Las Gárgolas en las catedrales góticas, tienen
un gran significado, son las protectoras y su función es ahuyentar a los malos espíritus,
aunque para
muchos es una representación de los demonios que no pueden acceder a la iglesia,
para otros, fueron puestas allí para alejar los espíritus diabólicos, un alo de
misterio las envuelve.
La palabra gárgola deriva de la palabra
francesa gargoille, que significa garganta. Y eran usadas como desagüe para
expulsar el agua de la lluvia lejos de la catedral. La edad media nunca
renunció a lo fantástico ni al mundo antiguo, un mundo que por mucho tiempo
alimentó la imaginación de las personas. Se dice también que las gárgolas
fueron desarrolladas por arquitectos y escultores medievales, con el objetivo
de mostrar al hombre la existencia de un mundo imperfecto y son solamente elementos
decorativos, son mucho más, se asoman desafiantes en las cornisas de las
grandes catedrales góticas. Como monstruos infernales, imágenes grotescas,
muecas burlonas o animales dantescos. Cualquier representación es buena si
consigue su objetivo, que es custodiar el recinto sagrado de los ataques del maligno.
Son las defensoras, custodias y protectoras más poderosas.
Esta catedral tiene dos torres de 69 metros en su fachada,
pero uno de sus grandes atractivos son el conjunto de gárgolas de piedra que
presenta. Las gárgolas son figuras misteriosas que representan una fusión entre
hombres, animales, monstruos o demonios. Algunos dicen que representaron
antiguamente a demonios huyendo de la iglesia; otros, que funcionan como espantapájaros
para malos espíritus, en Notre Dame hay 54 gárgolas de formas y tamaños diferentes,
asustando con su presencia a los turistas y, a otros, despertando su
creatividad.
Los turistas en Paris suelen escuchar la
leyenda de Juana de Arco. Se relata que la noche en donde la quemaron en la
hoguera, las gárgolas despertaron de su sueño de años y arrasaron la ciudad por
la noche. Los monstruos alados y cornudos contemplaron desde lo alto la muerte
de una inocente; por ello, decidieron vengar su muerte. A la mañana siguiente,
cuentan, que aparecieron cientos de cadáveres de personas por las calles de
París.
Refiere la tradición oral francesa la
existencia de un dragón llamado La Gargouille , descrito como un ser con cuello largo
y reptilíneo, hocico delgado con potentes mandíbulas, cejas fuertes y alas
membranosas, que vivía en una cueva próxima al río Sena.
Los habitantes del cercano Rouen
intentaban aplacar sus accesos de mal humor con una ofrenda humana anual
consistente en un criminal que pagaba así sus culpas, si bien el dragón prefería
doncellas.
En el año 600 el sacerdote cristiano
Romanus llegó a Rouen dispuesto a pactar con el dragón si los ciudadanos de
esta localidad aceptaban ser bautizados y construían una iglesia dedicada al
culto católico.
Equipado con el convicto anual y los
atributos necesarios para un exorcismo –campana, libro, vela y cruz–, Romanus
dominó al dragón con la sola señal de la cruz, transformándolo en una bestia
dócil que consintió ser trasladada a la ciudad, atado con una simple cuerda.
Las primeras gárgolas aparecen a comienzos del siglo XII. Es en la época del gótico, concretamente durante el siglo XIII, cuando se transforman en el sistema predilecto de drenaje, si bien no todas ellas tenían esta utilidad.
Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en
Las gárgolas del primer gótico apenas si
estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo
cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte. El rasgo
distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente
horribles, grotescas o irónicas.
En general, el gótico se caracteriza por
ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen
perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y
monstruosas.
Desde finales del siglo XIII las gárgolas
se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que
fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se
transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas. Las connotaciones
demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y
expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más
cómicas.
Las gárgolas eran algo más que una decoración funcional, si bien su significado profundo permanece aún sin determinar. Entre las numerosas que pueblan los edificios medievales no se han podido encontrar dos iguales, demostración de la extraordinaria imaginación de sus constructores.
