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jueves, 13 de enero de 2022

Drácula No está inspirado en Vlad Tepes "El Empalador"





¿En verdad Drácula fue inspirado en Vlad Tepes, el empalador?

¿Es cierto que Vlad III, es el verdadero Drácula?

y… ¿Es verdad incluso que Vlad era un verdadero vampiro como escribieron los autores de tras la pista de Drácula?

¿Existen los Vampiros?

Estas preguntas vinieron a mi mente para atormentarme, ya que, al parecer para algunos eruditos, no podía ser que Drácula fuera pura imaginación del su autor y tenías que buscar si o si al verdadero Drácula, pese a no tener pruebas sólidas.

Y aquí me nació un poco la tristeza, y por supuesto me llené de más y más preguntas que necesitaban tener una respuesta: ¿por qué se puede alabar la genialidad de otros autores de la época y no la de Bram Stoker?, ¿por qué debía haber si o si un Drácula real? ¿no podía haber salido de su brillante pluma? Y como siempre una profunda investigación en base a internet salvo mi atormentada mente.

En algunos libros existen ideas preconcebidas tan afianzadas que cuesta creer que en realidad tal o cual autor no se inspiró en cierto personaje histórico o en cierto lugar del planeta. Es lo que ocurre en la relación entre Vlad III, y Bram Stoker.

Sabemos que Bram Stoker no inventó la figura del vampiro, esta es tan antigua como la humanidad misma y puede hallarse en las leyendas de casi todos los países. Todo lector recibe una impresión imborrable de las terribles probabilidades que se esconden en la existencia humana, son las frases que usaron para vender la primera edición de Drácula, de Bram Stoker. La novela de horror romántico del autor irlandés, publicada en 1897, fusionó para siempre las palabras “Drácula” y “vampiro”. La primera es sinónimo de la segunda prácticamente desde que existe la obra.


El Origen del Mito del Vampiro


El gran acierto de Stoker fue haber hecho un abordaje realista de una historia de vampiros. El éxito comercial de la novela decantó en nuevos productos que acrecentaron y popularizaron aún más la leyenda original sobre los hombres-murciélago y estos, obviamente, llegaron al cine.




Hablemos un poco del autor.

Bram Stoker nació el 8 de noviembre de 1847 en Clontarf, Irlanda. Fue hijo de Abraham Stoker Charlotte Mathilda Blake Thornley, Bram Stoker fue el tercero de siete hermanos. Su nombre de pila Abraham Stoker jr., por tener el mismo nombre que su papá uso siempre el seudónimo de Bram. Provenía de una familia burguesa, trabajadora y austera, cuya única fortuna eran los libros y la cultura. Su mala salud lo obligó a llevar a cabo sus primeros estudios en su hogar con profesores privados, ya que pasó sus primeros siete años de vida en cama debido a distintas enfermedades. Mientras se encontraba enfermo su madre le contaba historias de fantasmas y misterios, que más tarde influyeron en su obra.


“En mi infancia, nunca supe lo que era estar de pie”. Misteriosamente postrado en la cama “hasta poco antes de cumplir los siete años”, escribió Bram Stoker sobre sus primeros años en el Dublín victoriano. acabaría creciendo hasta convertirse en un robusto gigante y un victorioso atleta, más alto y corpulento que su padre y sus hermanos, alzándose por encima de su familia con su metro ochenta y ocho de altura en una época en la que la estatura media de los hombres de veintiún años en Gran Bretaña era de un metro sesenta y cinco. Lo cierto es que su enfermedad coincidió con los años más duros de la Gran Hambruna en Irlanda y con una epidemia gravísima de cólera, pero Bram nunca contrajo la enfermedad ni la fiebre de la hambruna ni ninguna otra afección que pudiera explicar médicamente su incapacidad para caminar.

