En las religiones abrahámicas , es la creencia que una entidad negativa seduce a los humanos al pecado o la falsedad. En el cristianismo y el islam, generalmente se lo ve como un ángel caído o un genio, que solía poseer una gran piedad y belleza, pero se rebeló ante Dios, que pesar de ello, le permite un gran poder con una multitud de demonios reinando en el infierno y es el líder opositor al Reino de Dios. En el judaísmo, Satanás se considera una metáfora de "inclinación al mal", o como un agente subordinado a Dios.
En la Biblia cristiana, Satanás es principalmente un acusador y adversario, una entidad decididamente malévola, también llamada el diablo, que posee cualidades malignas. Satanás es el antagonista en las lecturas del Apocalipsis y quien quiso tentar a Jesucristo en el desierto.
En el satanismo teísta, Satanás es considerado una fuerza positiva y divinidad que es adorado o venerado. En el satanismo ateísta, (la filosofía de Anton LaVey y su iglesia) Satanás es considerado como un arquetipo de características virtuosas.
Satanás es un personaje clave de la cultura occidental, más allá de lo religioso, se fue incorporando a la sociedad ya sea a través del folclore, la literatura o nuestros propios miedos. Se puede creer en él o no, la realidad es que, como arquetipo, o figura legendaria, o como simple expresión de nuestros propios demonios interiores, satanás lleva 20 siglos existiendo entre nosotros. Hay aspectos de si figura que no están resueltos, más bien generan dudas, su origen es un ejemplo de lo que planteo. ¿Cómo fue ganando ese papel negativo dentro de la religión judeocristiana? ¿Por qué se mete al diablo, a satanás a lucifer y a los demonios en un mismo saco?
¿es real o no? Y la pregunta que me surge ¿estamos siendo justos con él? Despejemos un poco al menos todas estas dudas y preguntas conociendo a Satanás según las diferentes religiones. Esta aquí entre nosotros formando parte de nosotros mismos, odiado, temido, admirado, adorado, satanás es una figura importante en la cultura judeocristiana, de la misma forma que lo es Jesús o dios. Porque no se puede creer en uno sin creer en el otro. Satanás es el malo de la historia, el que ínsita al humano a las más bajas acciones, y así empujarnos al pecado para ganar nuestra alma para llevarla a su reino infernal. Sin el drama de lo espiritual impuesto por las religiones carecería de argumento. En lo popular, en lo filosófico y en lo literarios el diablo es visto de dos maneras diferentes, una lo representa con dignidad, como protagonista de una tragedia, es el ángel caído, el bello y poderoso ángel que temeroso de que el hombre recién creado por dios le arrebate su privilegiado puesto en el amor de dios, se revela contra aquel a quien ama y es arrojado del cielo. Cuenta la leyenda que, al ver su poder, belleza e intelecto, deseó ser superior a Dios. Así que formó un ejército de ángeles rebeldes que se enfrentaron a otros ángeles y a Dios. Hubo una batalla sangrienta en la que Dios salió victorioso y terminó por castigarlos.
Satanás cayó en las sombras del infierno y allí hizo su reino el cual compartiría con sus ángeles, los cuales también fueron expulsados del Cielo.
