Eleonora fue publicado por primera vez, al
ganar una medalla de plata en narrativa y una mención especial otorgada por un
prestigioso jurado y formó parte de una antología titulada “Continuidad de Voces 2010”
de la Editorial
de los cuatro vientos, formó parte de Noctámbula un libro de cuentos de terror
publicado por ediciones “Noctámbula” 2011, ha recibido más de 60.000 lecturas en este blog y fue publicada en varios sitios web, fue parte del guión teatral del Show de terror “Silencio y Oscuridad” convirtiéndose en uno de los personajes favoritos del público como"La leyenda de Eleonora" y ahora forma parte de Cuentos Sombríos, 45 cuentos de terror, proximamente será uno de los personajes principales de un cómic y formará parte de Cuentos Negros Las Poseídas donde nos mostrará su origen. .
Eleonora
(Saga Gótica Historias de la Muerte )
Eleonora
Hospital psiquiátrico de la ciudad de Buenos Aires. Viernes 6 de
noviembre de 1934.
El oficial de guardia escuchó los gritos
aterradores de un hombre, levantó el teléfono,
-
Doctor el paciente aislado grita otra vez.- Dijo y colgó el tubo.
El oficial y el médico atravesaron los amplios
pasillos hasta llegar al sector de enfermos incurables, abrieron la puerta, el
hombre gritaba arrodillado junto a la ventana con las manos ensangrentadas y la
mirada perdida en el patio del fondo. El doctor se acercó lentamente puesto que
este hombre tenía un trozo de vidrio a un costado.
-
¡Otra vez!.. ¿De dónde saca los vidrios?- Preguntó el doctor.
Él desesperado se abrazó a sus piernas, lloraba
ya casi sin lágrimas.
-
Es ella doctor... es ella... lo juro... - Repitió llorando; lo
recostaron en la cama.
-
Tranquilícese o voy a tener que sedarlo, no deja dormir al resto de
los pacientes. - Dijo el médico y cerraron su puerta.
Con las manos vendadas limpió sus lágrimas, el
viento soplaba por entre los vidrios rotos, el hombre miraba por la ventana
hacía el patio del fondo del hospital, el sonido que producían las ramas secas
de los torcidos árboles lo hacía
sobresaltar en la cama, temblaba, un escalofrío recorrió todo su cuerpo,
se cubrió la cabeza con la sabana, oyó que la ventana se abría lentamente produciendo
un ruido crudo, después unos pasos que se arrastraban.
- ¡Eleonora déjame en paz!.. - Exclamó.
Luego volvió a gritar perturbando el descanso de
todos los pacientes.
Primavera
de 1931
Era
una tarde cálida, caminaba por las calles de su barrio de regreso a su casa, el médico le había recomendado que
lo hiciera todos los días por la medicación que tomaba, pero aquella mañana olvido
tomar las pastillas, siempre las dejaba sobre
la mesa de luz, todos los días salía a caminar hasta la plaza, alimentaba a las
palomas y veía a los niños jugar, después tomaba un té con limón en el mismo
bar siempre, frente al cementerio donde cada día le dejaba una rosa blanca a su
padre. Se detuvo en una esquina porque
le falto el aire; pensó felizmente en Francisco, su esposo; por la noche
festejarían su aniversario, Eleonora sufría graves problemas cardíacos desde la
niñez, era muy delgada, tenía la típica palidez de las personas cuando están
enfermas y unas ojeras muy marcadas, nunca había practicado ningún deporte por
ende su fragilidad era notable.
Ella
y su esposo crearon un mundo de armonía para cuidar su frágil corazón, con sus
treinta y cuatro años era dueña de una gran fortuna; heredada al morir su
padre, siendo ella una niña, su madre se había vuelto a casar y tenía una
hermana menor a quien adoraba, Clara de
veinticinco años era su mejor amiga, Eleonora deseaba ser madre, estaban
iniciando los trámites para adoptar un bebé ya que ella no podía tenerlos. Agitada
y temblorosa, llegó a la puerta de su casa, tomó las llaves de la cartera pero
al notar que la puerta principal estaba entreabierta se le cayeron de las
manos; se quitó muy despacio los zapatos e ingresó a su hogar, todo estaba
oscuro, por unos segundos se quedó tiesa, luego reaccionó al escuchar ruidos
que provenían de los cuartos de arriba; caminó dos pasos en dirección a la escalera,
dudó en subir, quizás había un intruso en la casa, un ladrón , se asustó al
recordar que su marido ya debía haber llegado y pensó que alguien podría
hacerle daño.