Stoker leía de manera incansable cuentos de hadas franceses y alemanes, traducidos al inglés, en los que tampoco faltaba la crueldad.Si añadimos la costumbre de ciertas zonas de la Irlanda rural de disfrazar a los chicos de niñas para evitar que fuesen raptados por el pueblo de las hadas, se comprende mejor la fascinación temprana de Stoker por el horror, la muerte, la imaginación, la inestabilidad y la ambigüedad de los géneros. También los estudios críticos modernos de Drácula han acabado “dominados por investigaciones psicosexuales de la multiplicidad de transgresiones de género presentes en la novela, que bullen hasta dar paso al horror”, sostiene el biógrafo.

Siendo crítico del teatro para el Dublin Evening Mail, cuyo copropietario era Sheridan Le Fanu uno de los escritores más importantes de su época por cuentos como el de Carmilla, influyeron mucho a Stoker a la hora de escribir Dracula. La crítica de Stoker hacia la obra fue una gran alabanza a la actuación en Hamlet del actor Henry Irving, esto en el año 1876 así lo conoció e impresionado del talento de Stoker lo contrató como su secretario y representante, juntos viajaron a Inglaterra, allí dirigieron el Lyceum Theatre, pasaban tanto tiempo juntos que Stoker adoptó los hábitos de Irving que era muy asiduo de visitar prostíbulos.


Es el verano de 1890 y el señor Bram Stoker está de vacaciones en la costa inglesa con su esposa Florence y su hijo Noel. En ese momento lleva unos meses trabajando en la novela que le dará fama universal. Sin embargo, está lejos de tenerlo todo bien sujeto. Sí sabe algunas cosas, líneas generales. Que será una historia de terror. Que su protagonista será un noble llamado “conde Vampiro”, natural de la provincia austriaca de Estiria. También tiene dudas al respecto del título y se debate entre dos posibilidades: El no muerto o El muerto no muerto.

Drácula, publicado en el 1897, fue su creación literaria más reconocida, en la cual realzó los matices del vampirismo y la cual pasó a ser una obra literaria transmitida a través de los años. Es una historia ficticia basada, según algunas fuentes. Se inspiró en Henry Irving y en Franz Liszt para fijar el aspecto del conde Drácula y la novela refleja la lucha entre el bien y el mal. Oscar Wilde dijo de ella que era la obra de terror mejor escrita de todos los tiempos, y también, la novela más hermosa jamás escrita. Además, la obra recibió elogios de, entre otros, Arthur Conan Doyle. Su esposa fue la administradora de su legado literario, y dio a conocer obras como la que sería la introducción de Drácula, el relato corto «El invitado de Drácula».
Las historias de vampiros ya circulaban mucho antes de que Drácula empezara a beber sangre. Pero... ¿Qué tenía el conde transilvano para cautivar la imaginación del público y convertirse en uno de los personajes más famosos de la literatura moderna? La respuesta fácil es: el sexo vende. Más que cualquier otro monstruo del terror clásico, Drácula conjuga las amenazas violenta y carnal. La novela gótica de Bram Stoker revitalizó la leyenda del vampiro -señala Stephen King acertadamente- porque “jadea con auténtica energía sexual”. Algo en la sangre es un examen a fondo del origen de esa respiración agitada y coincide con el lanzamiento en España de Los poderes de la oscuridad, la versión perdida que Stoker escribió con V. Ásmundsson en 1901.

Drácula también nació en el teatro. Los malvados reyes demoníacos de las pantomimas inglesas prendieron la imaginación del Stoker niño, al igual que lo haría más tarde Irving con sus giros melodramáticos. El famoso crucifijo alzado para detener el mal tuvo su origen en el montaje que el actor hizo de Fausto. Shakespeare también fue una influencia importante, en particular la sangrienta tragedia Macbeth.El autor dedica una atención considerable a especular sobre el influjo de Oscar Wilde, a menudo mediante prolijas comparaciones con Drácula. Wilde y Stoker procedían de orígenes similares. Ambos eran licenciados por el Trinity College, irlandeses de nacimiento, que se trasladaron a Londres y se introdujeron en el teatro más o menos al mismo tiempo. Pero la documentación sobre su relación es escasa, lo cual, en el libro, los acerca en cierto modo.

