Pacto con el diablo ¿Realidad o fantasía?
El tema que nos
convoca en esta entrada es tan antiguo como el nacimiento de la consciencia de
sí en el hombre, conjuntamente con la capacidad de autopercatación deviene
–como ya lo señala el Génesis– la consciencia del bien y del mal como
posibilidades de representación simbólica. Incluso en la psique primitiva,
sumergida mayormente en el magma difuso de la inconsciencia, emerge la noción
de lo maligno (Jung, 1931).
Satanás mismo fue cambiado desde sus tempranas
apariciones en los primeros escritos hasta nuestros días. Intentaré por tanto dejar
un poco más clara la misteriosa y profunda relación que vive en el corazón de
la espiritualidad cristiana y que justifica el sendero que aquí emprendemos.
Pactos con demonios es un tema que despierta curiosidad, desde mi
humilde opinión creo que en realidad el bien y el mal, los ángeles y demonios
habitan dentro de nosotros, pienso que somos seres de dualidad. Regresando al
tema de esta entrada a continuación les dejaré un poco de lo que estuve leyendo
en la Web , fue
realmente difícil emprender este camino, ya que no creo en ninguna religión ni
practico ningún culto, aunque debo reconocer que me apasiona la demonología y
me resulta mucho más cómodo escribir sobre el diablo que sobre dios, quizás los
pactos se toman como algo chistoso o divertido, como algo prohibido y oculto,
es por eso que cada día son más y más
las personas que se interesan en esta leyenda de hacer pactos con el diablo,
cabe aclarar que no es lo mismo hacer un pacto con Satanás que vender el alma al
diablo son dos cosas diferentes, el mito de vender el alma al diablo lo
escucharan más de la fe católica, de las creencias cristianas, la imagen de Satanás
es vista de diversas maneras a través de las diferentes culturas y religiones,
es un tema extenso y algo complejo.
El origen del pacto con el diablo tiene
sus raíces en el paganismo, y en especial en las ofrendas y sacrificios que se
realizaba a los dioses a cambio de favores, antes se creía en varios dioses y
no un solo dios omnipotente. Con la llegada del cristianismo los dioses fueron desaparecieron,
o fueron convertidos en santos. El único oyente para estos reclamos mundanos
fue el diablo, capaz de acudir a con rapidez al llamado.
La naturaleza del pacto con el diablo se
fue haciendo más compleja. También se suponía que alguien que había pactado con
Satanás debía asistir regularmente a sus reuniones clandestinas, llamadas
aquelarres y sabbats; donde se realizaban complejos rituales amorosos con la intervención
de súcubos, íncubos y demonios, de esta forma comenzó a imponerse a la fuerza
la creencia en un solo dios cristiano, y la santa inquisición se encargo de
aniquilar a todos aquellos que aún conservaban su fe en los dioses.
Por
lo general, algunos satanistas, no creen que después de la muerte física haya
un más allá, un cielo prometedor o un infierno de lava hirviendo, por lo que la
idea de vender el alma eterna, no tiene sentido, ni sería útil en el satanismo.
Esto se debe a que la creencia de un más
allá donde el alma está destinada a descansar en el cielo o de sufrir en el
infierno, es generalmente un concepto cristiano, no uno satánico.
Para los satanistas, un pacto puede ser un método para crear un enlace o unión con Satanás u otro demonio elegido. Algunos satanistas optan por hacer un pacto con Satanás como un método para crear una relación de trabajo que puede ayudar al satanista en sus esfuerzos. Otros hacen un pacto para mostrar su lealtad o para buscar fuerzas en Satanás. El pacto puede ser una forma de devoción, o una solicitud de protección a un dios o un demonio. Cuando menos, un pacto puede hacerse en forma de una petición, a cambio de la adorar o servir a Satanás, aunque también hay satanistas que hacen sacrificios de animales para ofrecer su sangre, como toda devoción pueden irse a otros extremos.
