A reposar mis heridas en alas de los ángeles nocturnos...
Hija de una lágrima derramada un oscuro desván, ahora, hija de la
madre luna que bebe de mis lágrimas y calma mi nostalgia...
Es tiempo de envolverse en el silencio, es tiempo de reflexión...
Sola, sola con mi sombra desnuda de lágrimas, lágrimas que queman
tu eterna ausencia, donde estas, donde yaces dormido...
Que haré con tanto silencio, quizás, cortarme las venas para cruzar
el puente hacia el olvido, niña regocijada en sus cenizas, muñecas
polvorientas debajo de la cama, intentaban esconder tanto dolor,
aún intentan esconderse, la melancolía se viste de reina esta noche,
solo recuerdo volando como mariposas negras, las palabras
descansan en un húmedo desván, no necesitan de las palabras, solo
silencio, el silencio de los poemas, un vacío, vacío sin nombre, tanto
vacío, eterno vacío, oscuridad, eterna oscuridad en mis negros días
una tristeza sin ecos, debajo de la cama hay miedo...
Lucila Castro Díaz
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