Bella en el Olmo de las Brujas
Determinados casos
parecen envueltos por un velo de sombras y enigmas que permanecen enraizados
como misterios indescifrables. A lo largo de la historia se supo de muertes
inexplicables, asesinatos nunca resueltos que atrapan la imaginación de las
personas y resisten a las más intensas investigaciones. Este caso de homicidio
jamás resuelto se vio acompañado por rumores sobre brujería, espionaje y toda
clase de rarezas destinadas a nunca encajar como la solución.
Bella en el Olmo de las Brujas
Bella en el olmo de
las brujas, es la triste historia de una mujer desconocida que parece haber
surgido de la nada cuyo cuerpo sin vida fue descubierto en condiciones extrañas, en el interior de un árbol en las
profundidades de un bosque con
fama de embrujado en Inglaterra. Los
hechos se desarrollaron en épocas de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo
entero aguantaba la respiración temerosa de su destino.
La Historia del cadáver hallado en el olmo
Esta misteriosa
historia real comienza con 4 chicos de entre 12 y 15 años, llamados Fred,
Thomas, Robert y Bon . Era el 18 de abril de 1943 cuando este un grupo de adolescentes se toparon con una aterradora
escena en el interior del Bosque Hagley,
en la zona rural de Worcestershire en el
interior de Inglaterra.
Los chicos se
encontraban en la cacería de conejos cuando cruzaron una cerca que de una
propiedad privada, estaban nerviosos, porque sabían que no debían
ingresar en aquella zona. Por si fuera poco, ese día particular según
cuentan las crónicas de la época estaba nublado, frío y silencioso. A los
jóvenes les llamó la atención un gran olmo de apariencia siniestra y espectral,
un árbol de ramas secas y retorcidas con grandes brazos frondosos, se trataba
de un árbol bastante conocido en la región al que los locales habían apodado
Wych Elm (Olmo de las brujas), aunque nadie sabía los motivos.
El bosque tenía
fama de ser un sitio solitario, estaba rodeado por toda clase de rumores sobre
brujas, maldiciones y hadas malignas que habitaban en el interior. Desde la
Edad Media, este lugar sirvió como fuente de inspiración para toda clase de
supersticiones e historias paranormales. Cuando la noche caía, los viejos
árboles se cubrían de sombras y adquirían una apariencia siniestra. Se creía que el espíritu de una bruja podía
ser encerrado con existo dentro del hueco un árbol en este bosque embrujado
donde antiguamente se habían realizado sacrificios.
La historia de este
lugar empeoraría todavía más el día que los adolescentes tropezaron con
algo impactante que se convertiría en un gran misterio debatido hasta el día de hoy. Los jóvenes empezaron a
desafiarse para ver quién era el primero en tocar el tronco. El mayor de los
todos aceptó el reto y se acercó con cautela atravesando un suelo repleto de
raíces expuestas y vegetación pequeña.
A medida que se
acercaba al olmo, vislumbró el espacio
hueco en el centro del árbol que muchas personas afirmaban que se trataba de
una puerta al infierno, recordemos que a lo largo de la historia, las
diferentes culturas han elaborado sus propias versiones del infierno y, paralelo
a esto, también han surgido las leyendas sobre supuestos lugares que funcionan
como portales de intercambio entre la Tierra y el mundo de los demonios. Toda
esta riqueza de creencias populares ha contribuido a que algunos de los sitios
más insólitos alrededor del mundo sean considerados como “portales al infierno”
hasta nuestros días.
Regresando a los jóvenes, el mayor de ellos
que se atrevió acercarse al olmo notó un brillo que emanaba del interior y
cuando la curiosidad pudo más que el miedo extendió la mano para tomarlo. Totalmente
horrorizado, supo que había tomado un cráneo humano, resultaba evidente que el
cadáver había sido cuidadosamente dispuesto en aquel espacio.
El joven reaccionó
con un grito, momento en que los demás acudieron a observar por cuenta propia.
Una vez que el terror se apoderó de todos, decidieron emprender la huida y no
contar a nadie sobre aquel descubrimiento macabro.
El secreto era una
carga demasiada pesada para unos niños y uno de ellos acabó por contarles todo
a sus padres. Ellos llamaron a la Policía, y pronto un grupo de agentes y de
vecinos voluntarios rastrillaba el bosque. Dentro del olmo encontraron la
calavera y el resto del cuerpo, a excepción de una mano que apareció a bastante
distancia del árbol.
