viernes, 4 de marzo de 2016

5 Leyendas Urbanas "Para pasar miedo"


No tenemos remedio, si hay algo que nos gusta es pasar miedo…. Nos encanta eso de que se nos pongan los pelos de punta… Si no dime…¿por qué nos vuelven locos las películas de terror?…. ¿Por qué las historias de miedo son las protagonistas indiscutibles las noches de amigos?.. ¿Por qué siempre conocemos a alguien que “conoce a alguien” que ha vivido alguna de esas extrañas historias que erizan la piel? ¿Porque nos apasionan los cuentos de terror? Aquí les traigo algunas leyendas urbanas para pasar una noche de miedo, nos asusta lo desconocido cuando en realidad el terror esta dentro nuestro.



El rompecabezas maldito



Una familia compró un rompecabezas de madera en una tienda de antigüedades. Armar puzles era su pasatiempo favorito; solían presumir de haber completado, a veces en una noche, paisajes y demás figuras de más de mil piezas.
Eran los típicos rompecabezas que puedes comprar en cualquier parte, esos que en la caja muestra la imagen final después de unir todas las piezas.
Esta vez, notaron que aquel rompecabezas, parecía llevar allí mucho tiempo, la caja era muy antigua y no tenían manera de saber qué imagen obtendrían.

El dependiente, era un señor muy mayor educado y aparentemente muy sabio, trató de disuadirlos de comprar aquello, la razón no era que no quisiera venderlo, sino la leye
nda que circulaba en torno al rompecabezas.

A la familia solo tenía ojos para aquel puzle y no prestó atención al anciano… Solo oyeron frases “se termina en una noche”, “el resultado es más que una sorpresa” pero no le dieron importancia. Asintieron al enterarse de que, al parecer, su creador había sido un criminal ejecutado en Baviera por crímenes singularmente horribles…. oyeron, pero no escucharon.

Llegaron a casa al final del día, el momento perfecto para empezar.

Abrieron su mesita de los puzles y pusieron al lío… emocionados y deseando ver la imagen final.

Al principio hablaban entre ellos, pero poco a poco los iba atrapando y se sumieron en el silencio. Estaban ansiosos por ver el final. Como siempre, esperaban dar forma a un castillo, un paisaje campestre o, en todo caso, una famosa pintura.
Su nerviosismo les llevó a la obsesión con terminar.

La
s piezas de madera, eran perfectas, fabricadas con un gusto exquisito y aparentemente eran infinitas, pasaban rápidamente por sus manos y se iban incrustando en el lugar correspondiente, algo por un lado normal, dada su experiencia con los rompecabezas.

La familia tenía una mascota, un perro faldero, que ladró numerosas veces al escuchar ruidos; pero sus dueños, concentrados en exceso, ignoraron las advertencias del animal.


Cada vez era más evidente lo que representaba el rompecabezas, pero alguna fuerza inexplicable les impedía dejar lo que estaban haciendo.

Ya se h
abían reconocido, incluyendo al perro, y quizá la curiosidad los movía a completar la obra para saber si en la escena aparecía alguien más.

No apareció nadie…….

Los cadáveres, brutalmente mutilados, de la familia y la mascota fueron hallados en la cocina, reproduciendo perfectamente el rompecabezas que terminó adornando el centro de la sala. La policía fue incapaz de deducir lo ocurrido y, desde luego, jamás encontró al responsable……
El destino del rompecabezas es desconocido…. quizá esté por ahí, en algún mercadillo, esperando que alguien lo compre de nuevo ”
Habrá que tener cuidado con lo que se compra por ahí, y sobretodo siempre hacer caso de las advertencias de quien nos avisa del peligro….


La Dama Vestida de Negro



En San Gregorio, localidad cercana a Venado Tuerto, Provincia de Santa Fe, sus pobladores relatan que una mañana de cerrada llovizna, un abastecedor del frigorífico Maru de Rufino encontró en la ruta 14 a una mujer vestida de negro que hacía el tradicional gesto de autostop. La llevó hasta la ciudad y cuando la dama se bajó, tras agradecerle por haberla acercado hasta escasa media cuadra de su casa, le dijo su nombre: Nancy Núñez. Poco después, el hombre se enteró de que Nancy Núñez había fallecido un año y medio atrás en un extraño accidente, cuando la avioneta que piloteaba su marido había perdido una de sus ruedas impactando en el auto que ella conducía, lo que le había causado la muerte instantáneamente. El sorprendido abastecedor descubrió también que el lugar en donde había parado para levantar a la mujer, entre Cristophersen y San Gregorio, era exactamente el sitio donde había ocurrido la tragedia que poco antes había conmocionado a la localidad. Otros testimonios dan cuenta de la misma aparición, en la misma ruta, a la altura del lugar del accidente. 

La Criatura Acechante 


Cuentan los vecinos de Ciudadela, Provincia de Buenos Aires, que cierta noche un colectivo de la –por entonces línea 237 pasaba en su habitual recorrido por la Avenida Alvear. Al llegar a la altura del Cementerio Israelita, uno de los pocos pasajeros que viajaban a esas horas, vio una nube blanca que provenía del camposanto y que se acercaba hacia el vehículo. 

