrieron la fosa de Mercy Brown, hallaron que tenía sangre en la boca y en el corazón, e interpretaron aquello como una señal de vampirismo (aunque no usaron ese término). De modo que los vecinos quemaron el corazón de Mercy y mezclaron las cenizas en un brebaje que hicieron beber a Edwin; una estrategia anti-vampírica muy común. Aquella pócima debía sanarlo, pero en vez de ello, el muchacho murió meses después. 




Durante el pánico de vampiros de Nueva Inglaterra, los vampiros encontraron un nuevo papel en libros europeos como El Vampiro (1819)Carmilla (1871-72) y Drácula (1897), así como en obras teatrales de temática vampírica. Aunque inspirados en leyendas folclóricas y pánicos del pasado, estos vampiros aristocráticos y sexuales se parecían más a los vampiros que conocemos en la actualidad.


Dato curioso
Los vampiros padecen de un extraño trastorno, la aritmomanía. En las antiguas leyendas europeas un método para librarse de los vampiros era esparcir semillas de mostaza o arena sobre el tejado de la casa a proteger o en la tierra de una tumba sospechosa de contener a un vampiro para mantenerlo ocupado durante toda la noche contando los granos caídos. Historias chinas similares relatan que, si un vampiro se encontraba con un saco de arroz, tendría que contar todos los granos uno por uno; es una temática que se puede encontrar también en los relatos del subcontinente indio y en Sudamérica, sobre brujas y otros tipos de espíritus malignos o traviesos. Un método muy sencillo para huir de un vampiro o proteger la casa de ellos.

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