Las características
del hallazgo alimentaron hipótesis acerca de un ritual pagano. El cuerpo estaba
tan encastrado dentro del árbol que tuvieron que llamar a un leñador para poder
removerlo.
Hay historias de
reuniones de brujas y hechiceros en ese bosque desde la década de 1940. Ese
árbol era el sitio ideal para esconder un cadáver
Cuando los
detectives inspeccionaron la escena, encontraron la osamenta intacta en el
mismo lugar donde la habían descubierto los jóvenes. Encontraron también restos
de un vestido sencillo, zapatos con suela de caucho, un anillo de oro en la
mano izquierda y un chaleco tejido sobre los hombros. Al interior de la boca
encontraron un pequeño cilindro con un trozo de tela amarillo enredado y
depositado cuidadosamente en ese lugar.
Lo único que
faltaba era la mano derecha, y se encontró evidencia de que había sido
cercenada con una sierra. El asesino se había llevado la mano del cadáver. Los
investigadores también descubrieron restos de cinco velas que fueron colocadas
y consumidas por completo en el interior del árbol. No encontraron motivo o
indicio alguno de porque el cuerpo había sido dispuesto en ese lugar, pero la
ausencia de la mano y las velas apuntaban a un asesinato ritual.
En el laboratorio
forense, el profesor James Webster llevó a cabo un primer análisis. Determinó
que los huesos pertenecían a una mujer de aproximadamente 35 años de edad que
poseía una estructura dental irregular, había concebido al menos una vez en la
vida y su muerte se había suscitado aproximadamente año y medio antes.
Dado que no se encontraron
signos evidentes de trauma en los huesos, aparentemente había muerto asfixiada
por aquel trozo de tela que habían puesto en su boca. Además, su cadáver había
sido dispuesto al interior del Olmo de las brujas poco después de su muerte o
mientras agonizaba. No encontraron ninguna otra evidencia y la mujer
permaneció desconocida.
Los análisis
forenses no pudieron precisar la identidad de la difunta, pero sí determinaron
que era una mujer de mediana edad, de contextura pequeña, cabellos negros, dientes
irregulares, y que había dado a luz al menos una vez. Dadas las dimensiones del
tronco del Olmo, el forense dedujo que fue colocada allí cuando aún estaba
caliente, ya que el rigor mortis posterior hubiese imposibilitado la tarea. Eso
permitía afirmar que la mujer había sido introducida en su sepulcro vegetal
recién muerta o quizás todavía con vida.
También pudieron
comprobar que los pies habían sido metidos primero, algo que difícilmente
podría haber hecho una sola persona. Llegados a ese punto, la investigación no
pudo seguir adelante, el cuerpo
sencillamente desapareció, al igual que todos los registros. ¿Qué sucedió con
los archivos del laboratorio? Esa es una pregunta interesante. No sabemos qué
pasó, dónde están los registros o cualquier otra propiedad del laboratorio sobre
el caso en la actualidad, ni la Oficina de Registro Nacional, ni la Universidad
de Birmingham tienen los archivos forenses o el cuerpo, ni registros de
haberlos recibido alguna vez: todo simplemente desapareció.
Joyce M. Colley,
autora del libro "Bella, un asesinato sin resolución", que trata
acerca del caso, está convencida de que hubo un intento deliberado de despistar
a cualquier persona que intentara indagar sobre lo ocurrido.
"¡Y de qué
forma fue encubierto! Me gustaría saber por qué. Cuando se pide información,
ver el esqueleto o se pregunta algo, siempre se acaba chocando con una
pared", se queja en declaraciones al mencionado medio.
Coley recuerda que
en su momento, la Policía revisó inútilmente miles de registros en procura de
identificar el cadáver. Incluso maneja el dato, aunque reconoce que podría no
ser fidedigno de que llegó a circular un
identikit donde se presentaba a una mujer de pollera marrón, enagua verde, buzo
estampado y una alianza barata.
Sin cuerpo, sin
registros ¿Cómo supieron que se llamaba Bella? En realidad no está demostrado
que ese fuera el nombre, pero fue bautizada así por causa de ciertos hechos
ocurridos después del hallazgo del cadáver.
Fue cerca de
dieciocho meses después del descubrimiento. Comenzaron a aparecer pintadas que
preguntaban, con enormes letras '¿Quién puso a Bella en el Olmo?' Daba la
impresión de que alguien sabía algo sobre el crimen, y se comenzó a buscar
entre los reportes de personas desaparecidas para ver si había alguna Bella,
Anabella o Isabella. El nombre surgió de ahí", cuenta la escritora.
