Lizzie
Borden
(1860-1927)
Lizzie Andrew Borden nació el 19 de julio de 1860, en la localidad
de Fall
River, Massachusetts, bajo el cobijo de una familia
acaudalada, su padre, Andrew Jackson Borden, era
un hombre de negocios de la zona con varias propiedades en el pueblo, su madre,
Sarah Anthony Morse, falleció en 1863, y dos años después
Andrew Borden volvió a contraer matrimonio con Abby Durfee Gray. Lizzie
tenía además una hermana mayor, Emma Lenore Borden (1 de marzo de 1851 ) que, como ella, nunca se llegó a
casar.
La vida de los Borden era cómoda y
holgada, gracias a los ingresos de Andrew Borden, aunque no fue una familia
feliz, ni Lizzie ni Emma soportaban a su madrastra, Abby, a la que consideraban
una mujer grosera e interesada. Su relación se deterioró mucho en los últimos
días de su convivencia, a pesar de que Abby fue su madrastra durante 28 años.
Andrew y Abby no tuvieron hijos juntos, pese a que su madre murió cuando ella
era un bebé, pronto su padre encontró una nueva esposa, por lo que crecería
viendo a esta, Abby Borden,
como su referente materno desde los cuatro años de edad. En la sociedad del
siglo XIX, el hecho de que Abby procediera de una familia humilde
hizo que nunca se sintiera totalmente acogida por Lizzie y su hermana.
Para Andrew
Borden, el cabeza de familia, su esposa era lo más importante. Tenía una
cabeza fría y calculadora para los negocios, y estos no le permitían pasar
mucho tiempo en casa, pero estaba completamente enamorado de Abby, hecho que no
hacía más que tensar la relación con las hijas.
Andrew conocía el
odio que sus hijas tenían a su madrastra, quiso poner algunas propiedades a su
nombre de su esposa, allá por 1892, se esforzó en llevarlo en estricto secreto, pero Lizzie consiguió enterarse y salió corriendo a comprar veneno a
un establecimiento cercano.
Dejando a
un lado las suspicacias acerca de lo fácil que era adquirir veneno en la época, por suerte (no para
Lizzie) no siempre resultaba demasiado eficaz. Ya habían envenenado antes a la familia, pero
lo único que notaron es que se encontraron indigestos todos al mismo tiempo.
Lizzie administró veneno a la comida
del matrimonio, lo único que al ingerir el veneno fueron problemas estomacales
durante varios días.
En la mañana del 4 de agosto de 1892, Andrew Borden y su
mujer fueron asesinados con un hacha en su propia casa, las únicas personas
presentes en la residencia familiar en aquel momento eran Lizzie y la
sirvienta, Bridgette Sullivan, que llevaba trabajando para la familia más de
dos años. Emma Borden se encontraba entonces de visita en casa de unos amigos.
El tío materno de las hermanas Borden, John Vinnicum Morse, estaba de visita en
casa de los Borden aquellos días, pero no se encontraba en la casa cuando
tuvieron lugar los asesinatos.
Aquella mañana, Andrew Borden había ido al
centro del pueblo a hacer algunas acciones al banco y a la oficina de correos.
Regresó a su casa en torno a las 10:45 de la mañana, aproximadamente media hora
después, su hija Lizzie descubrió su cadáver, según el testimonio de Bridget
Sullivan, que se encontraba en su cuarto, en el piso superior descansando,
sobre las 11 de la mañana Lizzie gritó su nombre, y le dijo que alguien había
matado a su padre. El cuerpo de Andrew Borden se encontraba recostado en el
sofá del salón, con el cráneo gravemente mutilado y con la cabeza ladeada, como
si lo hubiesen asesinado mientras descansaba.
Pocos minutos después, varios amigos y
vecinos, enterados de lo sucedido, fueron a la casa de los Borden para
tranquilizar a Lizzie. Fue entonces cuando la criada y una vecina, Alice
Churchill, descubrieron en la habitación de invitados, en el primer piso, el
cuerpo inerte de Abby Borden, cuyo cráneo también había sido golpeado numerosas
veces con un objeto afilado.
Lizzie, muy
afectada, contaba cómo había entrado alguien a asesinar a su padre mientras ella se
encontraba en el patio, desde donde además había oído entrar a su madrastra.
En realidad nunca
salió de casa. Al subir las escaleras, se encontraron a Abby en un
charco de sangre. Había sido atacada por la espalda, y le habían apuñalado
hasta 19 veces con el hacha. El arma homicida
fue encontrada en el sótano de la casa.