Cuanto más se aproximaba, se definían y perfilaban nítidamente sus rasgos de mujer. Durante un breve lapso, la extraña criatura acompañó el paso del transporte, flotando a la par, hasta que finalmente se desvaneció ni bien el colectivo abandonó la zona del cementerio. 




La Chaqueta



Un chico está estudiando un sábado para preparar sus exámenes de graduación. Para relajarse un poco decide ir a un pub que esta justo debajo de su casa. Se acerca a la barra y pide una coca-cola para despejarse.
De repente ve a una chica muy guapa y atractiva, era rubia, pelo largo, ojos claros y cuerpo frágil. Él se acerca a hablar con ella aprovechando que estaba sola en un extremo de la barra. Se presentan y se pasan hablando un par de horas hasta que ella dice que se tiene que ir a su casa ya que es muy tarde. El chico mientras va con ella a la puerta le intenta convencer de que le deje acompañarle a su casa, ella se niega.
La chica sale a la calle y empieza a tiritar, esa noche hace mucho frío y el chico en un acto de caballerosidad se quita la chaqueta y la envuelve con ella, aprovecha la situación para abrazar a la chica y acompañarla la mitad del camino a su casa, ella le pide que la deje continuar sola y él encuentra la excusa perfecta para volverla a ver otro día. Al dejarle la chaqueta podrá quedar de nuevo con ella para que se la devuelva. Ella le da su dirección y se despiden con un tierno beso.
Al día siguiente su corazón parece que va a explotar cuando se acerca a la dirección que la chica le señaló. Lleva casi toda la noche sin dormir pensando en ella y llama tímidamente a la puerta. Le recibe una mujer mayor que le pregunta quien es.
El chico pregunta por Laura, el nombre de la chica, y la mujer nerviosa y enfadada le recrimina que allí no hay ninguna Laura y que vaya a hacer bromas pesadas a otro lado.
Desesperado por perder a su amor, el chico insiste y es entonces cuando advierte que junto a la mesita de entrada a la casa hay una foto de Laura. La señala y le dice a la señora que ella es la chica a la que busca.
La mujer encolerizada le agarra de una oreja y le lleva a rastras hasta un cementerio cercano. Por el camino los ánimos se van suavizando y la mujer le cuenta entre lágrimas que Laura era su hija menor, había fallecido años atrás. La encontraron muerta camino a casa, al parecer una noche fría cuando volvía de divertirse con las amigas sufrió un ataque de asma del que no pudo sobrevivir.
Al llegar al cementerio y sin mediar palabra el chico señaló una de las tumbas – “Esa es la tumba de Laura” – la mujer le preguntó que como podía saberlo si nunca había estado…
Allí sobre su lápida estaba la chaqueta del chico.

La Gitana



Cuentan que un día una mujer caminaba por la calle cuando de pronto una gitana se le acercó corriendo y, en tono muy preocupado y algo agitado, le dijo que era clarividente y que había visto algo terrible en su aura que podría marcarle el destino. Para esclarecer bien de qué se trataba le tomó la mano y empezó a leer sus líneas, sin embargo sus visiones no parecían del todo claras por lo que le dijo a la mujer que debía volver por la noche para así poder ayudarla mejor con las cartas del tarot y la bola de cristal. La mujer le dijo desdeñosamente que no le hiciera perder el tiempo pero aún así la gitana le señaló su casa y le rogó que no olvidase venir esa misma noche.
Al llegar a su casa después del trabajo la mujer recordó las palabras de la gitana y se inquietó un tanto al pensar que si estaba tan preocupada y ni siquiera la cobró podría ser porque en verdad creyó ver algo. No obstante prefirió no ir al lugar indicado, no sabía cuales eran las intenciones reales y acudir de noche a un callejón apartado era muy peligroso.
A la mañana siguiente cuando fue no encontró a la gitana sino a una ancianita que le dijo que la gitana había salido y le había dejado una carta de suma importancia, una carta que debía ser leída cuanto antes fuera posible. Nuevamente la mujer no dio mucha importancia a la gitana y optó por leer la carta cuando estuviese en la comodidad de su hogar.
Una manzana antes de llegar a su casa la mujer tropezó y cayó en mitad de la carretera justo cuando un camión se venía a toda velocidad. El camión le hizo puré casi toda la mitad superior del cuerpo. Fue algo verdaderamente escalofriante.
Cuando la Policía llegó al lugar del accidente un detalle perturbador fue hallado en uno de los bolsillos del pantalón de la mujer. Allí, dobladita, había una pequeña carta que decía:
“Estimada señora, esta carta es para advertirle que el día de mañana no salga usted de su casa para nada, ya que ese día usted morirá atropellada. Ante su ausencia, decidí tirar las cartas del tarot por mi cuenta ya que realmente estaba preocupada por la mancha que vi en su aura… Espero que cuando lea esto no sea demasiado tarde”


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