jueves, 16 de julio de 2020

2 Escalofriantes Leyendas Urbanas de Buenos Aires



El mimo

En Buenos Aires, existen varias leyendas urbanas escalofriantes, en esta entrada les traigo la leyenda de “El Mimo”, pero este joven no es un mimo cualquiera, dicen que los que se encontraron cara a cara con él, experimentaron el miedo y el terror más fuerte de sus vidas.

Los mimos son artistas que mediante la mímica hacen una representación de una historia, sin hablar, mediante gestos, movimientos, expresiones, que le permite al espectador comprender la historia, es así como los mimos roban sonrisas y lágrimas a los espectadores.

En Buenos Aires, hay un mimo protagonista de una leyenda urbana, este mimo no despierta sonrisas, más bien todo lo contrario causa terror, esta leyenda ocurre en el barrio de Almagro, específicamente en la esquina de las calles Sarmiento y Salguero, el protagonista es joven mimo que todos los días iba a la misma esquina para hacer sus rutinas de mímicas, lo que hacía era, esperar a que el semáforo se pusiera en rojo, entonces se paraba frente a los conductores y hacía sus rutinas y después pasaba pidiendo con la mano por los autos, algunas monedas, luego antes de que el semáforo volviera a estar verde, subía a la vereda, todos los días este joven hacía lo mismo. El mimo tenía todo controlado, su tiempo bien calculado ya que tenía poco, los minutos que le daba el semáforo, tiempo en el que hacía su show, para quienes esperaban dentro de sus autos la luz verde, para avanzar.
Una noche, aunque tuviera todo calculado, algo salió mal, realmente muy mal, el joven mimo estaba haciendo su rutina el semáforo estaba rojo, y derepente vió un automóvil que venía a máxima velocidad, el cual sin respetar el semáforo lo atropella, el cuerpo del mimo salió despedido, volando y terminó a metros de distancia, su cuerpo quedó tendido sobre el asfalto totalmente destrozado, este joven queda con fracturas expuestas, su mandíbula se había desprendido, ensangrentado, la escena era dantesca, el conductor que lo atropello, lo ve en el suelo completamente destrozado y sigue camino.
Este fue el trágico final del mimo, pero a la vez fue el comienzo de su leyenda urbana, ya que muchas personas que llegaban su auto a esa esquina en la noche, mientras esperaban a que el semáforo rojo cambie, empezaron a vivir experiencias inexplicables que los dejarían marcados para siempre.
Una noche fría, de madrugada, dos amigos, llamados Raul y Alejandro, llegaron con el auto a esa esquina a la que el mimo murió, ahí justamente el semáforo se quedó en rojo, se quedaron un rato esperando a que la señal cambiara, pero por alguna razón no cambiaba, en la esquina había niebla, lo cual es raro en la ciudad, mientras ellos esperaban Raúl el acompañante comenzó a sentirse incomodo, intuía que algo no estaba bien, en silencio continuaron esperando que el semáforo cambiara para poder avanzar, Raúl insistía que había que había algo extraño, comenzó a sentirse mal, con frío, miraba para todos lados, le dijo a Alejandro que estaba frente al volante que no respetara la señal que siguiera camino, pero Alejandro se negó, Raúl con la sensación de que algo andaba mal, le vuelve a decir que avance, pero Alejandro quiere esperar que cambie la luz, entonces de repente miró hacia un costado y saltó de miedo al ver una cara desfigurada con la mandíbula colgando observándolos desde la ventanilla del acompañante tenía los ojos blancos y estaba a solo unos centímetros de la ventana, pegado al vidrio, tenía una cara como de estar mirándolos fijamente a ambos, como si buscara a alguien dentro del auto, ellos notan que tiene el cuerpo destrozado, lo que más los perturbo a los dos era el hecho de que aquellos ojos blancos estaban como estudiándolos a ellos, esto causó que los chicos se espantaran y aceleraran rápidamente para huir de aquella lúgubre esquina.
Al día siguiente ellos fueron a la misma esquina a averiguar, preguntaron a los vecinos querían saber sobre este siniestro personaje, y al enterarse se quedaron sorprendidos al descubrir su leyenda urbana, pero a la vez un poco tranquilos, ya que no solo les había pasado a ellos, también a otras personas que pasaban por ahí en sus autos en la noche. Cuentan que aquel mimo tan querido por la gente del barrio que una noche día fue atropellado por un auto que iba a toda velocidad, se aparece por las noches en la misma esquina para buscar en los autos que se frenan a quien lo atropelló, para poder así vengarse de su asesino.

Esta leyenda es muy popular en el barrio de almagro, muchos dicen que lo han visto, que aún este mimo sigue apareciéndose en la noche en la esquina de Sarmiento y Salguero, mientras no de con la persona que lo atropello, el mimo te verá con aquellos ojos blancos y te interrogará con la mirada, y no podrá descansar hasta encontrar a su asesino y llevar a cabo su venganza.