Bram Stoker murió a los 64 años el 20 de abril de 1912 por una sífilis que contrajo como parte de su vida llena de desenfrenos, mujeres y una vida desordenada. Su vida no fue nada fácil, escribió libros que le ofrecían un gran éxito a nivel profesional, mientras en el aspecto personal iba de mal en peor, que fue lo que finalmente lo llevó a la muerte.

 


Drácula es una novela bastante deformada por las adaptaciones. Debido a algunas novelas y versiones cinematográficas de Drácula, mucha gente piensa que Stoker basó su célebre y famoso personaje en una figura histórica, más precisamente en Vlad Tepes, o Vlad "el Empalador", y también en leyendas de vampiros que circulaban en Europa oriental. Pero en realidad Vlad vivió en el siglo XV y fue príncipe de Valaquia, (que junto con Moldavia y Transilvania constituyó el reino de Rumanía).

Bram Stoker encontró una breve referencia al voivoda Drácula en un libro sobre Valaquia y Moldavia, en el que su autor decía en un pie de página: Drácula, en la lengua nativa de Valaquia, que significa 'diablo'. La sonoridad de este nombre le gustó a Stoker, que había llamado originalmente a su vampiro «conde Wampyr (por cierto, no suena nada atractivo). Decidió entonces llamarlo, conde Drácula.

Stoker no conocía nada sobre la vida del verdadero "Tepes", incluso hoy en día se desconocen muchos aspectos de su vida y de su muerte. En realidad, la novela Drácula no tiene relación con la vida de Vlad el Empalador. Tampoco se sabe nada sobre la personalidad, la visión y filosofía de Vlad, por lo que haríamos mal en pensar que el personaje de Stoker está basado en la personalidad de esta figura histórica.

Si bien se dice que Ármin Vambéry, dio una amplia información sobre Transilvania y sobre Vlad  a Stoker, la verdad es que Stoker y Vambéry se reunieron pocas veces en Londres, y no fue necesariamente para hablar de vampiros. Nunca mantuvieron correspondencia, no había una amistad entre ellos, ni cartas donde hablen de tal o cual personaje histórico, y no existen pruebas de que Stoker conociera algo sobre "Tepes".

Se da por sentado una y otra vez que Vlad el empalador, sirvió de inspiración para Drácula, pero lo único que ambos personajes tienen en común es el nombre. Aunque tampoco fue este nombre extraído de Vlad, sino de un antiguo libro sobre Valaquia.

El libro le parece interesante. Se detiene en un capítulo sobre los Montes Cárpatos, sobre Transilvania. Hay algo de historia ahí: los combates de los dacios contra las legiones romanas, las invasiones de los hunos, de los godos. De repente, una frase en la página 17 le llama poderosamente la atención:

Valaquia continuó pagándole tributo hasta el año 1444; cuando Ladislao, rey de Hungría, preparándose para hacer la guerra contra los turcos, se comprometió con el voivoda Drácula para formar una alianza con él. Las tropas húngaras marcharon por el principado y se les unieron cuatro mil valacos bajo el mando del hijo de Drácula.

Aquí podemos imaginar que Bram Stoker tuvo una epifanía, o le interesó lo suficiente como para copiar una nota al pie en la página 19:


Drácula, en el dialecto valaco, significa diablo.


 En 1912 Florence, la esposa de Stoker, vendió los diarios que su marido había estado escribiendo durante la redacción de Drácula, una pista fundamental para comprender el proceso de elaboración de la novela. No fue hasta 1972 cuando los estudiosos de Drácula Raymond McNally y Radu Florescu redescubieron los diarios en el Museo Biblioteca Rosenbach de Filadelfia, por lo que durante décadas todo lo que se pensaba acerca de Drácula se basaba más en especulaciones que en datos verídicos. En su ensayo Drácula: sentido y sinsentido la experta en el personaje Elizabeth Miller señala el momento exacto a partir del cual empezó a asumirse que el vampiro de Stoker estaba inspirado en Vlad el Empalador: fue el también experto en Drácula Basil Kirtley quien señaló la conexión en 1958. A partir de ese momento la teoría se hizo tan sólida que hoy en día cuesta pensar que no fuera así.