La difunta había
sido bautizada para la posteridad, si bien nunca se confirmó que tal nombre
fuese el verdadero. La policía no logró resolver el caso. Jamás identificaron a
la mujer ni al autor de los graffitis. Los muchachos que descubrieron por
accidente el cuerpo no quisieron volver al lugar de los hechos. El tenebroso
olmo del hallazgo se secó e incluso el esqueleto de la presunta ‘Bella’ tiene
actualmente paradero desconocido.
Aproximadamente 2
años después del hallazgo, la única pista que recibió la policía fue una
denuncia en forma de carta. El hombre que la escribió aseguraba haber trabajado
en una fábrica que se encontraba en el Bosque Hagley en la misma época en que
murió la mujer. De acuerdo con el testimonio, escuchó unos gritos y corrió para
ver que sucedía.
En el camino se
encontró con otro hombre que aseguró haber escuchado lo mismo. En esa ocasión,
llamaron a la policía para que determinara el origen de los gritos pero no
encontraron nada. Respecto a este hombre misterioso, si es que realmente
existió, jamás se supo nada.
El torrente de
personas desaparecidas que se generó con la guerra frustró aún más la
investigación. La limitada tecnología disponible en esa época y el hecho de que
comunidades enteras simplemente iban de un lugar a otro, hicieron de este caso
algo imposible de resolver.
Algunas de estas
publicaciones aseguraban que sectas Druidas habían resurgido en el medio del
bosque y que la muerte de la mujer formaba parte de un extraño ritual. Mientras
tanto, otros apuntaban que el crimen había sido cometido por un ente
sobrenatural que habitaba en las profundidades del bosque: un demonio, un
muerto viviente, una maldición.
Toda clase de
teorías surgieron aquí y allá. Tal vez la más aterradora (y menos viable) fue
propuesta por una profesora del Kings College de Londres, una eminente
antropóloga llamada Margareth Murray que había ganado popularidad por su
trabajo en la investigación sobre cultos de hechicería en Europa occidental.
La profesora Murray
estaba totalmente convencida de que “Bella” fue víctima de una conspiración
encabezada por miembros de un culto de magia negra que la habían sacrificado en
un ritual. En una polémica entrevista que ofreció a un periódico de Londres,
aseguró que su mano había sido cercenada para que los ocultistas pudieran
construir un poderoso artefacto místico conocido como Mano de la Gloria.
La Mano de la Gloria o la Mano del Muerto. Se
trata de uno los hechizos negros más temibles, heredado por la magia goética
del medioevo, muy recurrido durante la Edad Media y el Renacimiento. La Mano de
la Gloria era una herramienta poderosa que dejaba estupefactos e inmóviles a
todos aquellos que la presenciaban, simplemente quedaban paralizados. Se trata
de una mano humana momificada usada por los nigromantes para anestesiar a los
residentes de determinado lugar, de esta forma el hechicero puede hacer lo que
le venga en gana con la residencia. Se dice que fue originalmente concebida por
ladrones que se adentraron en el mundo de las artes negras. Este hechizo era
recurrido tanto para atacar a personas comunes, como para atacar a otros
hechiceros. La creación de la Mano de la Gloria implica llevar a cabo un ritual
horrible.
La profesora
Margaret Murray presentó una teoría sobre la víctima: Bella sería una
derivación de Belladona, la planta asociada a la brujería, al igual que el olmo
escocés (witch elm) donde fue encontrada. La mano cortada sería parte de un
ritual.
La teoría de la espía nazi.
Otra polémica
teoría que surgió en años posteriores tenía que ver con una carta enviada al
periodista Wilfred Byford-Jones, del periódico Wolverhampton Express and Star,
en el año de 1953. Fue escrita por un personaje que firmó con el nombre de Anna
Claverley, asegurando que tenía información fidedigna sobre la identidad de la
mujer y los motivos de su muerte.
De acuerdo con esta
carta, Bella era una espía de Alemania que fue enviada a la región en 1940 con
la misión de inspeccionar el terreno y preparar un despliegue de paracaidistas.
Se había hecho pasar como integrante de un circo ambulante, utilizando un
personaje de inmigrante como fachada.
Eventualmente se
supo la verdadera identidad de “Anna Claverley”, cuyo nombre real era Uma
Mossop, inmigrante holandesa cuyo primo había sido acusado de espionaje en
tiempos de guerra. Durante el interrogatorio, aseguró que su primo había
asesinado a Bella para impedir que revelara la identidad de los espías.
