La verdadera Madame LaLaurie “La carnicera de Nueva Orleans”
(1775-1842)
Muchas teorías y
suposiciones rodean a la famosa Madame Delphine LaLaurie, una adinerada dama de sociedad que sembró el
terror en la ciudad de Nueva Orleans durante mucho tiempo. Cuando un incendio
destruyó parte de su residencia en 1834, la población se asqueó cuando
descubrió que en su residencia, LaLaurie solía torturar a sus esclavos.
Los relatos de sus prácticas se fueron
tornando cada vez más grotescos y extraños al paso de las décadas. Incluso
hasta nuestros días, la mansión LaLaurie es considerada la casa
más embrujada de la localidad.
Marie Delphine LaLaurie, fue conocida con
el mote de Madame LaLaurie, fue una influyente y poderosa mujer que vivió su vida
entera en el estado de Louisiana. Su tétrica fama la hizo notable como una
cruel asesina en serie, involucrada con la tortura y el asesinado de
esclavos.
Delphine Marie Macarty nació en Nueva
Orleans, Estados Unidos en 1775 en el seno de una familia de clase alta. Sus
padres eran miembros muy destacados de la sociedad, descendientes de
inmigrantes europeos. Cuando LaLaurie era una niña, su madre fue asesinada por
una revuelta de esclavos en la plantación familiar, hecho que la marcaría en un
futuro.
En el año 1800 Delphine Macarty se casó un oficial español llamado Ramón López y Angulo que le trajo grandes fortunas. Durante el regreso de un viaje de España la pareja cayó gravemente enferma por lo que tuvieron que parar en
A los tres años Delphine volvió a casarse con Jean Blanque, un hombre de ascendencia francesa y destacada en los negocios. Ambos se trasladaron a la lujosa Villa Blanque donde tuvieron cuatro hijas. En 1816 Blanque falleció en extrañas circunstancias aunque no pudo probarse que fuera asesinado. Nueve años después, en 1825, se casó con un afamado medico llamado Leonard Louis LaLaurie, del cual tomaría su apellido. La familia compró una gran propiedad en el número 1140 de Royal Street y la remodelaron totalmente sin escatimar en gastos. El edificio original contaba con dos plantas pero fue añadida una tercera especialmente para los esclavos. En esta época era totalmente normal que las familias más pudientes tuviesen esclavos negros como mano de obra en las plantaciones. La familia LaLaurie comerciaba directamente con ellos, involucrándose totalmente en el tráfico de negros, las familias más acomodadas del sur de los Estados Unidos mantuvieran esclavos negros como mano de obra en sus fincas. Los LaLaurie eran dueños de varios esclavos que servían a la familia y, de hecho, se supone que negociaban directamente con los comerciantes de esclavos involucrándose en el lucrativo tráficos de negros. Los informes sobre la forma en que Delphine LaLaurie trataba a sus esclavos entre 1831 y 1834 varían.
El historiador Harriet Martineau, reunió desde 1838 testimonios de habitantes de
New Orleans sobre los esclavos que pertenecían a LaLaurie. Muchas personas
notaban que estos esclavos estaban “inusualmente cansados y delgados”, sin
embargo, en sus apariciones públicas Delphine siempre era amable con los negros
y se mantenía al tanto de la salud de sus esclavos. Los registros judiciales de
la época contenían notas de que los LaLaurie habían emancipado a dos de sus
esclavos (uno llamado Jean Louis en 1819 y otro de nombre Devince 1832).
Pero también
había rumores de que Delphine trataba a sus esclavos de una manera muy
diferente cuando estaban en privado. Autoridades policiales visitaron la
mansión en Royal Street en más de una ocasión para devolver a algún esclavo que
se había desmayado intentado hacer alguna tarea. Un número considerable de los
que habían intentado escapar y la mayoría de las veces, cuando eran devueltos,
nunca más se les volvía a ver. La legislación vigente en aquella época en Nueva
Orleans regulaba el trato entre esclavos y amos, prohibiendo que “esclavos de
casa” recibieran castigos considerados crueles. Una amiga de Delphine, recordó
que una de las criadas de la casa, una esclava, le rogó por ayuda, porque temía
que LaLaurie la matara.
Varios testigos más recordaron historias
que involucraban la crueldad de Madame LaLaurie. Un
abogado amigo de la familia dijo que cierta vez había atestiguado cómo una
esclava llamada Leah, de sólo 12 años, huía al techo de la casa aterrorizada
diciendo que su señora pretendía arrancarle la piel. Mientras lloraba
aterrorizada, Delphine la esperaba con un látigo jurándole que el castigo sería
mucho peor si no se callaba inmediatamente. Cuando la niña se negó, su dueña
tuvo que lanzarle piedras para obligarla a obedecer. La niña perdió el
equilibrio y cayó rompiéndose el cuello. Furiosa, Delphine mandó a atar el cadáver de la niña en un poste y en seguida lo
azotó repetidas veces. El pecado de Leah había sido jalar el pelo de la
señora mientras le pasaba un cepillo para el pelo.
