Oscuridad
Aquella noche, estaba aburrido, a veces la soledad se intensifica más cuando estamos aburridos, el aburrimiento es como la melancolía, cuando te acostumbras a estar solo el aburrimiento pasa a ser un estado natural, pero este aburrimiento latente en mi era ya demasiado viejo y hasta me provocaba ansias, a si que me dispuse a dar un paseo nocturno, ya era parte de mi rutina, caminar por las oscuras
calles de esta ciudad, los árboles y plantas exhalaban aromas encantadores para
mis sentidos, la ausente luna en el cielo hacia brillar más aún a las estrellas
en su firmamento, desde hace muchos años la soledad y la oscuridad son mis
aliadas y fieles amigas, ya que el amor esta lejano en mi vida, sí alguna vez amé
con locura, solía verme en sus ojos verdes y sentir un amor que quemaba mi
alma, pero eso del amor parece no ser para mí, no tuve suerte y termine solo. La noche era
perfecta, decidí caminar por las viejas vías del tren cuando allí sentada sobre
el andén la vi, era una mujer tan hermosa que su belleza
deslumbraba, tenía un largo vestido negro con largas
mangas, su cabello negro y largo, su piel pálida y sus ojos grandes y celestes
como las diáfanas aguas del mar, parecía apenada con la cabeza apoyada en sus
rodillas, me acerqué despacio para no asustarla,
- ¿Necesita ayuda señorita? - Pregunté, ella levantó
la cabeza, sentí
perderme en aquellos extraños ojos, era tan parecida a
mi ex amada, aquella que me dejo abandonado a mi suerte en un sucio bar del
centro de Buenos Aires después de haberme robado mi alma enamorada.
- Me encuentro tan sola en el mundo que esta hermosa
noche sin luna
me entristece el alma. ¿Jamás se sintió solo en el
mundo?, de que
sirven las cosas materiales si se esta solo sin nadie
con quien
compartirlo.- Dijo ella.
Parecía haber leído mis pensamientos, porque por las
noches con mis treinta años, también muchas veces me plantee lo mismo, me
acomodé junto a ella,
- ¡Sí!.. Muchas veces pensé que estoy solo en este
mundo material, pero también sé que no puedes proyectar tu vida sobre un amor
incierto A veces deseo llegar a casa y encontrarme con alguien que me espere. -
Dije mirándola a los ojos,
- Somos dos almas solas... ¿Quieres mi compañía por
esta noche?- Me
preguntó ella.
- ¡Sí! - Conteste, ella sonrió por unos segundos miré
su escote era tan
abierto que casi llegaba a su vientre, sus senos
redondos y perfectos me invitan a desnudarla en mi mente. Puso su mano en mí
rodilla y me
observó directo a los ojos, sentí en mi sangre reptar
ansiosas víboras en celo.
- Creo que vamos hacer grandes cosas juntos, se nota
que tu alma es
pura. – le dije-
- No tanto como crees. - Me dijo muy cerca de mis
labios, su respiración era fría.
- ¿Vamos a mi departamento o al tuyo? -Pregunté
ansioso.
- No tengo domicilio... vivo en la oscuridad... soy un
ser más de la
noche...Cualquier caminante nocturno puede contarte
sobre mí hay
que andar con cautela por la oscuridad. - Dijo ella
- Me fascinan los retos... Amo los seres perversamente
oscuros, no le temo señorita solo noto en usted una extraña solitaria que necesita la compañía
de un hombre. - Le dije, luego me levanté, extendí mi mano, ella la tomó,
caminamos a mi casa.
Giré la llave nervioso, encendí la luz, ella al
ingresar la apago, busqué velas en la alacena mientras que ella daba vueltas por el lúgubre
pasillo, miraba todo siendo iluminada apenas por la penumbra de tres velas que
puse junto al sillón; me desnudaba con la mirada, era tan extraña y hermosa que
apenas si podía creer que hubiese aceptado venir a mi departamento. Se acercó
con pasos mudos hacia mí, me senté en el sillón a contemplarla, tomamos unas
bebidas fuertes para entrar en calor, aunque ella bebió mucho más que yo, en un
momento determinado de la noche cerca de las 4 a .m se puso de pie frente a mí,
dejó caer su largo vestido negro con elegancia, su figura era perfecta, me tomó
con fuerza de la nuca, no la creí tan fuerte,
- Júrame que vas a entregarte a mí totalmente. - Dijo
con el rostro inexpresivo
- ¡Sí!... - contesté con una trémula voz.
- Sí que... quiero escuchar, un si lo juro...prometo
entregarme en cuerpo
y alma. -Dijo ella luego paso su lengua por mi cuello,
el aire estaba
enrarecido, y yo segado por su belleza, estaba seguro
que aquella
chica se entregaría como ninguna otra, se notaba
salvaje y dominante.
- Juro entregarme en cuerpo y alma... hace de mí lo
que desees, esta
noche soy tuyo. - Dije, ella sonrió macabramente.
- Son todos iguales, todos los hombres se creen invencibles.
- Dijo ella poniéndose su vestido.
- ¿No me dijiste tu nombre?... yo no soy como todos,
me encantaría
volverte a ver. -Dije luego.
- Te hago una pregunta... ¿Por qué no me temiste? - Me
preguntó
- Como voy a sentir miedo de una mujer que aparentaba
ser frágil. Contesté.
- Típica contestación... No te enseñaron de chico a no
hablar con
extraños en la noche... a veces lo que parece dulce es
realmente
amargo... ¡Ah!.. mi nombre no importa... lo que
importa es quien soy...
Tendrías que cuidarte, a veces en la oscuridad podes
encontrarte con
lo que no soñaste ni en la peor de las pesadillas…Cuando
despiertes
sabrás quien soy... que lo que ocurrió esta noche
entre ambos jamás lo
vas a olvidar en tu vida. -Dijo y me apunto con una
vieja pistola que traía consigo en la cartera.
-No entiendo porque carajo no caíste dormido con todos
los somníferos que puse en tu bebida. – Me grito sin dejar de apuntarme.
- Porque no bebí ni un solo trago, ¿Eres lo que llaman
viuda negra verdad? Solo querías robarme.- Le dije sin moverme del sillón donde
estaba cómodamente desnudo.
-¡Sorpresa! Exacto eso soy, así que dame todo el
dinero que traigas contigo, y todo lo que pueda llevarme, maldito bastardo,
enfermo, eres tan raro que ni una erección has tenido aún.- Gritó.
Comencé a reír, desde el instante en que la vi supe
que ella, era una ladrona, una joven que se aprovechaba de los hombres para
robarlos utilizando su belleza extrema,
-¿Qué causa tanta risa en ti? Eres patético. – Prosiguió
gritándome.
Me puse de pie, ella asustada me dio un disparo en el
pecho que si fuera yo humano me hubiera matado al instante, eso me hizo sentir
como hervía mi poca sangre hambrienta, me estremeció tener que acabar con su
joven vida, dejo caer su arma de fuego, cuando mis ojos se posaron en los suyo,
quedo hechizada por el terror que la poseía,
-¿Qué eres?- Preguntó con una tenue voz de miedo.
- Has oído seguramente hablar muchas veces de nosotros
aunque quedamos pocos. - Le dije y le enseñe sutilmente mis colmillos.
- ¡Un vampiro!- Susurro ella. Yo le sonreí, me gustaba
esta muchacha, la tomé por su frágil cuello y clave salvajemente mis colmillos.
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Les deseo unas eternas lunas
L.C.D
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