La versión de un posible culpable
Jack Mossop, quien
durante la guerra trabajaba en una fábrica de municiones. Según anécdotas de familiares,
él estaba involucrado de algún modo en el asesinato de la mujer cuyo cuerpo se
encontró en el olmo de Hagley Wood". En su confesión Mossop dice haberse
encontrado en un pub con el misterioso holandés, que se llamaba Van Ralt, y
quien estaba discutiendo con una mujer también holandesa. Según su relato, la
mujer se desmayó y ellos la llevaron al bosque y la colocaron dentro del árbol.
Van Ralt le dijo que volverían a buscarla al día siguiente, y Mossop sostuvo en
su confesión familiar que la mujer estaba viva cuando la dejaron.
Uma su esposa afirmaba
que por aquellos tiempos su marido comenzó a tener pesadillas recurrentes
acerca de una calavera, un árbol y una mujer que lo confrontaba. Al parecer los
hechos lo trastornaron profundamente, ya que apenas un año después murió en un
hospital para enfermos mentales. Tenía 29 años. Con esta nueva información, la
Policía intento dar con el tal Van Ralt, pero las pesquisas no tuvieron éxito y
el caso fue cerrado rápidamente una vez más.
Rascando hasta el
fondo en los archivos policiales, pudo hallarse una breve y al parecer olvidada
declaración, fechada el 7 de abril de
1944.
Según el documento,
un detective informó a su superior que una prostituta de Birmingham le había
contado que una mujer llamada Bella, que también era meretriz y trabajaba en la
misma calle que ella, había desaparecido tres años antes.
La identidad de la
mujer aún se desconoce: durante la II Guerra Mundial, los archivos de
desaparecidos de la zona estaban repletos, lo que entorpeció la investigación.
También se desconoce dónde se encuentra actualmente el esqueleto de la mujer.
Con el paso de los
años fueron apareciendo otras teorías sobre la identidad de la víctima: una
gitana muerta durante un ritual, una empleada recién llegada a una taberna que
fue asesinada por un cliente, una mujer que simplemente se ocultaba en el
bosque buscando protección contra los bombardeos y terminó en manos de un
asesino.
Y aunque surgieron
muchas explicaciones, ninguna encajó perfectamente en los acontecimientos por
lo que el caso fue nuevamente olvidado. Todo se redujo a simples
especulaciones.
La última vuelta de
tuerca en la historia de Bella tuvo lugar en 2009, año en que las autoridades
solicitaron la exhumación de los restos para que las piezas dentales fueran
examinadas por un grupo de dentistas forenses. Pretendían hacer una comparación
de los dientes y extraer material de ADN para el análisis. Cuando retiraron la
tierra de la sepultura, los médicos se quedaron mudos, el cuerpo había
desaparecido. Al interior del ataúd no encontraron más que rocas y un artículo
siniestro: los huesos de un pájaro que no pudo llegar hasta ese lugar sino por
obra de alguien que excavó y desapareció con los restos de Bella.
Cualquier tipo de
análisis moderno se vio imposibilitado ante la ausencia de ADN. En esa época,
empezaron a surgir rumores de que la policía había recibido un extraño sobre
anónimo que contenía un trozo de tela amarilla enredado cuidadosamente en un
cilindro. La policía jamás confirmó o negó esta información.
En la historia de
Inglaterra, el misterio de Bella resalta como uno de los más enigmáticos.
Actualmente, la policía no sabe mucho más de lo pudo investigar en la fecha que
se descubrió el cuerpo. Quién y porqué la mató son preguntas que probablemente
jamás obtengan respuestas, y mejor ni hablar sobre la identidad de la mujer, o
de la persona que escribió los mensajes.
Según el documento,
un detective informó a su superior que una prostituta de Birmingham le había
contado que una mujer llamada Bella, que también era meretriz y trabajaba en la
misma calle que ella, había desaparecido tres años antes.
La identidad de la
mujer aún se desconoce: durante la II Guerra Mundial, los archivos de
desaparecidos de la zona estaban repletos, lo que entorpeció la investigación.
También se desconoce dónde se encuentra actualmente el esqueleto de la mujer.
¿Espía, bruja,
prostituta? Hasta ahora nadie ha sabido decir a ciencia cierta quién era Bella,
o quién la metió en el olmo. ¿Quién
puso a Bella en el olmo?” una pregunta que lleva más de 70 años sin respuesta.
Bella en el olmo, es Un macabro caso que
la Policía británica no pudo resolver hace más de 70 años, que continúa
intrigando y generando hipótesis.
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