En otra ocasión,
Delphine quedó insatisfecha con la comida servida a sus invitados ilustres a la
mansión. Como forma de castigo, ordenó que los esclavos no fueran alimentados
durante días, pero los obligaba a ver mientras la familia ingería sus
alimentos. Cuando uno de ellos desmayó, Delphine mandó a que la pobre mujer fuera
retirada, colocada en un ataúd y enterrada en el jardín. La preocupación
de Madame respecto al supuesto robo de comida de sus esclavos se convirtió en
paranoia. Ninguno de ellos podía comer nada sin que ella personalmente lo
autorizara, muchos sufrieron horriblemente y languidecieron hasta morir.
Buenas fuentes también aseguran que
Delphine llegó a ser procesada por malos tratos a nueve esclavos que trabajaban
en una plantación de la familia. Supuestamente estos esclavos fueron vendidos a
otra plantación, pero algunos dicen que nunca llegaron a su nuevo destino.
Fueron asesinados en el camino y enterrados en los pantanos de Louisiana. Hay
muchos otros relatos que cuentan desde maltrato a las criadas con látigos hasta
esclavos cuyos dedos, manos y pies fueron cortados con una hoja de hacha por
haber cometido faltas, como no pulir correctamente la platería de la casa.
El Incendio de la
Mansión
El 10 de abril de 1834, se desató un
incendio en la cocina de la mansión de Royal Street.
Los propietarios no se encontraban en el
lugar y las autoridades fueron requeridas para combatir el fuego. En la cocina
encontraron a una mujer negra de setenta años, la cocinera preferida de los
Lalaurie, encadenada de las manos y tobillos. Más tarde, la anciana dijo que
había iniciado el incendio como un intento de suicidio por temor a su dueña.
Sus palabras fueron: “Tengo miedo de ser llevada a la última planta. Ninguno de
los que han ido allí ha regresado.”
El 10 de abril de 1834, la mansión
LaLaurie se incendió en circunstancias sospechosas. Los bomberos tuvieron que
entrar a la propiedad y ante su sorpresa se encontraron con tres esclavos
encadenados en la cocina que al parecer habían provocado el fuego para llamar
la atención. El incendio fue rápidamente controlado y la autoridad recorrió la
casa buscando a la dueña. Al llegar al ático se encontraron una escena
dantesca: junto a miembros cercenados y podridos de decenas de esclavos, se encontraron
otros muchos mutilados, agonizantes y rogando que los mataran para acabar con
su tormento.
Una vez
que esto se publicó en el New Orleans Bee, la población intentó entrar en la
residencia para evacuarlos. Como nadie sabía dónde estaban las llaves,
rompieron las cerraduras y se encontraron con “siete esclavos en un estado
deplorable, algunos horriblemente mutilados… habían cadáveres colgados del
cuello pendiendo de cuerdas, brazos y piernas cortadas aún presas de las
cadenas y numerosos instrumentos de tortura dispersos por la cámara. Los
esclavos confesaron que habían sido llevados a aquella cámara de horrores donde
sufrieron horriblemente, algunos habían estado allí durante meses.
Uno de los primeros hombres en descubrir esta cámara de tortura fue el juez Jean Francois Canonge, que más tarde dio testimonio de lo que vio en la mansión: “Había una mujer desnuda con un collar de hierro lleno de espinas prisionera a la pared por una cadena. Las abundantes heridas en la espalda evidenciaban el uso de látigos y hierros al rojo vivo. Una mujer contó que Madame Delphine acostumbraba a cortarla con una navaja y beber su sangre. A veces hundía sus manos y rostro en una vasija llena de sangre creyendo que así podría rejuvenecer“.
Canonge continuó su testimonio: “Una anciana negra tenía una herida profunda en la cabeza y estaba demasiado delgada como para hablar o caminar. Un hombre había sido castrado y la herida cosida con hilo, la lengua también se le había cortado para que no pudiera quejarse.”
Uno de los hombres de confianza de Madame LaLaurie al ser interrogado, confesó que la cámara de torturas había sido utilizada durante años y que su dueña se divertía casi a diario atormentando a sus esclavos. “Nada le daba más placer” contó.
Los espeluznantes y fríos relatos enfurecieron a la
población y luego de que la casa fuera apedreada, una turaba armada con palos
arrasó con todo, excepto con las paredes inferiores. La ropa y las joyas de la
familia fueron saqueadas, los pasillos con sus muebles de lujo devastados y por
casi nada la casa era enteramente quemada por la población. Una de las hijas de
Delphine que se encontraba en la mansión fue atacada y si no fuera por la
intervención de las autoridades habría sido linchada.