Para los satanistas, un pacto puede ser un método para crear un enlace o unión con Satanás u otro demonio elegido. Algunos satanistas optan por hacer un pacto con Satanás como un método para crear una relación de trabajo que puede ayudar al satanista en sus esfuerzos. Otros hacen un pacto para mostrar su lealtad o para buscar fuerzas en Satanás. El pacto puede ser una forma de devoción, o una solicitud de protección a un dios o un demonio. Cuando menos, un pacto puede hacerse en forma de una petición, a cambio de la adorar o servir a Satanás, aunque también hay satanistas que hacen sacrificios de animales para ofrecer su sangre, como toda devoción pueden irse a otros extremos.
Desde el principio de los tiempos el
hombre siempre ha estado dispuesto a negociar con los dioses y los espíritus,
incluso con aquellos de naturaleza malvada con el fin de hacer su estancia terrenal
más llevadera. Pactos y ofrendas para conseguir riqueza, poder, salud,
bienestar, sexo o fama. Aunque en la mayoría de los casos la entidad maligna
solicita el alma eterna de la persona para conseguirle sus peticiones, según la
creencia popular.
El hombre siempre ha temido lo
imprevisible de su vida, el poco control que puede ejercer sobre el futuro y
valorando el presente por encima del pasado y el futuro. No es extraño por
tanto que desde los inicios de la civilización y con el propósito de tener lo
que se desea muchas personas hayan pactado con cualquier tipo de espíritu
maligno, aún con el riesgo de una vida eterna cargada de sufrimientos.
Las personas que tradicionalmente trataban de realizar pactos de este tipo solían creer que Dios los había abandonado y no encontraban incentivos en sus vidas para continuar, normalmente gente de escasos recursos económicos que cansados de su pobreza decidían pactar con el diablo para llevar una vida de riquezas, individuos que amaban a alguien que no les correspondía o con afán de protagonismo y que no podían tolerar el anonimato de su vida y por consiguiente buscaban además de dinero la fama o cualquier otro tipo de pacto que repercutiese de una forma inmediata en la mejora de su vida terrenal.
En muchas culturas existen los pactos con
entidades malignas para lograr fines terrenales, ofreciendo algo o aún
vendiendo el alma. Siguiendo el discurso de las religiones monoteístas
occidentales, este trato resultaría muy peligroso el precio de tales favores es
la condenación eterna del alma. Se trataría, por tanto, de cuentos moralizantes donde el condenado siempre saldría
perdiendo. Por otra parte, algunos de estos relatos presentan giros cómicos
donde un campesino humilde termina engañando al diablo, casi siempre con base
en la letra pequeña del
pacto.
Entre los más crédulos, cualquier logro aparentemente sobrehumano
se atribuía a un pacto con el demonio, desde los numerosos Puentes del Diablo europeos a la técnica extraordinaria del
violinista Niccolò Paganini.
El pacto con el diablo ha sido también un
argumento recurrente en las persecuciones inquisitoriales o los libelos de sangre, y probablemente hunde
sus raíces en la memoria de los Sacrificios humanos en la Europa
Antigua.
El paganismo no desaparece en Europa hasta el siglo VIII,
y su memoria perduró bajo muchas formas de religiosidad popular. Es posible
establecer una analogía clara entre los ritos paganos a dioses precristianos
que el cristianismo considera maléficos para obtener su favor y el pacto con el
diablo.
Especialmente, la Apologética y Demonología cristianas hicieron hincapié y
exageraron los aspectos más siniestros de estos ritos, en particular los
relativos al sacrificio humano. Por
ello, perduraba en Europa el meme cultural de los ritos secretos para
obtener el favor de fuerzas maléficas
En la Demonología Cristiana, se pensaba que la persona
que había hecho un pacto con el demonio prometía a cambio sacrificarle niños o
al menos consagrárselos al nacer (se acusó a muchas matronas de hacer tal cosa
debido a la gran cantidad de niños que morían durante el nacimiento en la Edad Media y el Renacimiento).
