Dos ladrones
eran perseguidos por la policía y habían sido rodeados cerca de la estación del
tren, comenzaron un tiroteo y un oficial
policial resultó muerto al instante, los asaltantes vieron la oportunidad
perfecta para escapar introduciéndose en un vagón que acababa de abrir sus
puertas detrás de ellos. El tren se puso en marcha y no tardaron en descubrir
que estaba casi vacío.
Un hombre vestido de traje dormía
profundamente en uno de los asientos y en un rincón más alejado, había un tipo
agachado con aspecto de mendigo, que también parecía adormecido por efecto del alcohol.
Felicitándose mutuamente por la suerte que
habían tenido, los ladrones planearon bajarse en la próxima estación en cuanto
el tren se detuviera, pero el tren no se detuvo. Comenzaron a ponerse nerviosos
al ver que en vez de pararse en las estaciones siguientes, el transporte
aumentaba su velocidad.
Intentaron salir del vagón forzando las
puertas, pero era imposible abrirlas ni siquiera disparándole, en ese momento la luz empezó a parpadear y a perder
intensidad, y la velocidad era extrema, muy asustados fueron a buscar la
manivela de parada de emergencia, pero había desaparecido y todas las
puertas estaban selladas. Era imposible salir de aquel vagón.
De repente fue como si el tren se adentrara en la tierra, porque se deslizó por
un túnel subterráneo, cada vez bajaba más, hasta que en un momento pudieron ver brasas
ardientes y criaturas que torturaban a hombres por las ventanillas, sus ojos
aterrados no podían creer lo que veían.
El mendigo del rincón se levantó dejando
ver su verdadero aspecto, pudieron ver unos ojos
amarillos y una cara roja que los aterrizó, era un demonio, el tren se
detuvo, entonces tomó al hombre del
traje y lo arrojó abriendo las puertas, a una fosa repleta de gusanos.
-¡Esta es tu parada, estafador!-gritó
antes de volverse a los aterrorizados ladrones.
-. Ustedes no
correrán con tanta suerte, su destino es más abajo.
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