Ver el destino como un ser abstracto que
dicta nuestros actos es una idea que forma parte de la humanidad desde tiempos
antiguos, aunque originalmente se tenía la idea del destino, este no tenía una
apariencia definida, solo una idea abstracta e incluso concebida como una sola
diosa del destino como es el caso de la Ilíada de Homero cuando mencionan a “La Moira ” que hilaba la hebra
de la vida.
Las Moiras son la personificación del
Destino. Inicialmente, todo ser humano tenía su Moira, pero luego el concepto
se vuelve más abstracto y se convierten en una divinidad femenina. Su carácter
es totalmente impersonal e inflexible como la concepción que tenían los griegos
del Destino. Después de la epopeya homérica (La Ilíada y La Odisea ), se
institucionaliza la idea de tres Moiras: Átropo, Cloto y Láquesis. Su función
es regular la vida de cada mortal, desde su nacimiento hasta su muerte, con
ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba, y la tercera
cortaba cuando llegaba el final de esa existencia.
Ellas son las que
impiden que un dios intervenga en batalla, para evitar la muerte de un mortal,
cuando éste es ya su destino.
Cloto era la (Hilandera), hilaba la hebra de la vida con una
rueca y un huso, era la más joven. También tomaba decisiones importantes, como cuándo nacía una
persona, controlando por tanto las vidas de las personas. Este poder le
permitía no sólo elegir quién nacía sino también decidir cuándo los dioses y
los mortales debían salvarse o morir. Por ejemplo, cuando Pélope fue asesinado y cocido por su padre,
fue Cloto quien le resucitó.
Como una de los tres hados, su
contribución a la mitología fue inmensa. Cloto, junto con sus hermanas y
Hermes, recibió el crédito de crear el alfabeto para su gente. Aunque Cloto y
sus hermanas eran diosas reales, su representación del destino está más enfocada
sobre la mitología griega. Las hebras representan la vida humana y sus
decisiones representan el destino de todas las personas en la sociedad.
Láquesis (La que echa suertes), Media con su
vara la longitud del hilo de la vida, tejía el destino. Determinaba el futuro de
las personas, es ella quien decide la
longitud del hilo de cada una de las vidas humanas y, por tanto, la duración de
la vida correspondiente a cada persona. Láquesis es representada como una matrona desenrollando una tira de papel en la que está escrito
el destino de los humanos. Otras representaciones la muestran como una mujer
vieja, coja y fea. En la mitología romana corresponde
a Décima.
Átropos (Literalmente la que no gira,
inevitable),. Era quien cortaba el hilo de la vida eligiendo la forma en que
cada hombre moría con sus “tijeras”. Inclusive el destino de los dioses. A
veces llamada Aisa, era la mayor de las tres Moiras.
Átropos elegía el mecanismo de la muerte y
terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus «aborrecibles
tijeras». Trabajaba junto con Cloto, quien hilaba la
hebra, y Láquesis,
quien medía su longitud.
No está claro si Zeus era superior a las Moiras o si estaba sujeto
a ellas igual que los mortales. Su equivalente en la mitología romana era Morta (‘Muerte’).
Las Moiras son
hijas de Zeus (dios de los dioses) y de Temis (diosa de la Ley ) y hermanas de las Horas.
Según otra tradición, eran hijas de la
Noche , como las Ceres, por lo que pertenecían a la primera
generación divina. En este caso, serían titánides (de la generación de lo
Titanes).
La vida era determinada
por hilos: Blancos o dorados para los momentos en la vida de felicidad, y de lana negra los momentos de dolor.
Los romanos la llamaron Morta (muerte) y
es a ella cuando mencionaba a “La
Parca ” en singular.
Según la tradición griega, las Moiras se
aparecían después de tres noches del nacimiento para determinar el curso del
resto de su vida. Todas eran reverenciadas y temidas especialmente por el papel
de Átropos. Con el paso del tiempo se difundió este mito entre las diferentes
culturas y pueblos europeos y nórdicos, es así que en la mitología nórdica se
las conoce como “las Nornas” y en la mitología Báltica se encuentra a Laima con
sus dos hermanas.
Incluso los dioses temían a las Moiras, tanto así que
el mismo Zeus estaba sujeto a sus
designios según la sacerdotisa Pitia de Delfos, sin embargo el origen de las
Moiras se sortea entre muchos, algunos defienden que Zeus es el dador del
destino aunque no define el fin del mismo, y es bien conocido que en general
los griegos afirmaban que las moiras eran hijas de seres primordiales como Nix
(la noche) y Caos o Ananké (la
Necesidad ).
Estas hermanas se representaban como
tres mujeres de aspecto severo y lejano, vistiendo túnicas; Cloto portando una
rueca, Láquesis con una vara, una pluma o un globo del mundo y Átropos con unas
tijeras o una balanza. También se les ha representado como tres viejas
hilanderas.
En
Roma, equivalen a las Parcas, con la variación de que una preside el
nacimiento, otra el matrimonio y la otra la muerte. También conocidas como las
Tres Hadas.
En la mitología romana, se las
conocían como las Parcas, eran las personificaciones del Fatum o destino. Sus
equivalentes griegas eran las Moiras y
las Nornas en
la Mitología nórdica de
los pueblos germanos septentrionales. Controlaban el metafórico hilo de la vida
de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Incluso los dioses temían
a las Parcas: el propio Júpiter estaba
sujeto a su poder. Las parcas son
las diosas del destino. Son tres hermanas hilanderas que personifican el
nacimiento, la vida y la muerte. Escribían el destino de los hombres en las
paredes de un enorme muro de bronce y nadie podía borrar lo que ellas
escribían. Se llamaban Nona, Décima y Morta. En
griego se llamaban: Cloto, Láquesis y Átropos. En la mitología nórdica eran conocidas como Urðr (o Urd, "lo que ha ocurrido", el destino), Verðandi (oVerdandi,
"lo que ocurre ahora") y Skuld ("lo que debería suceder, o es
necesario que ocurra"). Las tres se dedicaban a hilar; luego cortaban el
hilo que medía la longitud de la vida con una tijera y ese corte fijaba el
momento de la muerte. Ellas hilaban lana blanca y entremezclaban hilos de oro e
hilos de lana negra. Los hilos de oro significaban los momentos dichosos en la
vida de las personas y la lana negra, los periodos tristes.
Las nornas viven bajo las raíces del fresno Yggdrasil,
el árbol del mundo en el centro del cosmos, donde tejen los tapices de los
destinos y riegan el fresno con las aguas y la arcilla provenientes del pozo de Urd para que éste no pierda su verdor ni
se pudra. La vida de cada persona es un hilo en su telar, y la longitud de cada
cuerda es la duración de la vida de dicha persona. De esta manera, todo está
preordenado en la religión nórdica: incluso los dioses tienen sus propios
tapices, aunque las nornas no se los dejan ver. Este claro sometimiento de los
dioses a un poder fuera de su control y la implicación de que ellos, también,
tendrán un final algún día, son temas trascendentes en la literatura que rodea
la mitología nórdica.
Las tres nornas que controlan el destino
existen en un viejo y profundo nivel mítico, aunque probablemente no tan viejo
como el arte de hilar y tejer en sí. La contraparte de las nornas entre los
griegos eran las moiras,
conocidas por los romanos como parcas.
Finalmente lo que queda claro para todos
es que a pesar que los inmortales dispensaban entre los humanos penas, dichas,
recompensas y castigos cosas que el ser humano conseguían en toda su vida, solo
las Moiras decidían el límite temporal de esta y su evento final con la cual
caracterizaron para siempre a estas hermanas del destino.
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