Son muchas las explicaciones que se han intentado buscar, a lo largo de los siglos, para explicar el significado oculto de las gárgolas. Se han visto como símbolos de lo impredecible de la vida, pues nunca representan especies animales conocidas.En otros casos, se ha dicho que son las almas condenadas por sus pecados, a las que se impide la entrada en la casa de Dios. Esta podría ser una interpretación apropiada, especialmente, para las gárgolas más visibles y terroríficas, que pueden servir como ejemplo moralista de lo que puede ocurrirle a los pecadores.
De todas las explicaciones posibles, la más aceptada es aquella que nos habla de ellas como guardianes de
Una de las teorías explica que se creaban como protectoras de
Esta línea argumental es la seguida por
Richard de Fournival, Obispo de Amiens en el siglo XIII, y autor de Roman
d’Ablandane, donde cuenta cómo el maestro cantero Flocars hizo dos gárgolas de
cobre, que situó en la puerta de entrada a la ciudad de Amiens, con la
intención de que evaluaran las pretensiones de todo aquel que quisiera entrar
en ella.
Si el individuo era malévolo, las gárgolas escupían un veneno sobre él que lo mataba; por el contrario, si era una buena persona, los guardianes se encargaban de escupir oro y plata.
Entre las posibles interpretaciones que se han atribuido a las gárgolas destacan aquellas que las asimilan a representaciones del demonio, tan presente en el imaginario colectivo medieval, que recuerda al cristiano la necesidad de seguir los preceptos religiosos si quiere escapar del infierno.
Así, muchas de las llamadas gárgolas grotescas parecen representar a dragones, diablos y demonios, símbolos del mal para el cristiano de
El dragón fue el animal fantástico más reproducido por el arte medieval. La palabra dragón deriva del sánscrito dric, que significa "mirar", en referencia a la capacidad de este animal para destruir con sus ojos.
Mientras que otros, como el león, podían alternar su carácter maléfico y benéfico, según la representación que se considerase, el dragón siempre ha significado, dentro del arte occidental, maldad y destrucción. De esta forma, muchas veces se ha representado al diablo como un dragón.
Aunque el arte medieval no predeterminó una representación fija del dragón, sí puede observarse en todos ellos la existencia de alas semejantes a las de un murciélago, animal asociado a la oscuridad y el caos. Alas que, probablemente, indican el origen angélico del demonio.
Como es de sobra conocido, antes que Lucifer se revelase y fuera expulsado del paraíso, era el más bello de todos los ángeles. Pero cuando cayó, toda su belleza se transformó en fealdad, cambiando su nombre por el de Satán, que significa "adversario u oponente".
Si uno es el diablo, Satán, muchos son los demonios, espíritus maléficos servidores del ángel caído. Su representación en la iconografía medieval recoge todo lo que de repugnante y desagradable tenía la naturaleza: si Dios era el Creador de todas las cosas bellas, su oponente, Satán, sólo podía representar lo feo, sórdido y despreciable.
Ciertas gárgolas muestran estas características, sólo atribuibles al demonio y sus servidores. Si bien la apariencia externa es humana, hay numerosos signos demoníacos: los cuernos, las orejas animales puntiagudas, los colmillos, las barbas, las alas membranosas, la cola, los pies en forma de patas hendidas y desgarradoras, los cuerpos desprovistos de vello y el semblante amenazador.
Una gárgola con alguna de estas características, sino todas, era inmediatamente asociada al mal, por parte de sus espectadores medievales.
La fisionomía polimórfica de estas gárgolas diabólicas era la expresión perfecta de la habilidad del demonio para transformarse, para presentarse ante el cristiano desprevenido bajo diversos disfraces.
El origen de las gárgolas se remonta a la Edad Media y se relaciona con el auge de los bestiarios y los tormentos del infierno. Cierto es también que la imaginación de los artistas
medievales estaba abonada por mitos aún más antiguos. De hecho, las primeras gárgolas
fueron bautizadas con el nombre de 'grifos', o bien evidenciando así su raigambre clásica No
obstante, la iconografía gargólica no se limitaba a la mera representación de
grifos, sino que plasmaba, además, otros seres fabulosos que podían tomar la
forma de animales, seres humanos o una mezcla de ambos; pero siempre
representados de manera más o menos monstruosa. En la época actual podemos encontrar la serie Gárgolas que representa los poderes supuestos
mitológicos que estas rocas con forma monstruosa desempeñaban.
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