La otra versión que es la más difundida, es la de un diablo grotesco, compendio de todo lo desagradable, sin dignidad alguna, sin elegancia, completamente horrible, que solo inspira espanto en las personas, figura que la iglesia potencio como la imagen más conveniente para su estrategia catequizadora. Pero ninguna de estas dos versiones es cierta, al menos en sus orígenes, satán y demonios se confundieron en uno solo, hace poco más de 2.000 años. El concepto que el cristianismo tiene de este personaje es el mismo que tenían los judíos en vida de jesus, pero antes en sus orígenes se trataban de figuras distintas, totalmente independientes. Satán no era un nombre propio, en la biblia hebrea el termino satán se usa como genérico, equivale a enemigo, adversario, aplicándolo indistintamente a hombres o espíritus. Cuando aparece identificado como personaje concreto Stan es un ángel cualquiera un ángel más al servicio de Yahweh, con función de fiscal, comprobando su grado de virtud y entrega a dios que tienen los hombres, esa era su misión en el libro de Job. Yahweh presumo de la rectitud y fidelidad de Job, a lo que Stan argumenta con razón que eso es fácil cuando a uno le va todo bien, pero que llovieran las desgracias a lo mejor esa bondad y fidelidad se trasforma en odio y Job termina renegando de dios, Yahweh acepta el argumento de satán, y le ordena que deje a Job en la ruina, que le de desgracias y enfermedades, sino fuera por lo simbólico del pasaje, Satanás destruye a los sirvientes y rebaños de Job, pero Job se niega a condenar a Yahweh. La primera escena se repite, con el Satanás presentándose a Yahweh junto con los otros "hijos de Dios" Yahweh señala la fidelidad continua de Job, a lo que el Satanás insiste en que se necesitan más pruebas; Yahweh nuevamente le da permiso para probar a Job. Al final, Job permanece fiel y justo, y se da a entender que Satanás está avergonzado en su derrota. tanto Satán como Yahweh resultan inhumanos, el único que queda bien en esta historia es Job. En los textos bíblicos antiguos, Satán no es el príncipe del mal ni actúa solo, sino que está al servicio de Yahweh, como el resto de los ángeles. Luego en textos más tardíos se va definiendo progresivamente como tentador, como instigador del hombre para peque y se enfrente a dios. Dejemos ahora claro que el nombre de Lucifer, nada tiene que ver con Satán, la metáfora del ángel más bello o el ángel caído, el lucero que se precipita al abismo, es pura fantasía de algunos autores cristianos, En la tradición de la Iglesia católica y otras iglesias cristianas, se señala que Satán es sinónimo de Lucifer. El término Lucifer es una palabra en latín que significa «Portador de luz», «Estrella de la mañana» o «Lucero matutino». Originalmente este término deriva de la traducción hecha en la Vulgata de Jerónimo de la palabra hebrea heylel (estrella de la mañana) usada en Isaías para referirse simbólicamente a los reyes de Babilonia. Posteriormente, la teología cristiana tomó este pasaje como una descripción de la caída del diablo en una rebelión celestial primigenia. Portador de luz proviene de la antigua dama oscura Luciferina. Provenientes de la mitología judeo-cristiana, son muchos los nombres que se le atribuyen: Satanás, Belcebú, Belial. Y otros muchos son nombres de demonios que encarnan al mal.
El error proviene de un texto de Isaías, dice: “como has caído de los cielos lucero hijo de la aurora, has sido abatido a tierra dominador de las naciones, tu que habías dicho en tu corazón al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de dios, alzare mi trono y me sentaré en el Monte de la Reunión en el extremo Norte. Subiré a las alturas del nublado, y seré como el Altísimo. Isaías no se refería en este poema a satanás, sino que, al rey de babilonia, cuya arrogancia había sido vencida por el poder de Yahweh el dios judío. Tenemos entonces un satán que estaba al servicio de dios encargado de las misiones más desagradables, ejecutar los castigos al humano, castigos decididos por Yahweh.
Dentro de la cultura judeocristiana satanás es una figura importante, pero no es la única figura que nos cristaliza el mal, en otras religiones más antiguas hubo figuras similares, que influyeron en la génesis de satán. Un claro ejemplo es el libro de la génesis, donde aparece la serpiente en el capítulo 3 que no es satanás, están también los espíritus campestres malos que van unidos a los espíritus delos gigantes y los ángeles caídos.
A pesar de que el Libro del Génesis nunca menciona a Satanás, los cristianos han interpretado tradicionalmente a la serpiente en el Jardín del Edén como Satanás debido a Apocalipsis 12: 7, que llama a Satanás "esa serpiente antigua". Sin embargo, este versículo probablemente tiene la intención de identificar a Satanás con el Leviatán, una monstruosa serpiente marina cuya destrucción por parte de Yahvé está profetizada en Isaías 27:1. El primer individuo registrado que identificó a Satanás con la serpiente del Jardín del Edén fue el apologista cristiano del siglo II DC, Justino Mártir, en los capítulos 45 y 79 de su Diálogo con Trifón. Otros padres de la iglesia primitiva que mencionaron esta identificación incluyen a Teófilo y Tertuliano. La Iglesia cristiana primitiva, sin embargo, se encontró con la oposición de paganos como Celso, quien afirmó en su tratado La Verdadera Palabra que "es una blasfemia ... decir que el Dios más grande ... tiene un adversario que limita su capacidad para hacer el bien" y dijo que los cristianos "dividieron impíamente el reino de Dios, creando una rebelión en él, como si hubiera facciones opuestas dentro de lo divino, incluida una que es hostil a Dios."
Hasta llegamos con el origen de Satanás. A fin de cuentas, no se puede negar que existe esa dualidad del bien y el mal dentro de cada uno de nosotros, lo importante es respetar las creencias de cada individuo.
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