De: Historias de Halloween
Tu Vida por una Historia de Terror
Era una tarde lluvia, los relámpagos
iluminaban el viejo ventanal de la escuela, Franco observaba la cortina de agua
cayendo sobre las baldosas del patio, la rayuela dibujada con tizas de varios
colores por Laura y Sofía sus dos compañeras desaparecía. Franco Díaz tenía
catorce años, no le agravada la noche de brujas, ni ninguna fecha especial, era
algo solitario y un fecha festiva significaba tener que esforcé a socializar
con otros niños, él no creía en los fantasmas, es más, a todo hecho paranormal
le buscaba una explicación simple y lógica,
no se asustaba nunca con nada, lo suyo era la ciencia y la razón.
Aquella tarde del viernes 31 de octubre,
cuando Paula leyó su historia, a Franco le dio un ataque de risa en frente de
todos sus compañeros, le dijo que su
relato era verdaderamente estúpido, que un fantasma jamás podría enamorarse de
una persona viva y que más allá de todo tampoco existían los espectros. La
profesora lo regañó poniéndole tarea doble para que se llevara a su casa,
Franco, solía burlarse de sus compañeros de escuela, pese a ser un chico
estudioso y aplicado en esta ocasión no escribió nada, las diversas lecturas de
historias de terror de sus compañeros le parecían una pérdida de tiempo.
En un momento el aula
quedó en completo silencio y la voz de
una niña que provenía del fondo dijo: - Yo tengo una historia que me gustaría
leer - . Todos se dieron vuelta y quedaron asombrados al descubrir que se
trataba de Melisa Ross, una niña marginada que nunca hablaba con nadie.
-
No hace falta que leas ninguna
historia boba, ya tuvimos suficientes, con tu apariencia siempre de negro, con
eso ya logras asustar - Dijo Franco y todos rieron.
La profesora otra vez
regañó a Franco poniendo un ítem más en su tarea extra y le pidió a Melisa Ross
que leyera.
Ella comenzó a leer:
Mi historia se llama “Sam, el que come corazones en Halloween”.
Aquella fría y tétrica noche de Halloween, Sam
se despertó, no recordaba cuanto tiempo llevaba durmiendo, seguramente
demasiados años, pero lo que logró que
despertara de su letargo fue que escuchó una lejana voz pronunciando su nombre
–“Sam, Sam, despierta...”- Decía alguien musitando en su oído. Era medianoche y
Sam era libre para salir de su oscuro lugar de reposo, él sabía que no era un niño o un adolescente,
no era joven ni viejo, simplemente existía, mientras caminaba con lentitud por el bosque, observó
la pálida luz de la luna por unos segundos entre las torcidas y lánguidas ramas
de los árboles.
Recordó que en un tiempo había observado a la
gente, no comprendía a las personas cuando las veía reír o llorar, no entendía
por qué la gente tenía tantos sentimientos, él nunca había sentido nada, él
nunca había tenido un corazón humano. Aquella noche de Halloween descubrió que
había algo que podía sentir aunque no
era ni risa ni llanto, mucho menos amor,
podía sentir el miedo de las personas, eso le despertaba un sentimiento
que nunca había tenido, y era rencor por no tener un corazón, pensó en las
cosas que asustaban, por ejemplo las historias de horror, si él juntaba muchas
historias de terror entonces podría sentir algo en su negro y seco corazón, lo
descubrió cuando vislumbró la luz de una fogata en medio de bosque y se acercó,
escuchó a unos niños contar unas historias de terror. Sam buscaría muchas historias
de terror, lo único que quería en el mundo era escuchar a las personas con sus
voces temblorosas narrando historias de horror.
Esa noche de brujas entró sigilosamente en una
casa, ingresó a una habitación donde un hombre dormía, lo despertó con sus
fuertes pasos, el hombre le dijo que se llevara lo que quisiera pero que no le
hiciera daño, lo que Sam no comprendió - Sólo quiero escuchar una historia de
terror – Le dijo con su tosca voz, hacía muchos años que no pronunciaba
palabras. El hombre asustado no lo entendió que era lo quería, entonces Sam le
dijo con mayor firmeza – Tu vida por una historia de terror – Ahora con una
fuerte y clara voz.
El hombre aterrado le
contó tartamudeando una historia muy corta que había escuchado en una película.
Sam conforme con la historia se esfumó de aquella casa dejando al hombre muerto
de miedo con la sensación de haber estado al borde de la más dolorosa muerte,
aquel espectro lo dejó completamente perturbado, pero gracias a su historia
había salvado su vida.
Sam quería sentir el miedo en las personas, y
continuo visitando casas aquella noche de Halloween, de todas se llevó una
historia más, salvo de la última casa que visitó, en donde despertó a un
adolescente que dormía – Tu vida por una historia de terror - Le dijo Sam.
El chico no entendió,
Sam volvió a decir.
– Tu vida por una
historia de terror.
El chico aterrado no
sabía que decirle ni que contarle, no conocía ninguna. Aquella noche los
vecinos alertaron a la policía, se habían escuchado gritos desgarradores de una
persona. La policía se encontró con el joven muerto en su cama, le habían
arrancado el corazón y en las paredes dejaron escrito con su sangre.
“Tu vida por una historia de terror.”
Desde entonces se
corrió el rumor y la leyenda de Sam, el que come corazones en Halloween, fue
pasada de generación en generación. Se dice que cada noche de Brujas, Sam puede
visitarte mientras duermes y pedirte una historia de terror, es mejor que le
cuentes una o tendrás una muerte terrible, Sam te arrancará tu corazón.
Cuando Melisa terminó
su lectura, todos sus compañeros la observaban con el terror dibujado en sus
rostros.
-
Es una historia que sacaste de alguna
tonta película - Le dijo Franco.
Ella no respondió
nada sólo lo miró a los ojos desafiándolo. Franco sonrió.
- Es un maravillo
cuento de terror Melisa, lograste mantenernos a todos escuchándote
detenidamente, muy bien logrado - Dijo la profesora. El timbre de salida resonó
en toda la escuela secundaria.
- Cuídate de Sam esta
noche, al contar su historia, él despertó - Le dijo Melisa a Franco al pasar
por lado. Franco se rio de ella.
Aquella noche cuando Franco se preparaba para
irse a dormir al apagar las luces escuchó un sonido de pasos en toda su
habitación, asustado encendió la luz de su velador, frente a su cama, vio a un
hombre muy alto vestido con un viejo abrigo largo de color negro todo carcomido
por el paso del tiempo, llevaba puesto
un sombrero, el hombre comenzó a acercarse lentamente, cada vez más cerca,
Franco apretó sus ojos, estaba tan cerca que sintió su aliento, era como el
olor de una tumba vieja, un olor pestilente, rancio, parecido a la humedad de
un sótano o al moho en una cueva, entonces abrió los ojos, y vio a Sam, su
rostro era cadavérico, sus ojos amarillos
brillaron al exclamar – Tu vida
por una historia de terror.
En niño aterrado no
sabía que decir, no recordaba ni
siquiera los cuentos de sus compañeros, Franco no sabía ni una sola historia de
terror.
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