miércoles, 23 de julio de 2014

Un Cuento de terror de Gótica "Oscuridad"




Oscuridad

Aquella noche, estaba aburrido, a veces la soledad se intensifica más cuando estamos aburridos, el aburrimiento es como la melancolía, cuando te acostumbras a estar solo el aburrimiento pasa a ser un estado natural, pero este aburrimiento latente en mi era ya demasiado viejo y hasta me provocaba ansias, a si que me dispuse a dar un paseo nocturno, ya era parte de mi rutina, caminar por las oscuras calles de esta ciudad, los árboles y plantas exhalaban aromas encantadores para mis sentidos, la ausente luna en el cielo hacia brillar más aún a las estrellas en su firmamento, desde hace muchos años la soledad y la oscuridad son mis aliadas y fieles amigas, ya que el amor esta lejano en mi vida, sí alguna vez amé con locura, solía verme en sus ojos verdes y sentir un amor que quemaba mi alma, pero eso del amor parece no ser para mí,  no tuve suerte y termine solo. La noche era perfecta, decidí caminar por las viejas vías del tren cuando allí sentada sobre el andén la vi, era una mujer tan hermosa que su belleza
deslumbraba, tenía un largo vestido negro con largas mangas, su cabello negro y largo, su piel pálida y sus ojos grandes y celestes como las diáfanas aguas del mar, parecía apenada con la cabeza apoyada en sus rodillas, me acerqué despacio para no asustarla,
- ¿Necesita ayuda señorita? - Pregunté, ella levantó la cabeza, sentí
perderme en aquellos extraños ojos, era tan parecida a mi ex amada, aquella que me dejo abandonado a mi suerte en un sucio bar del centro de Buenos Aires después de haberme robado mi alma enamorada.
- Me encuentro tan sola en el mundo que esta hermosa noche sin luna
me entristece el alma. ¿Jamás se sintió solo en el mundo?, de que
sirven las cosas materiales si se esta solo sin nadie con quien
compartirlo.- Dijo ella.
Parecía haber leído mis pensamientos, porque por las noches con mis treinta años, también muchas veces me plantee lo mismo, me acomodé junto a ella,
- ¡Sí!.. Muchas veces pensé que estoy solo en este mundo material, pero también sé que no puedes proyectar tu vida sobre un amor incierto A veces deseo llegar a casa y encontrarme con alguien que me espere. - Dije mirándola a los ojos,
- Somos dos almas solas... ¿Quieres mi compañía por esta noche?- Me
preguntó ella.
- ¡Sí! - Conteste, ella sonrió por unos segundos miré su escote era tan
abierto que casi llegaba a su vientre, sus senos redondos y perfectos me invitan a desnudarla en mi mente. Puso su mano en mí rodilla y me
observó directo a los ojos, sentí en mi sangre reptar ansiosas víboras en celo.
- Creo que vamos hacer grandes cosas juntos, se nota que tu alma es
pura. – le dije-
- No tanto como crees. - Me dijo muy cerca de mis labios, su respiración era fría.
- ¿Vamos a mi departamento o al tuyo? -Pregunté ansioso.
- No tengo domicilio... vivo en la oscuridad... soy un ser más de la
noche...Cualquier caminante nocturno puede contarte sobre mí hay
que andar con cautela por la oscuridad. - Dijo ella
- Me fascinan los retos... Amo los seres perversamente oscuros, no le temo señorita solo noto en usted  una extraña solitaria que necesita la compañía de un hombre. - Le dije, luego me levanté, extendí mi mano, ella la tomó,
caminamos a mi casa.

Giré la llave nervioso, encendí la luz, ella al ingresar la apago, busqué velas en la alacena  mientras que ella daba vueltas por el lúgubre pasillo, miraba todo siendo iluminada apenas por la penumbra de tres velas que puse junto al sillón; me desnudaba con la mirada, era tan extraña y hermosa que apenas si podía creer que hubiese aceptado venir a mi departamento. Se acercó con pasos mudos hacia mí, me senté en el sillón a contemplarla, tomamos unas bebidas fuertes para entrar en calor, aunque ella bebió mucho más que yo, en un momento determinado de la noche cerca de las 4 a.m se puso de pie frente a mí, dejó caer su largo vestido negro con elegancia, su figura era perfecta, me tomó con fuerza de la nuca, no la creí tan fuerte,
- Júrame que vas a entregarte a mí totalmente. - Dijo con el rostro inexpresivo
- ¡Sí!... - contesté con una trémula voz.
- Sí que... quiero escuchar, un si lo juro...prometo entregarme en cuerpo
y alma. -Dijo ella luego paso su lengua por mi cuello, el aire estaba
enrarecido, y yo segado por su belleza, estaba seguro que aquella
chica se entregaría como ninguna otra, se notaba salvaje y dominante.
- Juro entregarme en cuerpo y alma... hace de mí lo que desees, esta
noche soy tuyo. - Dije, ella sonrió macabramente.
- Son todos iguales, todos los hombres se creen invencibles. - Dijo ella poniéndose su vestido.
- ¿No me dijiste tu nombre?... yo no soy como todos, me encantaría
volverte a ver. -Dije luego.
- Te hago una pregunta... ¿Por qué no me temiste? - Me preguntó
- Como voy a sentir miedo de una mujer que aparentaba ser frágil. Contesté.
- Típica contestación... No te enseñaron de chico a no hablar con
extraños en la noche... a veces lo que parece dulce es realmente
amargo... ¡Ah!.. mi nombre no importa... lo que importa es quien soy...
Tendrías que cuidarte, a veces en la oscuridad podes encontrarte con
lo que no soñaste ni en la peor de las pesadillas…Cuando despiertes
sabrás quien soy... que lo que ocurrió esta noche entre ambos jamás lo
vas a olvidar en tu vida. -Dijo y me apunto con una vieja pistola que traía consigo en la cartera.
-No entiendo porque carajo no caíste dormido con todos los somníferos que puse en tu bebida. – Me grito sin dejar de apuntarme.
- Porque no bebí ni un solo trago, ¿Eres lo que llaman viuda negra verdad? Solo querías robarme.- Le dije sin moverme del sillón donde estaba cómodamente desnudo.
-¡Sorpresa! Exacto eso soy, así que dame todo el dinero que traigas contigo, y todo lo que pueda llevarme, maldito bastardo, enfermo, eres tan raro que ni una erección has tenido aún.- Gritó.
Comencé a reír, desde el instante en que la vi supe que ella, era una ladrona, una joven que se aprovechaba de los hombres para robarlos utilizando su belleza extrema,
-¿Qué causa tanta risa en ti? Eres patético. – Prosiguió gritándome.
Me puse de pie, ella asustada me dio un disparo en el pecho que si fuera yo humano me hubiera matado al instante, eso me hizo sentir como hervía mi poca sangre hambrienta, me estremeció tener que acabar con su joven vida, dejo caer su arma de fuego, cuando mis ojos se posaron en los suyo, quedo hechizada por el terror que la poseía,
-¿Qué eres?- Preguntó con una tenue voz de miedo.
- Has oído seguramente hablar muchas veces de nosotros aunque quedamos pocos. - Le dije y le enseñe sutilmente mis colmillos.
- ¡Un vampiro!- Susurro ella. Yo le sonreí, me gustaba esta muchacha, la tomé por su frágil cuello y clave salvajemente mis colmillos.


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Les deseo unas eternas lunas

L.C.D




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