Con
los pies desnudos subió lentamente los escalones ayudándose con la baranda, su cuerpo no dejaba de temblar, sus ojos
verdes bien abiertos no parpadeaban, al llegar a lo alto se sobresaltó al ver
su imagen en el espejo ubicado al fondo del pasillo; lo que escuchaba de abajo
eran fuertes gemidos que se originaban en su cuarto matrimonial, con la punta
de sus dedos empujó la puerta; parada bajo el umbral de su puerta los ojos de Eleonora
vieron lo que jamás hubiese imaginado, Francisco estaba teniendo relaciones
sexuales con su hermana menor, Clara sonrió al verla, prosiguieron como si no
los hubiera descubierto, Eleonora cayó de rodillas al suelo, cubrió sus oídos.
- Yo
puedo darle hijos. – Dijo Clara su hermana.
Los
gritos y los golpes de la cama contra la pared desesperaron a Eleonora, lloraba
en el piso destruida, comenzó a arrastrarse intentando llegar a la mesa de luz
donde yacían sus píldoras para el corazón, en ellas encontraba las ansias de
tener un poco más de vida junto a su esposo. Lo que veía y oía estaba
matándola, cuando sus blancas y flacas manos llegaron al frasco Clara se lo
quitó.
- ¡Muerte
de una vez! – Exclamó furiosa.
Eleonora
boca arriba vio sus rostros girar en su cabeza, se reían de ella, quien
presionaba su pecho con ambas manos,
- Ayu...
ayuden...ayúdenme... – Suplicó Eleonora.
- ¡Lo siento cariño! Pero es
mejor así, debes morir. - Dijo Francisco.
-
Tu padre rico debe haberte comprado un lindo paraíso, no me mires así, sólo
eres mi media hermana.- Dijo Clara.
Eleonora
comenzó nuevamente arrastrarse por el suelo lentamente hacia la puerta del baño, pensando en que en el botiquín estaban
sus píldoras, la risa de Clara se escuchaba como ecos, se dio vuelta, ellos se
acercaron para observarla, Eleonora expiró.
- Esperemos
un poco antes de llamar a la ambulancia. – Fue lo último que escuchó.
La
velaron esa misma noche, su cuerpo delgado en el féretro se asemejaba a una
muñeca de porcelana, su madre no se movió de su lado durante toda la noche,
acariciaba su negro cabello; estuvo ahí
cuando Francisco se acercó llorando con un aparente hondo dolor, y dejó sobre
sus frías y duras manos, una cadena con un dije en forma de corazón que llevaba
grabada la siguiente leyenda “Eleonora y
Francisco por siempre”; había sido el último regalo de cumpleaños, después
besó sus rígidos labios. Antes que cerraran el cajón, su madre besó la frente
de Eleonora dejando caer sin darse cuenta, lágrimas sobre el rostro de su hija.
-
¡Mi niña!.. Mi hija… Si alguien causo tu
muerte… ¡Eleonora vuelve a vengarte!- Exclamó a aquel oído muerto.
Dos
semanas después del entierro la lluvia no cesaba ni por un instante, Francisco
y Clara se encontraban a escondidas, la idea era cobrar una parte de la herencia
de Eleonora y fugarse juntos; se hallaban en la cama matrimonial, aquella que
semanas atrás había confortado a Eleonora.
-
Sólo nos queda matar a mi madre, creerán que se
suicidó, muchas madres se ahorcan después de la muerte de algún hijo…Eleonora
era su hija favorita. - Dijo Clara.
-
¿Estás segura de eso? Ella es tu madre.- Preguntó
Francisco.
-
¡Sí! La quiero muerta y enterrada como mi hermana
Eleonora.- Respondió Clara.
-
Entonces brindemos por eso… Brindemos porque salió todo bien, por la herencia de tu hermana
mi difunta esposa. - Dijo Francisco.
-
¡Sí!... porque la maldita murió al fin. –
contestó Clara felizmente.
Justo
en el preciso instante en que las copas chocaron, el cuerpo enterrado de
Eleonora cobró vida, justo en aquel momento, los ojos se abrieron a la venganza,
como si el sonido del cristal la hubiese resucitado, el odio, el dolor, el
deseo absoluto de venganza, el amor por su madre, fueron motivos suficientes para que Eleonora
regresara de la muerte, sedienta de venganza anhelando su carne caliente.
Desesperada rasguñó el cajón, salió de su tumba, recostada en el barro la
confusión mental la aturdió, con las uñas abrió sus labios, estaban pegados y
cocidos, se arrodilló para leer su lápida,”Amada
Esposa. Eleonora Jamás Morirás para mí. 1903-1931” . Se puso de pie,
tenía puesto un largo vestido de gasa que traslucían sus senos ya marchitos, su
hermoso cabello negro ya no eran como la seda, estaba enmarañado y duro por el
barro, su piel casi morada y firme como la roca, su ser sólo estaba lleno de
locura y venganza, inclinó la cabeza al cielo, lanzó gritos de horror, y salió
del cementerio.