 Pero lo cierto es que no existe ninguna prueba documental de que Stoker conociera al personaje histórico de Vlad el Empalador. Sobre la inspiración de la novela hay que decir que es difícil separar la leyenda de la realidad. El hijo de Stoker, Irving Stoker, afirmaba que su padre se había inspirado en un sueño para escribir el libro. Al fin y al cabo, algunas de las mejores novelas góticas se basaban en sueños, como el Frankenstein de Mary Shelley. Sin embargo, aunque esto fuera cierto y Stoker se hubiera empezado a plantear su novela a partir de un sueño, eso no implica que detrás del libro no haya un profundo trabajo de investigación.

   Una de las teorías más asentadas a lo largo de los años es que Stoker hubiera podido descubrir a Vlad el Empalador a través de Arminius Vámbéry, un profesor húngaro a quien el escritor conocía. En abril de 1890 Stoker y su amigo el actor Henry Irving cenaron con Vámbéry después de una representación teatral y se supone que en ese encuentro el profesor habría contado a sus invitados historias acerca de las atrocidades de Vlad Tepes. Esa idea ‒no documentada‒ se vio reforzada por el hecho de que Stoker incluyera el nombre de Vámbéry como personaje dentro de la novela, concretamente como colega de Van Helsing y experto en Drácula. Aunque más allá de eso hay que decir que Stoker y Vámbéry tuvieron poco contacto: no llegaron a reunirse en muchas ocasiones y no mantuvieron correspondencia.

Lo que sí podemos confirmar a partir de los diarios de Stoker es dónde se basó exactamente para bautizar a su personaje como Drácula. En el verano de 1890 Stoker leyó un libro de William Wilkinson titulado Relación de los principados de Valaquia y Moldavia y le llamó tanto la atención que copió pasajes enteros en sus diarios. El libro de Wilkinson contenía referencias a varios voivodas llamados Drácula. Y es que Vlad Tepes no es el único Drácula que existe. De hecho, el Empalador, que pertenecía a la Casa Drăculeşti, compartía el nombre con otros voivodas. Una nota a pie de página de Wilkinson nos da la pista definitiva: Drácula, en la lengua nativa de Valaquia, significa ‘diablo’». En esa misma nota se aclara que los valacos aplicaban el nombre de «Drácula» a las personas que destacaban por su valentía, su crueldad o su astucia.

¿de dónde proviene la conexión entre Drácula y Vlad Tepes que tanto parece gustar a los directores cinematográficos?

Básicamente del libro de Radu Florescu y Raymond T. McNally, dos profesores de la Universidad de Boston y autores del libro: Tras la pista de Drácula (In Search of Dracula). Radu Florescu era rumano, y un apasionado erudito en la historia de Vlad Tepes. En este libro, seguido de Drácula: príncipe de muchos rostros (Dracula, Prince of Many Faces), los autores profundizan en la conexión entre el Drácula de Bram Stoker y Vlad Tepes; de hecho, hasta aventuran que Vlad el Empalador era realmente un vampiro. Si bien esta afirmación es ridícula, también es justo reconocer que ambos libros están bien documentados en otras áreas.



El primer libro de Florescu y McNally fue un éxito de ventas. De la noche a la mañana, estos dos ignotos profesores recibieron toda la atención de la prensa, y con buenas razones. ¿Drácula era un personaje real? ¿Y ese personaje real además era un vampiro? Nadie lo había considerado hasta entonces, y la idea se solidificó en el imaginario popular a través del cine. Primero en el Drácula de 1973, protagonizado por Jack Palance y con guión de Richard Matheson; donde se retrata a un conde más bien melancólico que se reencuentra con su amor de antaño en la figura de Mina; una idea que luego sería central en la adaptación de Francis Ford Coppola, quien se baso en Vlad Tepes para la creación de su película.