Ya desde el
primer momento, la noticia saltó a la prensa nacional
y el caso se convirtió en todo un fenómeno mediático seguido por todo el país
en lo que podríamos llamar los inicios del sensacionalismo.
Durante muchos años después de la muerte de la primera esposa de Andrew
Borden, en la casa de la familia, situada en el número 92 de Second Street en
Fall River, la vida se había tornado incómoda y desagradable entre el señor y
la señora Borden y las hijas de aquél. El primer piso estaba dividido en dos,
cada parte con unas escaleras de acceso distintas; la parte delantera para las
hermanas Borden, y la trasera para Andrew Borden y su esposa. En muchas
ocasiones la familia no comía junta. Precisamente el día que tuvo lugar el
doble asesinato, el tío materno de las hermanas Borden se encontraba en la casa
para establecer una herencia de su difunta hermana, la primera esposa de Andrew
Borden. Poco antes de los asesinatos tuvo lugar una discusión en la casa a la
que Lizzie y Emma respondieron con un prolongado viaje; no obstante, Lizzie
regresó antes de lo previsto a su casa. Por aquellas fechas el farmacéutico
local, Eli Bence, se negó a venderle ácido prúsico,
supuestamente para que Lizzie pudiese limpiar un abrigo. También por aquel
entonces la familia cayó enferma de lo que se diagnosticó podía ser una indigestión
provocada por comida en mal estado; la señora Borden afirmó que alguien había
intentado envenenarlos.
Matrimonio Borden
Lizzie Borden fue detenida el 11 de agosto;
el juicio comenzó diez meses después en New Bedford, Massachusetts.
Su testimonio parecía incoherente e inverosímil, y su comportamiento le granjeó
las sospechas del público. Fue acusada de los asesinatos y su defensa estuvo
dirigida por el ex gobernador de Massachusetts, George D. Robinson, y
Andrew V. Jennings.
Durante la investigación se encontró un
hacha en el sótano de la casa de los Borden y se supuso que debía ser el arma
homicida. Aunque estaba limpia, el hacha tenía el mango roto, algo que la
acusación alegó podría ser porque el mango estaba manchado de sangre. Un
policía interrogado en el caso afirmó que al lado de la cuchilla había un mango
de hacha, y el forense declaró posteriormente que no hubo tiempo material para
limpiar el hacha después de los asesinatos.
Nunca se encontró ropa alguna que estuviese manchada de sangre.
Pocos días después de los asesinatos, una vecina observó cómo Lizzie Borden
quemaba en el fogón de la cocina un vestido azul que, según ella, se había
manchado con pintura fresca, y había quedado inservible.
A pesar de las circunstancias, Lizzie
Borden fue absuelta por el jurado tras sólo hora y media de deliberación. El
hecho de que nunca se encontrase el arma homicida ni ropa alguna que pudiese
incriminarla, además de que la historia del ácido prúsico y
su testimonio inicial no fueron considerados durante el juicio, ayudaron a que
Lizzie no fuese finalmente condenada. Además en aquellos tiempos tuvo lugar
otro asesinato en la zona, aunque el asesino, José Correira, no se encontraba
en el país cuando Andrew y Abby Borden fueron asesinados.
Lizzie Borden consideraba el amor de su padre
hacia su madrastra como una amenaza directa para la futura herencia de la
riqueza familiar en perjuicio de su hermana y ella misma. Al matar a su padre y
a su madrastra, despejaba el camino de la herencia, que de este modo no
tendrían que compartir con un elemento "extraño" de la familia. Si en
verdad los asesinó, seguramente fue por conservar lo que consideraba sus bienes
y derechos.
Pero había otros motivos, mucho más poderoso y
que tenía nombre de mujer, Nancy O'Neill, la hermosa jovencita de quien Lizzie
estaba profundamente enamorada y que se convirtió en su amante secreta durante
muchos años. Una versión asegura que el padre descubrió los amoríos lésbicos de
su hija y que Lizzie lo asesinó para impedir que la separase de su joven novia.
La muerte de su madrastra fue la consecuencia lógica de ese plan.
Una versión que circuló después, afirmaba que
Lizzie se había desnudado por completo para cometer los asesinatos y poder
después lavarse la sangre. No
era cierto que en el momento de los hechos, Lizzie estuviese en los establos,
pues el calor que solía hacer allí dentro no se soportaba muchos minutos, ni
tampoco había polvo de pisadas en los tablones. Cuando el portavoz del jurado
pronunció el veredicto de "no culpable", el público de la sala
comenzó a aplaudir y a felicitar a la mujer, quién rompió a llorar pidiendo que
se le llevara a casa.