Caminó
el mismo recorrido que hacía todas las tardes hasta llegar a su hogar, las
calles estaban vacías, observó un instante la plaza vacía, el viento mecía
tenuemente las hamacas, siguió su camino,
atravesó el portal de su casa, se detuvo de manera melancólica en sus jazmines,
cerró los ojos, veía imágenes de su vida y de su muerte, su casamiento con
Francisco, en una tarde soleada y sus risas casi adolescentes de ese día, aquellos recuerdos vagos se entrelazaban con
el rostro de Clara riéndose de ella. En la puerta principal tomó la llave que escondían
bajo la maceta, recordó cuando su esposo la recibía alzándola y besándola dulcemente, ingresó, todo estaba en
penumbras, caminó a la escalera donde había ropa de Clara, los relámpagos la
iluminaban mientras que subía los escalones con pasos firmes dejando huellas de
barro, se reflejó en el espejo del fondo del pasillo, se observó con añoranza,
se vio como había sido en vida y como estaba ahora, empujó la puerta e ingresó
al cuarto matrimonial.
Parada
bajo el umbral de la puerta los miraba, los amantes se sobresaltaron, estaban
semidesnudos recostados en la cama.
- Fue su
idea Eleonora... fue él y va a matar a
nuestra madre... - gritó Clara al verla.
Francisco
la empujó, Clara golpeo su cabeza en la mesa de luz, Eleonora se acercó a ella
lentamente, se inclinó, ambas se miraron a los ojos por unos segundos, Eleonora
enterró su mano en el pecho de Clara, arrancó salvajemente su corazón,
Francisco se quedó mudo mirando como su difunta esposa colocaba la cadena en el
cuello de su amante, aquella que le había regalado en su cumpleaños, la que
dejó en sus manos cuando estaban velándola “Eleonora
y Francisco por siempre” llevaba grabado. Después se acercó a él
balbuceando palabras que él no comprendía, sólo temblaba como una hoja,
entonces Eleonora escribió con el barro de su vestido en el espejo, “Eleonora Jamás Morirá para Ti” extendió
sus manos ensangrentadas para entregarle el corazón de su hermana, le hizo un
gesto para que lo tomara, Francisco tomó el corazón de Clara, Eleonora lo miró
por largos minutos, luego se marchó.
Madrugada,
Viernes 6 de noviembre de 1934.
El
oficial y el médico volvieron a ingresar al cuarto de aislamiento, Francisco
gritaba en un rincón con un trozo de vidrio en sus manos recién vendadas, se lo
quitaron, tenía el pecho cortado,
- Otra
vez escribiendo las paredes, déjela descansar en paz hombre. - Dijo el médico
inyectándole un tranquilizante.
- No... Es
ella doctor...no estoy loco.- Dijo Francisco. Lo cubrieron con una sabana y
salieron cerrando con llave.
Francisco
miró como las letras en la pared chorreaban sangre, decía “Eleonora jamás morirá para ti”. Suspiró, sus ojos comenzaban a cerrarse
por la droga, lo último que vio fue a ella ingresando lentamente por la
ventana, Eleonora lo visitó cada noche hasta el día de su muerte cada vez más putrefacta.
(Gótica)
Eleonora
fue otra victima del amor; su cansado corazón dejo de latir al descubrir a su
amado esposo siéndole infiel con su propia hermana, dos semanas después de su muerte la mujer despertó en su tumba
sedienta de venganza añorando su carne caliente, solo la ira la dominaba, su
cuerpo resucito pero su corazón no latía, entonces Eleonora cobro venganza
asesinando a su hermana arrancándole el corazón frente a su esposo el cual lo
devoró, fue entonces que Eleonora descubrió que solo comiendo corazones
infieles, lograba hacer latir el suyo durante 5 segundos luego su corazón
volvía a morir lentamente, todas las noches Eleonora visitaba a su esposo,
susurrándole que le devolviera su corazón quebrado por amor, lo torturo noche
tras noche desde 1936 hasta que el al fin murió, cuenta la leyenda que el
cuerpo de Eleonora aún camina entre nosotros, sintiendo su corazón quebrado por
amor, y buscando la manera de hacerlo latir en su pecho, Eleonora puede
detectar aquellos corazones que fueron infieles o traicioneros, todas las
noches sale de su tumba sedienta y hambrienta camina hasta que salen los
primeros rayos de sol, y cuando encuentra un corazón infiel entonces lo arranca
salvajemente de su pecho, con sus propias manos y lo devora para calmar su sed
de venganza y para poder sentir su corazón volver a latir durante 5 segundos.
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