Una noche buena
en la casa de la Tía Norma
de: Cuentos Sombríos Vol 2
Yo no creía en fantasmas ni eventos sobrenaturales, mucho menos en las brujas, pero lo que viví siempre va a perseguirme hasta el día que me muera, intento encontrar una explicación lógica o convencerme que estoy perdida en una pesadilla, nunca debimos ir a la casa de la tía Norma en Navidad. Recuerdo aquella noche, mi madre me llevó a casa de la tía Norma a pasar la noche buena y la navidad, mis padres acaban de separarse y estábamos las dos solas, a mi madre se le ocurrió pasar las fiestas con su anciana y querida tía que estaba postrada en una silla de ruedas y acaba de cumplir ochenta cuatro años, no teníamos plata para hacernos regalos, las dos buscábamos trabajo y la tía Norma era una buena opción, ella estaba siempre estaba sola, era algo ermitaña y malhumorada, nadie de la familia quería estar con ella en navidad. Recuerdo que quedé impresionada al ver lo grande que era su casa, estaba algo sombría y descuidada, había una gran cantidad de cuartos, nos recibió en la puertas de entrada la señora Estela, su empleada doméstica, le informó a mi madre que la tía Norma estaba algo irritable y no se sentía nada bien, pasaría la noche buena encerrada en su habitación y al día siguiente cenaría con nosotras, la casa era enorme, demasiado grande para que vivieran allí solamente dos mujeres. Aquel día estaba lluvioso, mientras que ellas preparaban la cena, decidí recorrer la casa, aunque Estela me prohibió utilizar el ascensor de Norma para subir al primer piso yo a escondidas lo utilicé de todas formas, recuerdo que este subió hasta dejarme en un amplio pasillo, bajé del ascensor y cerré la puerta, este inmediatamente se dirigió hacia abajo, no conocía todavía a la anciana tía Norma, jamás había ido a su casa ni visto fotos de ella, tan sólo había oído un par de veces los comentarios de la gente diciendo que era “rara” en todo el sentido de la palabra. Pero hasta ese entonces jamás la había visto, no tenía la menor idea de cómo era, sólo sabía que tenía mucho dinero y una casa muy grande. Las paredes del pasillo estaban repletas de fotografías viejas y amarillentas, me quedé un rato observando, fue cuando sentí que una mano tocó mi hombro, di un salto del susto que me provocó que estando sola en medio del pasillo en penumbras alguien me llamara.
- Tranquila no fue mi intención asustarte, soy
Gabriel.- Me dijo un chico más o menos de mi edad.
- ¿Quién eres? - Le pregunté.
- El hijo de Estela. – Exclamó él – Al fin alguien
con quien hablar, aquí hay puras viejas aburridas. Te enseñaré a la tía Norma,
su habitación es la última del segundo piso.- Me dijo y comenzamos a caminar por la casa,
mientras hablábamos seguíamos subiendo escaleras.
Nos presentamos, y hablamos de cosas comunes, nos
dijimos la edad, a que nos dedicábamos, en fin tuvimos una conversación corta,
Gabriel era muy cordial y atento.
- Ella puede hablar con los muertos…- Me dijo de pronto
mientras yo observaba todos lados.
-¿Ella?… ¿Quién?- pregunté al no comprender.
-
Tu tía abuela
Norma, ¿quién más? - me respondió observándome directo a los ojos.-
-
Quieres
asustarme ¿Verdad? Yo no creo en esas cosas – Le pregunté.
-
No, sólo te
cuento, Norma era médium en su época, después tuvo un accidente y quedó
postrada en la silla de ruedas.- Me dijo Gabriel.
- Yo solamente escuché que dicen que es rara en la familia.- El me miró con un particular brillo en sus ojos.
- Yo solamente escuché que dicen que es rara en la familia.- El me miró con un particular brillo en sus ojos.
-
Yo debo cuidarla día y noche, lo hago para
ayudar a mamá, la casa es muy grande y tiene mucho trabajo, a veces la saco a
pasear en su silla de ruedas, pero siempre por la noche, a Norma no le gusta que la vea la gente del barrio porque creen que es una bruja... Norma está
a punto de morir, ¿sabías eso?
Aquella noticia de que estaba a punto de morir
realmente me impactó,
-
No sabía
eso.- Le dije con un poco de pena.
-
Ella me habló de tu madre, es la única sobrina
que ella estima, Norma es malhumorada no quiere a nadie a veces ni a ella misma…
Así es, le queda poco tiempo de vida… me está enseñando a comunicarme con los muertos,
en el barrio dicen que Norma es bruja ¿te dije eso?
-
Yo no creo en
esas cosas.- Le repetí sonriendo.
-
Pero cuando
la conozcas vas a creer.- Dijo Gabriel – ¿Todavía la quieres ver?- me
preguntó.- Está en su cuarto. Estamos ya en el segundo piso.
-
No deberíamos
molestarla…- respondí tan sólo por decir algo.
-
¿Le tiene
miedo a la Norma por las cosas que dije?- Preguntó Gabriel.
-
¡No!-
Respondí.
-
Vamos, ella
de seguro te quiere conocer, a la tía Norma le gusta mucho celebrar la navidad,
me contó una vez que en este día es más fácil tener contacto con el más allá,
porque los difuntos quieren ver a sus familiares.- Insistió Gabriel – Acompáñame.
Accedí a ir con él, recorrimos un largo pasillo se
me hizo eterno, estaba oscuro sólo unas luces intermitentes alumbraban un poco
las paredes, un oscuro pasillo se presentó ante nosotros.