Actualmente, el Drácula de Bram Stoker y Vlad Tepes son casi sinónimos, aunque el vínculo entre los dos es solo especulativo. Es decir, no hay dudas sobre dónde encontró Bram Stoker el nombre Drácula, cuándo lo encontró, y que todo eso no alteró lo que ya tenía previsto para el personaje en líneas generales. Además, Wilkinson solo menciona a un Voivoda Drácula, nunca se refiere a él como Vlad; y sabemos que el libro de Wilkinson es la única fuente conocida de Bram Stoker para obtener información sobre Drácula. Todo lo demás es especulación; lícita, por cierto, pero especulación al fin.


Bram Stoker no conocía nada sobre la vida de Vlad Tepes, lo cual no es para nada extraño; de hecho, incluso hoy en día se desconocen muchos aspectos de su vida y de su muerte, con lo cual resulta aún más difícil para cualquier autor de fines del siglo XIX basarse en su historia, precisamente porque no había tal historia.

Ahora bien, algunos eruditos en la obra de Bram Stoker sugieren que este obtuvo información sobre Transilvania del profesor húngaro Arminius Vambéry, quien además le habría proporcionado algunos datos sobre Vlad Tepes. Esto es perfectamente posible, tanto como que Stoker y Vambéry se reunieron un par de veces en Londres, aunque no sabemos si fue necesariamente para hablar de vampiros. No mantuvieron correspondencia, y no existen pruebas concretas de que Vambéry supiera algo más sobre Vlad Tepes más allá de lo que podía encontrarse fragmentariamente en los libros de historia, y menos aún que esta información privilegiada haya sido compartida con Bram Stoker.

Eso nos lleva a pensar que Stoker no tuviera en mente en ningún momento a Vlad Tepes, como demuestra el hecho de que en la novela no haya ninguna referencia a leyendas o a la vida del personaje histórico. En su proceso de documentación, en lugar de utilizar datos biográficos de Vlad III, Stoker utilizó libros de supersticiones europeas e historias góticas sobre vampiros como: El Vampiro de John Polidori de 1819 o Carmilla de Joseph Sheridan Le Fanu de 1871. Es más, en un principio este iba a provenir de Austria, pero más tarde cambio su procedencia por Transilvania, una localización habitual en las novelas góticas. Este cambio de espacio que llevó a que personaje histórico y literario compartieran procedencia, unido a la enorme maldad de ambos, hizo que la relación entre los dos Dráculas fuera inevitable dentro de la cultura popular, independientemente de que esa conexión no estuviera en la mente de Stoker.

El conde Drácula es descrito como un ser cruel y maligno, de grandes poderes y habilidades. Van Helsing describe a este mítico ser como de gran fuerza, equiparable a la de veinte hombres, así como una profunda y sobrehumana inteligencia y sabiduría, agudizada durante varios siglos. También es poseedor de una gran valentía, la cual le hizo ganar el título de Conde durante las guerras contra los turcos en las tierras de Transilvania y así ser reconocido como, el más valiente de los hijos de la tierra más allá de los bosques.

Los investigadores de la Biblioteca de Londres encontraron 26 libros con notas, que utilizó el autor para investigar.

La Biblioteca de Londres explicó a su público de dónde se inspiró finalmente Stoker para culminar su obra.

El estudio y la dedicación es algo que se percibe en cada hoja de esta novela gótica. Cruces, puntos, instrucciones y subrayados. Así son las marcas que dejó Stoker en los párrafos y en las páginas más relevantes que lo ayudaron a crear Drácula, un trabajo al que dedicó siete años, de 1890 a 1897 de su vida.

Es casi seguro que los libros que hemos encontrado han sido marcados por el mismo Bram Stoker, que se basó en la colección de la Biblioteca de Londres para investigar, asevera Spedding vocero de la biblioteca.