También se suponía que participaría en aquelarres,
tendría relaciones sexuales con demonios y concebiría descendencia con los súcubos o los íncubos si era mujer.
La fantasía de la bruja que participaba en
aquelarres nocturnos adorando al diablo, formando parte de un grupo clandestino
que realizaba sacrificios humanos y ritos sacrílegos se remonta a la
antigüedad. Los cristianos fueron acusados de realizar este tipo de actos en la
época del Imperio Romano, durante el siglo II fueron acusados de celebrar
reuniones clandestinas en las cuales degollaban niños y mantenían relaciones
sexuales no convencionales y adoraban animales. En otras épocas fueron los
judíos los acusados de practicar este tipo de aquelarres. Siempre se trataba de
grupos minoritarios vistos con malos ojos por la mayoría y los gobernantes. El
libro Malleus maleficarum fue el compendio de todas esas
fantasías. Las brujas, en su mayoría mujeres, eran allí acusadas de ser
responsables de todos los males de la sociedad.
El pacto podía ser oral o escrito. El oral
se realizaba mediante invocaciones, conjuros o rituales:
una vez que el nigromante cree que el demonio está presente, le
pide el favor que sea y ofrece su alma a cambio; de esta manera, no quedarían
pruebas de lo sucedido. Sin embargo, en los juicios por brujería siempre
aparecían evidencias como la marca diabólica, una señal indeleble
causada por el toque del diablo al cerrar el pacto. Esta marca (que podía ser
desde una peca a una cicatriz) constituía prueba suficiente de que el pacto
diabólico se había producido.
El pacto escrito atraería al demonio de la
misma manera pero incluiría un contrato firmado con la sangre del hechicero o de la víctima
sacrifical (o, más comúnmente, tinta roja o sangre animal). Los inquisidores elaboraron sofisticados contratos
falsos para acusar a sus víctimas, aunque en último término afirmaban que
bastaba con haber incluido el propio nombre en un cierto Libro Rojo de Satán. Otros
contratos pudieron ser escritos por personas que creían tratar realmente con el
diablo.
Normalmente, estos contratos contenían
signos extraños que se suponían firmas de demonios, cada uno con su propio
sello.
El significado de la expresión pacto con el diablo se ha expandido hasta incluir
intercambios que no tienen relación con el demonio pero implican perseguir una
meta (como la venganza) por medios considerados malignos (por ejemplo, el
asesinato).
Los rituales para pactar con el Diablo y
vender el alma varían mucho dependiendo de las fuentes. Desde luego no esta en la web, esta en los libros que
según los entendidos muestran con mayor detalle los pasos del ritual o pacto
por el que se vendería el alma al Diablo:
-
El Gran Grimorio está considerado como uno de los libros más autorizados en lo
concerniente a los pactos diabólicos. Resulta difícil, como ocurre con todos
los grimorios, datar la fecha de su redacción, al no haberse localizado ningún
manuscrito anterior a la fecha de su impresión, que ocurrió en el siglo
XVIII... Atribuido “oficialmente” a Antonio del Rabino, un mago veneciano que
afirmaba haber redactado la obra basándose en textos autógrafos del mismísimo
rey Salomón (Hijo de David y profeta del Antiguo Testamento), en el Gran
Grimorio se especifica con detalle como invocar y pactar con Lucifer Rofocal.
Consciente de los riesgos que encerraría el pacto con el diablo, el Gran
Grimorio incluye toda una serie de cláusulas llenas de dobles sentidos,
triquiñuelas y escapatorias, que permitan burlar al diablo cuando éste se
presente para reclamar su parte en el pacto. Al fin y al cabo, toda una eternidad
de tormentos inenarrables, a cambio de unos pocos años de beneficios
materiales, no son un buen negocio para nadie.
El Diablo en sus múltiples formas puede presentarse y tentar a aquellas almas que dudan ofreciendo bienes materiales a cambio del alma del que pacta.