Aunque Hollywood puso a Lizzie la etiqueta de
homicida y persistieron los rumores de que era una cruel asesina, la
verdad la mujer de treinta y dos años
fue absuelta por el jurado y vivió una vejez tranquila de mujer amable y
protectora de los animales. Lizzie vivió con su hermana hasta 1923, año en que
se separaron. Pasaron
años, pero la vieja copla siguió amargando la vida de Lizzie Borden y los
museos de figuras de cera continuaban presentándola como una desalmada criminal.
Sus familiares y amigos la abandonaron. En sus últimos días, no hubo ya
visitantes en la mansión Fall River.
Muchos historiadores del crimen trabajan todavía
por limpiar el nombre de Lizzie Borden, tenida durante mucho tiempo por la
diabólica asesina del hacha, que “dio cuarenta hachazos a su madre... y
cuarenta y uno a su padre”.
En la
actualidad, existen películas, una serie para televisión e incluso una ópera
rock sobre el caso de los Borden, el hogar de los Borden ahora es una
casa-museo, a la que se acercan visitantes de todo el mundo deseosos de ver las
habitaciones donde tuvieron lugar los asesinatos, e incluso pasar una noche
allí.
Pese a que ella siempre se declaró
inocente, era despreciada por la sociedad que la consideraba una asesina
sanguinaria, entonces ella cambió su nombre, Lizzie Borden
murió dejando una fortuna para obras de beneficencia, hasta su muerte en 1927,
fue humillada en una de las canciones más crueles de la historia, Lizzie Borden
murió de neumonía el 1 de junio de 1927, y fue
enterrada en Fall River. Su hermana, con la que no tenía ya mucha
relación, falleció nueve días después.
La copla
sobre Lizzie, que cantaban los niños al saltar la soga.
Lizzie Borden took an axe
And gave her mother forty whacks.
And when she saw what she had done,
She gave her father forty-one".
And gave her mother forty whacks.
And when she saw what she had done,
She gave her father forty-one".
Lizzie
Borden tomó un hacha
Y
le dio a su madre cuarenta golpes.
Y
cuando vio lo que había hecho,
Le dio a su padre cuarenta y uno ".
El fantasma de Lizzie
Aunque la historia en sí ya da terror, hoy por hoy muchas personas
siguen visitando lo que antiguamente era su residencia. En la actualidad posee
el nombre de: The Lizzie Borden Bed & Breackfast.
Es
algo así como un museo en donde los guías te cuentan toda su historia, y sobre
todo lo que más atrae son sus apariciones en la misma casa-museo.
No
muchos pueden tener el "honor" o ser desafortunados (dependiendo de
tu punto de vista) que pueden verla en persona. Se hablan de muchas, pero pocas
están claras.
Sin
embargo, de nuevo este museo vuelve a ser noticia: ya que se afirma que una
joven que realizaba el tour, pudo sacarle una foto al fantasma de la asesina
despiadada.
Al parecer Joanne
se encontraba revisando las fotos que había sacado de la reciente
visita a uno del dormitorio de Aby
Borden (La madrastra). Cuando
observó bien la foto, se percató de de algo muy inusual.
El gerente del
museo, asegura que no es la
primera vez que alguien puede
ver cosas y figuras extrañas en ese mismo espejo.
Él mismo asegura que dependiendo del lugar en el que te sitúes, puedes ver o no un reflejo de lo más extraño. Puede que se trate de una simple pareidolia producida cuando una determinada cantad de luz, se refleja en el cristal. Haciendo así que se vea algo extraño.
Pero el mismo gerente asegura que un profesor de psiquiatría tomó hace años una foto en la misma habitación y en ella, se podía ver una niebla misteriosa que a día de hoy sigue sin explicación.
Él mismo asegura que dependiendo del lugar en el que te sitúes, puedes ver o no un reflejo de lo más extraño. Puede que se trate de una simple pareidolia producida cuando una determinada cantad de luz, se refleja en el cristal. Haciendo así que se vea algo extraño.
Pero el mismo gerente asegura que un profesor de psiquiatría tomó hace años una foto en la misma habitación y en ella, se podía ver una niebla misteriosa que a día de hoy sigue sin explicación.
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