-
Espera,
llevemos unas velas, la habitación de Norma está muy oscura. La última puerta
es la de ella…- Me dijo mientras nos
adentrábamos más y más en el pasillo.
Gabriel iba unos pasos más adelante.
-
¿Es simpática?-
Le pregunté invadida por el temor y la curiosidad.
-
Tanto como
yo.- Me contestó a la vez que me guiño un ojo en señal de confianza…
Finalmente llegamos al final del pasillo y frente a
nosotros habia una enorme puerta de acero, aún recuerdo en detalle, tenía un
picaporte externo que me inspiró gran temor. Gabriel se asomó por una rejilla
corrediza que existía para mirar al interior de la habitación, era extraño, además
tenía seguros por fuera, ¿acaso la mantenían encerrada contra su voluntad ahí?
Me pregunté. Luego de observar por unos segundos me preguntó si me encontraba
lista para conocer a la tía Norma.
-
Creo que sí…
– Respondí no muy convencida.
Quitó los seguros de la puerta, procedió a abrirla en medio de un gran esfuerzo.
-Tú primero, vamos, entra…- Me dijo mientras
sostenía la puerta.
De no haber
sido por mi buena voluntad de asegurarme que no tuvieran a Norma encerrada
contra su voluntad, no hubiese accedido jamás a hacer todo esto que estoy
contando, todavía me arrepiento. Entré lentamente al cuarto y me di cuenta de
que todo estaba muy oscuro, no había luz por ninguna parte. Al preguntarle a Gabriel
por algún interruptor este me respondió que se encontraba un poco más adelante,
que continuara avanzando. Y así lo hice, caminé muy lentamente hasta que
comencé a escuchar un extraño jadeo, como si alguien respirara con mucha dificultad
a causa de una herida, asma o algo así, fue ahí cuando me di cuenta que ya
estaba más o menos por la mitad de la habitación, sostenía la vela con total
firmeza por temor a que se me cayera, mis manos temblaban, él me había hablado
cosas escalofriantes sobre la tía Norma, recordé que me dijo que ella le había
contado que cuando era joven había sido poseída por el diablo, pero yo no creo
en posiciones demoniacas, escuché como si alguien
se arrastrara por el piso.
-¿Tía Norma?…- Pregunté con miedo.- Soy Laura, tu sobrina. – La vela que sostenía se apagó sola dejándome
vulnerable ante la oscuridad de aquella enorme habitación, todavía no sé porque
desde que atravesé el umbral de la puerta comencé a sentir miedo, era extraño, cada
vez sentía más y más miedo, como ese terror que te da cuando eres niño y
alguien te apaga la luz, era un miedo profundo me temblaban las manos y la
boca, no sé por qué .
De pronto y en medio de la absoluta oscuridad, pude percibir un leve movimiento a mi izquierda, más específicamente en un rincón, era como si alguien se serpenteara en el suelo. Al no recibir respuesta alguna a la pregunta que hice me di cuenta de que ya no quería estar en ese lugar. Volví a preguntarle a Gabriel por algún interruptor, pero tampoco obtuve respuesta, se escuchó que cerraban la puerta y también los cerrojos. Miré hacia atrás y la puerta se encontraba totalmente cerrada, Gabriel se había marchado dejándome encerrada en la habitación de la tía Norma. En medio de la más profunda oscuridad comencé a escuchar unas tenebrosas carcajadas, venían del rincón donde algo se había movido. Las carcajadas comenzaron muy despacio y luego su nivel de volumen se elevó hasta convertirse en unos gritos estrepitosos, parecía que había varias personas en la habitación, podían oírse susurros, pasos, sonidos raros. Yo retrocedí invadida por el terror más grande que he sentido en mi vida hasta apoyar mi espalda contra la puerta por donde entré. – Empecé a gritar y a llamar a mi madre, pero la diabólica voz ahora repetía - Hie ego sum, in regno obumbratio, Et expecto… Novum corpus. Mis ojos se acostumbraban a la oscuridad y pude algo muy grande reptar por el piso.
Sentí unas
manos que agarraron mis tobillos y caí al suelo, el pánico se apoderó de mí
cuando comenzaron a arrastrarme con fuerzas por la, alguien que no podía ver con
precisión, pero tenía demasiada fuerza para ser la débil y anciana tía Norma de
la que me habían hablado, me arrastraban y me golpeaban, a su vez que las risas
continuaban, en un momento pude ver algo monstruoso, quien me arrastraba era un
persona de un gran tamaño, su cuerpo era obeso, no tenía forma, respetaba sobre el piso
produciendo un sonido raro y las manos que apretaban mis tobillos eran grandes,
en un momento puede ver parte de su rostro, era arrugado con los parpados
caídos y apenas se apreció en sus ojos un color amarillo, me miró y me desmayé. A los pocos minutos súbitamente la
puerta se abrió, era mi madre quien había llegado a ver qué pasaba, pude verme a
mí misma o al menos alguien igual a mí que abrazó a mi madre, quien me dijo
desde el umbral de la puerta.
-
Lo siento
mucho Laura, la tía Norma pagó mucho dinero por ti.-
Intenté
gritar pero me ardía la garganta y me costaba respirar, estaba tendida en la
cama de la tía Norma, junto a la cama vi el metal de la silla de ruedas brillaba
ante la luz de luna que ingresaba por la ventana, a fuera podía escucharse a
los vecinos que celebraban la navidad, lamentablemente ahora sé que las brujas son
reales, la tía Norma no era de este mundo, ella ahora habita mi cuerpo y yo he
quedado atrapada en el suyo.
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