Los entreactos de mi
vida han sido demasiado largos
Donatien Alphonse François de Sade, conocido por su título de Marqués de Sade
París 2 de junio de 1740 - 2
de diciembre de 1814
Un filósofo y escritor francés, autor de Los crímenes del amor, Aline y Valcour y otras numerosas novelas, cuentos,
ensayos y piezas de teatro. También le son atribuidas Justine o los infortunios de la
virtud, Juliette o las prosperidades del
vicio, Las 120 jornadas de Sodoma y La filosofía en el tocador, entre otras.
En sus obras son característicos los antihéroes, protagonistas
de violaciones y de disertaciones en las que, mediante sofismas, justifican sus actos. La expresión de
un ateísmo radical,
además de la descripción de parafilias y
actos de violencia, son los temas más recurrentes de sus escritos, en los que
prima la idea del triunfo del vicio sobre la virtud.
Fue encarcelado bajo el Antiguo régimen, la Asamblea Revolucionaria,
el Consulado y
el Primer Imperio francés, pasando veintisiete
años de su vida encerrado en diferentes fortalezas y asilos para locos.
También figuró en las listas de condenados a la guillotina.
En 1803 escribió.
Protagonizó varios
incidentes que se convirtieron en grandes escándalos. En vida, y después de
muerto, le han perseguido numerosas leyendas. Sus obras estuvieron incluidas en
el Index librorum prohibitorum (Índice de libros
prohibidos) de la Iglesia católica
A su muerte era conocido como el autor de la infame novela Justine, por lo que pasó los últimos años de su vida encerrado en el
manicomio de Charenton. Dicha novela fue prohibida, pero circuló
clandestinamente durante todo el siglo XIX y mitad del siglo XX, influyendo en
algunos novelistas y poetas,
como Flaubert,
que en privado lo llamaba «el gran Sade», Dostoyevsky, Swinburne, Rimbaud o Apollinaire,
quien rescata su obra del «infierno» de la Biblioteca Nacional de Francia, y que llegó a decir que el marqués de
Sade fue «el espíritu más libre que jamás ha existido».
André Breton y los surrealistas lo proclamaron “Divino
Marqués” en referencia al “Divino Aretino”, primer autor erótico de los tiempos
modernos (siglo XVI). Aún hoy su obra despierta los mayores elogios y las
mayores repulsas. Georges Bataille,
entre otros, calificó su obra como apología del crimen.
En la biografía de Sade podemos encontrar dos incidentes: uno,
el escándalo de Arcueil, un encuentro con una
prostituta, y el otro, el caso de Marsella,
un día de orgía en el que las muchachas, prostitutas también, resultaron
intoxicadas probablemente por la comida y difícilmente por caramelos de cantárida.
Los dos acontecimientos se convirtieron en grandes escándalos que traspasaron
las fronteras de Francia. Poco más sobresaliente encontramos de escandaloso en
la biografía de Sade que no sea sospechoso de formar parte de su leyenda:
Cuando se ha perseguido a un escritor
durante más de 150 años como si fuera un personaje cruel e inhumano, se espera,
en lo que concierne a la descripción de su vida, algo así como la biografía de
un monstruo. Pero la vida del marqués de Sade resulta mucho menos aberrante de
lo que uno teme y lo que realmente puede calificarse de espantoso es el destino
que le acechó mientras vivía.
Walter
Lenning, Biografía del marqués de Sade (primer
párrafo)
Su nombre ha pasado a la historia convertido en sustantivo.
Desde 1834, la palabra “sadismo” aparece en el diccionario en varios idiomas para describir la propia excitación
producida al cometer actos de crueldad sobre otra persona.
Cuando parte del nombre de un autor se
ha integrado al idioma como palabra funcional, uno se da cuenta de la
influencia y magnitud que alcanzó su obra. Éste es el caso del Marqués de Sade
y la palabra sadismo, aunque en sus libros el sufrimiento impuesto sobre otro
personaje, que generaba placer en aquel que lo producía, se iba tornando en
deleite para ambas partes.
Justine es una joven pura e intachable,
la cual intenta preservar su virtud por sobre todas las cosas. Pero no importa
lo que haga: presa de su poca inteligencia es víctima de los vicios, de sus
tentaciones más seductoras y de sus agentes libertinos que se deleitarán al
corromperla y saciarse. Pero en el desenfreno, ella descubrirá sublimes
sensaciones que le darán valiosas enseñanzas.
Como en la mayoría de sus trabajos, el Marqués de Sade utiliza al protagonista, y las situaciones en las que lo ubica, para poder manifestar una idea, pensamiento o sistema filosófico en particular. En Justine busca simbolizar cómo la virtud idealizada es inevitablemente aplacada por el vicio, que al ser ajeno de ética y principios, cobra fuerza, haciéndose imparable mientras consume y se deleita de la inocencia corrompida.
Dejemos
al propio Marqués comentarle sus libros a su mujer Constance: “El
objetivo de esta novela es el de] presentar por todas partes al Vicio
triunfante y a la virtud como víctima de sus sacrificios, a una desgraciada
vagando de desventura en desventura cual juguete en manos de la maldad,
entregada a todos los desenfrenos, al albur de los gustos más bárbaros y más
monstruosos, aturdida por los sofismas más atrevidos y más perversos, presa de
las seducciones más hábiles, de las sumisiones más irresistibles; (...)
atreverse en resumen a las descripciones más osadas, a las situaciones más
extraordinarias, a los pensamientos más espantosos, (...) con el único fin de
obtener de todo ello una de las más sublimes lecciones de moral que el hombre
haya recibido jamás: era, habrá de convertir, alcanzar el objetivo por un
camino jamás hollado por él”.
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