Animado a escribir su obra maestra, Stoker se unió a la Biblioteca de Londres en 1890. Hay que tener en cuenta que, en esa época, la biblioteca era de pago. Había que poner una suma determinada para poder acceder a los libros y a las zonas de trabajo disponible, era algo que no estaba al alcance de todo el mundo.

Para empezar, teniendo en cuenta que Stoker nunca visitó Rumanía, dependía casi en exclusiva de libros de viaje de la zona, como Drive along the Danube (Viajando a lo largo del Danubio) en el que dejó marcas y seleccionó párrafos para usarlos como referencia en su propio trabajo.

Otro de los libros en los que se basó para captar la esencia de lo misterioso y paranormal fue El libro de los hombres lobo, escrito por Sabine Baring-Gould. Se trata del primer ensayo académico que estudió el fenómeno de la licantropía, mezclando de una manera magistral la ciencia de la época, los mitos y las leyendas.

Además de tomar notas en los márgenes, Stoker perteneció al infame grupo de los dobladores de páginas, una costumbre todavía peor, y que se puede apreciar en varios libros que pasaron por sus manos. En el caso de An Account of the Principalities of Wallachia and Moldavia, la página con la esquina doblada contiene una palabra clave: Drácula.

Stoker consultó desde libros de viaje a ensayos sobre mitología, pero también leyó sobre ciencia y tecnología. De hecho, la mezcla del mundo antiguo y las leyendas con elementos que, en su momento, eran el último grito científico, como el fonógrafo, es uno de los elementos más importantes de su estilo literario.

El autor irlandés tardó siete años en terminar de escribir Drácula, de 1890 a 1897. Durante ese tiempo fue un habitual de la Biblioteca de Londres, institución de la que se dio de baja al publicar Drácula. Ya no le hacía falta ahondar más en su amplio y magnífico catálogo. Hoy en día, se le sigue el rastro a través de las viejas fichas de consulta y sus notas al margen. Ese es uno de los grandes legados de una biblioteca.

 

Al parecer, el autor irlandés se inspiró en una serie de misteriosos sucesos que ocurrieron años antes en dos cementerios británicos (el de Highgate, en Londres, y el de Santa María la Virgen, en Whitby), en los que, precisamente, se cuenta que se produjeron algunos casos de vampirismo.

Tal circunstancia no desmerece en nada la emblemática novela de Bram Stoker, todo lo contrario. Efectivamente, toda buena obra que se precie (y especialmente las de terror) ha de inspirarse en alguna arista de la realidad para infundir la sensación de miedo e inquietud que pretende conseguir, ya que, de lo contrario, sería imposible que lograra su propósito.

 

Las notas de Stoker

La primera nota que Stoker dejó en su libreta sobre Drácula está fechada el 8 de marzo de 1890. En ella se habla de un cierto “conde _”, de Estiria, que pretende comprar una propiedad en Inglaterra y que, para ello, se dirige al presidente del Colegio de Abogados. Las siguientes tres páginas, bajo el título de “Vampire memo (1), (2) y (3)”, consisten en una enumeración de los poderes del vampiro. Stoker va enumerando posibles poderes, algunos de los cuales serán más tarde descartados. Establece que no hay espejos en la casa del conde o que nunca es posible verlo reflejado en ninguno. También se pregunta Stoker al respecto de si el conde da sombra o no. Le atribuye enorme fuerza, el poder de ver en la oscuridad, de hacerse grande o pequeño a voluntad. Le atribuye dientes blancos e insensibilidad a la música. E influencia sobre las ratas.

Después Stoker sigue anotando. La siguiente página, sobre la que más tarde habrá que volver, lleva por título Historiae personae, y es la página en la que los escritores solemos organizar los personajes de nuestros libros. Hay nombres que ya están claros: los del doctor Seward, Lucy Westenra, Mina Murray o Jonathan Harker. Hay otros que no. Aparecen una mujer muda y un hombre silencioso. Hay un profesor alemán y un texano.Pero Stoker sigue su paseo. Vuelve sobre sus pasos y callejea. Al final, llega a la biblioteca municipal. Y entra.


















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