El escalofriante hombre sin párpados
Esta leyenda urbana es de las más aterradoras, con el correr de los años van apareciendo más testimonios de personas que dicen haberse encontrado con un escalofriante hombre sin párpados, cuando caminaban tranquilamente en las calles de la capital de Buenos Aires, este hombre fue visto en diferentes barrios porteños. Buscando en la web sobre esta leyenda nos encontramos con varias personas que dicen haberlo visto, algunos lo describieron como una extraña figura que parece seguirte. Cuando la figura se acerca, es percibido como un hombre común y corriente, pero poniendo más atención en su aspecto, se puede notar que tienen enfrente a un escalofriante hombre sin parpados.
La noche estaba fría y el cielo nublado sobre
la ciudad de Buenos Aires. Analía cerró la tienda donde trabajaba, se había quedado hasta tarde trabajando en la vidriera junto a su compañera, la cual se retiró unos minutos antes que ella, mientras que Analía termina el inventario de la nueva colección de invierno a pedido de su jefa, puso llave a la puerta trasera del negocio y se dirigió caminando como de costumbre a su casa. Comenzó a caminar pensando en diferentes cosas a las cinco cuadras cruzó las vías del tren saliendo así de la zona comercial. Las calles estaban solitarias y silenciosas en aquel barrio. De pronto, comenzó a escuchar pasos, como si alguien se estuviera cercando, giró repentinamente para ver si alguien quizás la estaba siguiendo, pero no había nadie, no era normal ver personas a esa hora de la noche, ya eran pasadas de las diez. Prosiguió su camino y otra vez escuchó los pasos, pero esta vez más próximos, nítidos y  rápidos, giró asustada pero no había nadie, miró hacía la esquina vacía, pero nada, cuando volvió la mirada hacia delante sus ojos se encontraron con un hombre extraño que la miraba fijamente, era un hombre de mediana estatura, delgado, su rostro estaba lleno de arrugas, pero no era un anciano, se notaba que aquellas líneas de expresión profundas eran producto de una vida repleta de preocupaciones y un sufrimiento interminable, El hombre yacía de pie frente a ella sólo la observaba fijamente, sin reaccionar en lo absoluto, se veía como cualquier otro sujeto común y corriente, al que podrías encontrarte en la calle. Pero la miraba de una manera que le helaba la sangre, con los ojos muy abiertos, como dos esferas perfectas y brillantes. Analía notó que había algo distinto en él, algo que no encajaba, el…No tenía párpados.
Analía aterrada sintió que su corazón se aceleró en su pecho, contuvo el aliento, quería correr, pero el pánico se lo impedía, el hombre estiró su brazo para agarrarla del hombro y fue acercando lentamente su rostro al de ella, Analía temblaba aquel sujeto la sostenía con fuerza del hombro, estaban cara a cara, él sólo miraba sus ojos, Analía entonces lanzó un aterrador grito de horror, e intentó soltarse, pero él apretó aun con más fuerza su hombro, Analía se quedó tiesa, cerró sus ojos entonces apretándolos, un escalofrió recorrió todo su cuerpo cuando sintió que muy suavemente la yema de un dedo acarició sus parpados cerrados, luego dejo de sentir que la sostenían con fuerza, abrió los ojos y cayó a la vereda, escuchó que la puerta de una casa se abrió. Alguien había escuchado su grito. Un señor mayor salió para socorrerla, la ayudó a levantarse, enseguida salieron de la casa la esposa y el hijo del señor, le preguntaron si estaba bien y que le había pasado, ella les contó envuelta en lágrimas lo que acaba de ocurrirle y desesperada les mostro, se corrió la ropa para mostrarles las marcas en su hombro, le ardía la piel, tenía la marca de los dedos del aquel escalofriante hombre. El señor se cubrió la boca con ambas manos y después le contó que había un hombre que se paseaba por las calles, y que persigue a la gente que camina sola, sólo mira fijamente a los ojos de la persona a la que se acerca, como queriendo que ésta note su desgracia o su sufrimiento. Suele acompañar a quien lo ve durante algún tiempo, para después cambiar abruptamente de dirección y desaparecer en la lejanía cuando descubre que aquellos parpados no se asemejan a los suyos. Le contó que se dice que a este hombre
le arrancaron los parpados en un ritual vudú, y que se dice que iban a sacrificarlo pero él pudo escapar y desde entonces vaga por las calles de Buenos Aires en cualquier momento del día buscando a quienes lo atacaron, y buscando parpados que encajen en sus ojos.
Analía se dio cuenta de que no había sido la única persona que había visto al hombre sin párpados. De hecho, aquel anciano le contó que a muchas personas les había sucedido lo mismo.
Analía descubrió de la peor forma su leyenda urbana
El escalofriante hombre sin parpados se
trataba de una aparición muy común en Buenos Aires. Las apariciones pueden darse a cualquier hora del día, aunque son más frecuentes bajo el cobijo de la oscuridad.  Sólo puede ser visto por las personas que él elige, así que pedir socorro a los demás sería inútil porque nadie puede verlo. La leyenda cuenta que elige a determinadas personas hombres o mujeres que tienen parpados que podrían encajar
con sus ojos, te acompaña sin ser visto y en el momento preciso se acerca para saber si tus parpados encajan en sus ojos.





No hay comentarios:

Publicar un comentario