- Uno de los rituales incluido en el
Grimorium Verum (como ocurre en el Gran Grimorio) se dedica especialmente a la
venta del alma al Diablo. Y como en el citado Grimorio, se especifica que los
demonios “no dan nunca nada a cambio de nada”, aludiendo a la necesidad de
ofrendas y sacrificios rituales, siempre de animales. El Grimorium Verum inicia
su primera parte enumerando los tres principales demonios con los que se puede
pactar: “Lo primero que debes saber es que existen tres potencias. Lucifer,
Belcebú y Astarot”. Detallando a continuación como han de confeccionarse
correctamente todos los elementos y herramientas del ritual: el pergamino
virgen, las varas mágicas, el cuchillo de sacrificios, la lanceta, etc.
-
El Grimorium Honorii Magni (o Libro del papa Honorio el Grande) se ha
considerado el más “diabólico” entre todos los Libros Negros, probablemente
porque, a diferencia de otros Grimorios más limitados a la magia cabalística
(judía) en esta obra se muestran importantes influencias cristianas, que a
juicio de las autoridades eclesiásticas, agravan aún más el carácter blasfemo
de la obra. Publicado por primera vez en latín, en Roma, en los años 1629, es
conocido especialmente a partir de una traducción francesa de 1670, y atribuido
al papa Honorio III el Grande, sucesor de Inocencio III, que reinó entre el
1216 y el 1227. Según la cita evangélica, Jesús dijo al primer Papa: “Tu eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y la puertas del infierno no
prevalecerán contra ella y te daré las llaves del Reino de los Cielos y
cualquier cosa que atares en la tierra será atada en el Cielo” (Mateo 16, 18).
En esta cita, en la que se sustenta en buena medida la autoridad del Magisterio
de la Iglesia
Católica , se pretende justificar el supuesto poder del Papa
para dominar a los demonios, y para decidir en la tierra cuestiones que afectan
también al más allá.
-
En España, uno de los libros prohibidos más populares, que todavía hoy circula
en algunos ambientes esotéricos, es el Gran Libro de San Cipriano. Este
Grimorio, en el que también se especifica con detalle el ritual de invocación a
los demonios y los pasos del pacto satánico, generó todo tipo de leyendas.
Entre las meigas gallegas, que "haberlas haylas", se rumoreaba que existía
una copia de este libro legendario encadenada en los sótanos de la Catedral de Santiago de
Compostela, sin embargo ediciones menores y fragmentos sueltos eran atesorados
por algunos esoteristas gallegos, o del resto de España, como un auténtico tesoro
mágico. “El Ciprianillo” todavía hoy es consultado por algunos videntes,
ocultistas y brujos españoles contemporáneos.
-
Rituales satánicos, de Anton Szandor LaVey. Roca, 1975. Como bien dice LaVey,
“el culto a Satán no es una exclusiva católica, y en todos los pueblos del
mundo ha existido un Lado Oscuro, y grupos de rebeldes al poder que le han
rendido culto”. De esta forma, Anton LaVey incluye en su recopilación de
“rituales satánicos” ceremonias, por ejemplo, de los Yezidies islámicos, una
secta que adora al Sahitán del Corán, y que realiza sangrientos rituales de
sangre en sus tenebrosos cultos; o los Khlysty rusos, vinculados al siniestro
Rasputín, y feroces enemigos “satánicos” de la cristiana iglesia ortodoxa.
- Práctica de Conjurar, de Fray Luis de
Incluso algunos de los más devotos
satanistas, señalan los riesgos que entrañan este tipo de ceremonias. El Pacto
Satánico, dicen, no es un juego para curiosos, sino un compromiso para toda la
eternidad.
Algunos sostienen que el pacto satánico ha
caído en desuso durante el último siglo. En definitiva, la gente vende su alma
espontáneamente a cambio de ambiciones que no requieren la intervención
demoníaca. Ya no hay marcas ni pergaminos firmados con sangre, en cambio,
existen acuerdos intangibles que se formulan día a día en base a necesidades superficiales.
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