…Inscribe el reino
subterráneo de Erzébet Báthory en la sala de torturas de su castillo medieval:
allí, la siniestra hermosura de las criaturas nocturnas se resume en una
silenciosa de palidez legendaria, de ojos dementes, de cabellos de color
suntuoso de los cuervos.
Un conocido filósofo incluye
los gritos en la categoría del silencio. Gritos, jadeos, imprecaciones, forman
una "sustancia silenciosa", la de este subsuelo es maléfica. Sentada
en su trono, la condesa mira torturar y oye gritar. Sus viejas y horribles
sirvientas son figuras silenciosas que traen, fuego, cuchillos, agujas,
atizadores; que torturan muchachas, que luego las entierran. Como el atizador o
los cuchillos, esas viejas son instrumentos de una posesión. Esta sombría
ceremonia tiene una sola espectadora silenciosa.
...parmi les rires rouges
des lévres luiantes et les
gestes
monstrueux des femmes
mécaniques.
R. DAUMAL
Había en Nüremberg un famoso
autómata llamado la "Virgen de Hierro". La condesa Báthory adquirió
una réplica para la sala de torturas de su castillo de Csejthe. Esta dama
metálica era del tamaño y del color de la criatura humana. Desnuda, maquillada,
enjoyada, con rubios cabellos que llegaban al suelo, un mecanismo permitía que sus
labios se abrieran en una sonrisa, que los ojos se movieran. La condesa,
sentada en su trono, contempla. Para que la "Virgen" entre en acción
es preciso tocar algunas piedras preciosas de su collar. Responde
inmediatamente con horribles sonidos
mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren en
perfecto abrazo sobre lo que esté cerca de ella, en este caso una muchacha. La
autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo vivo del cuerpo de
hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los senos maquillados de la dama de
hierro se abren y aparecen cinco puñales que atraviesan a su viviente compañera
de largos cabellos sueltos como los suyos. Ya consumado el sacrificio, se toca
otra piedra del collar: los brazos caen, la sonrisa se cierra así como los
ojos, y la asesina vuelve a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.
MUERTE POR AGUA
Está parado. Y está parado de
modo tan absoluto y
definitivo
como si estuviese sentado.
W. GOMBROWICZ
El camino está nevado, y la
sombría dama arrebujada en sus pieles dentro de la carroza se hastía. De
repente formula el nombre de alguna muchacha de su séquito. Traen a la
nombrada: la condesa la muerde frenética y le clava agujas. Poco después el
cortejo abandona en la nieve a una joven herida y continúa viaje. Pero como
vuelve a detenerse, la niña herida huye, es perseguida, apresada y
reintroducida en la carroza, que prosigue andando aun cuando vuelve a detenerse
pues la condesa acaba de pedir agua helada. Ahora la muchacha está desnuda y parada
en la nieve. Es de noche. La rodea un círculo de antorchas sostenidas por
lacayos impasibles. Vierten el agua sobre su cuerpo y el agua se vuelve hielo.
(La condesa contempla desde el interior de la carroza). Hay un leve gesto final
de la muchacha por acercarse más a las antorchas, de donde emana el único
calor. Le arrojan más agua y ya se queda, para siempre de pie, erguida, muerta.
Extraído de "La Condesa Sangrienta" Alejandra Pizarnik
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