Los testimonios recogidos por el historiador Harriet
Martineau indican que los esclavos de la familia presentaban un estado de
cansancio, delgadez y demacración. Esto era algo que llamaba la atención ya que
en público Delphine solía ser muy amable con ellos y siempre daba muestras de
preocuparse por su salud. Algunas personas declararon que cuando alguno de los
esclavos intentaba escapar, jamás se le volvía a ver. También hubo un caso en
que una niña esclava de 8 años, mientras le cepillaba el pelo le dio un tirón
sin querer y Delphine enfurecida le dio un bofetón. La niña muerta de miedo
intentó escapar y subió a la azotea de la casa y de un empujón LaLaurie la
tiró, rompiéndose el cráneo al caer. Otro testimonio dijo que Leah, una esclava
de 12 años corría por la casa presa del miedo diciendo que LaLaurie quería
despellejarla y al huir a la terraza, la mujer le tiró piedras para que bajara.
La niña perdió el equilibrio y cayó desde la terraza matándose. LaLaurie enfadada
ató el cadáver a un poste y la azotó en varias ocasiones. Otras fuentes
aseguraban que muchos esclavos fueron vendidos a otras plantaciones pero que
jamás llegaron a ellas. También se dijo que cuando los esclavos no pulian la
plata como a ella le gustaban, les cortaba los dedos de las manos y pies.
Debido a los rumores de maltrato y a las denuncias de varios vecinos, la
policía visitó la mansión y al cerciorarse de los hechos, les puso una multad y
les obligaron a subastar a todos sus esclavos. El esposo de Delphine avergonzado
por su mujer decidió abandonarla y nunca más se supo de el. La familia de
Delphine le compraron todos los esclavos y se los devolvieron y esta presa de
la ira por el abandono de su marido y por la vergüenza publica, descargó en
ellos la frustración
Madame LaLaurie se había convertido en una consumada torturadora de esclavos, los cuales eran desnudados y torturados en el ático. Cuando la mujer se aburría, subía al ático y se divertía pegando y maltratando a los hombres y mujeres que allí se encontraban. Algunos de ellos colgaban del techo, otros eran encerrados en jaulas. A las mujeres les arrancaba las uñas y las desollaba para ponerse luego trajes de piel y así ‘’disfrazarse de oruga’’. En ocasiones les obligaba a comer arañas, hormigas y gusanos y en otras ocasiones les llenaba la boca de excremento y se las cosía. Empezó a arrancarles los ojos y a coserles los parpados y los descuartizaba vivos. Una vez, a una mujer le abrió el estómago, le sacó los intestinos y se los ató a las muñecas. Los esclavos que no eran capaces de aguantar el tormento eran enterrados en el jardín de la mansión, en el que se encontraron más de 75 cadáveres, los capataces de los LaLaurie dijeron haber enterrado los cadáveres en tumbas poco profundas. Como si este resultado no fuera terrible en sí mismo, otro capataz confesó que había muchas otras víctimas cuyos cuerpos fueron arrojados a un pozo seco en la parte trasera de la propiedad. Para agregar una nota aún más brutal a esta tragedia, cuando abrieron el pozo, las autoridades encontraron huesos de niños que habían sufrido torturas similares.
Los esclavos torturados fueron llevados
a la prisión local, donde rindieron testimonio sobre todo lo que habían pasado.
Las audiencias públicas fueron bastante concurridas, más de 4,000 personas
según el New Orlean Bee, se presentaron a los procedimientos. Durante la
audiencia, las personas se desmayaban conmocionadas por la nauseabunda
narrativa al punto en que el sheriff decidió restringir la presencia del
público.
LaLaurie había aprovechado el shock de las autoridades para escapar de la mansión en un carro de caballos hacia un destino desconocido. Lo que si se supo con certeza es que Delphine murió en Francia gracias a un periódico de París que declaraba el fallecimiento de la mujer. En 1924, se descubrió una placa de cobre en el cementerio de Père-Lachaise que decía: ‘’Madame LaLaurie, Marie Delphine Macarty, Décédée à Paris, Le 7 décembre 1842, à l’âge de 68 ans’’
La
suntuosa mansión en Royal Street, uno de los sitios
históricos más importantes de Nueva Orleans, fue
reformada y subastada después de su muerte. Nicholas Cage fue uno de los
propietarios de esa casa y poco después de adquirirla entro en problemas
personales, familiares y con el Fisco, al grado de que el banco le confisco
casi todos sus bienes, entre ellos la casa; y se terminó subastando aún existe y es considerada
como uno de los monumentos más famosos de la ciudad.
Algunas personas dicen que el fantasma de
Madame LaLaurie todavía se pasea por las calles de Nueva Orleans, pero en este
caso, las supersticiones y las leyendas se mezclan con la realidad fabricando
historias de miedo. En
el primer episodio de la primera temporada de la serie-documental: Las verdaderas mujeres asesinas se habla sobre este caso.
Se
puede ver una interpretación de estos hechos en la tercera temporada de la
serie estadounidense American Horror
Story: Coven. Kathy Bates hace el papel de Delphine LaLaurie en la
serie de televisión
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Eternas Lunas
L.C.D
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