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domingo, 3 de enero de 2021

La Historia del creador de “Los Locos Addams”







Los locos Addams es el nombre de una de las series más celebradas por parte de varias generaciones de espectadores y también de algunas comedias que corrieron dispar suerte en cuanto a recepción y calidad en el mundo del séptimo arte.

Pero esta familia "tan normal", que vivía en una mansión tenebrosa, con una estética gótica y cuyos personajes centrales parecían escapados de cuentos de terror, tuvieron en su creador a un hombre talentoso, que los imaginó muy cercanos a como los vimos en la serie (1964-1966) y cuya estética rescata el filme animado que este jueves se estrena en la cartelera de cine de Mendoza, bajo la dirección de Greg Tiernan y Conrad Vernon.Su creador, Charles Samuel Addams nació en Wesfield (News Jersey) en 1912 y creció en una casa de tres pisos de estilo victoriano, con antigüedades y armaduras a su alrededor que, indudablemente, fueron parte de la inspiración para crear al menos el hogar de sus famosos personajes. No era un niño como los demás: en lugar de pasear por el parque, prefería hacerlo por el cementerio de la ciudad.

Charles Addams dibujó las viñetas de la familia macabra en la revista “The New Yorker”. Con fama de seductor, se casó tres veces y su segunda esposa se quedó con los derechos de sus criaturas. Desde siempre había tenido clara su vocación de dibujante y después de graduarse en la Grand Central School of Art de Nueva York, consiguió trabajo en la revista The New Yorker, donde en 1938 publicaría la primera viñeta sobre la familia Addams, se dice que en colaboración con su amigo Ray Bradbury, el famosísimo escritor de ciencia ficción para quien luego ilustró varios de sus libros.

Lo cierto que Bradbury siguió su propio camino y la familia Addams fue creciendo en popularidad a lo largo de los años. Los lectores de la revista semana a semana seguían con interés creciente las aventuras de esta familia que vivía a contramano de la sociedad. La clave de su éxito era que el autor mezclaba lo mórbido y el humor negro con personajes de apariencia siniestra, pero que entre sí respetaban sus lazos familiares y se desenvolvían en el mundo real, que no los entendía y al cual ellos no podían desentrañar tampoco.





Para acrecentar los rumores, se dice que Charles Addams se basó en la apariencia de su primera esposa para crear el personaje de Morticia, porque era parecida a ella, aunque cuando decidió casarse por segunda vez escogió a una “Morticia” aún más parecida a su creación, que en la vida real y tras el divorcio, terminó estafándolo con los derechos televisivos y cinematográficos de Los locos Addams. Una verdadera “vampiresa”.

Charles Addams era historietista. Desde chico supo que quería serlo. Sus padres lo apoyaron. Poco después de cumplir veinte años, en 1932, logró publicar una de sus viñetas en el prestigioso semanario New Yorker, el sueño de cualquiera que se dedicara a lo suyo. Pasaron otros seis años hasta que logró ubicar su siguiente dibujo en esa revista. Ya firmaba como Chas Addams. A partir de ese momento el dibujante se convirtió en un asiduo colaborador. Su trabajo cada vez se hizo más conocido.

Addams hizo sus primeras publicaciones en una revista estudiantil, y luego estudió bellas artes en tres universidades. En 1932 publicó una viñeta en The New Yorker, pero pasaron cinco años hasta que logró un trabajo estable en ese medio. En 1938 vio la luz La familia Addams: al estilo de la revista, los chistes consistían en un dibujo con un epígrafe ingenioso que completaba el sentido. Siempre cultivaban el humor negro y los firmaba “Chas Addams”.

Caballeroso y seductor, Charles tenía fama de Don Juan. Se lo vinculó a mujeres glamorosas de su época como Greta Garbo, Joan Fontaine o Jackie Kennedy, con quienes se mostró en reuniones sociales. Como fuera, en 1942 se casó con Barbara Jean Day, que supuestamente se parecía a Morticia. La pareja terminó a los ocho años, porque al dibujante no le gustaban los niños y se negaba a tener hijos, aun adoptivos.

 

Los Addams eran una sátira por oposición de la familia estadounidense ideal. Un clan aristocrático que disfrutaba de lo macabro, indiferente a lo que el resto del mundo pensara de él y sin notar que lo encontraban siniestro. Su conducta, siempre formal y un tanto inocente, contrastaba con su apariencia malvada y sus excentricidades.

En 1954 llegó su segundo matrimonio, con Barbara Barb, una abogada que también tenía el estilo de Morticia. Esta pareja duró dos años, pero Barb aplicaría su sapiencia legal para quedarse con parte de los derechos sobre los personajes creados por su marido.

Llegaron el prestigio y el dinero. Varias décadas después, a principios de los años sesenta, un productor televisivo, David Levy, le propuso convertir algunos de los personajes que él dibujaba en una serie televisiva. Esos personajes tenebrosos y alegres, macabros y divertidos, habían aparecido en apenas una veintena de viñetas que seguían el claro estilo del New Yorker: un solo cuadro, protagonistas plantados en una situación y debajo, al pie del dibujo, una línea de diálogo con el remate. La gracia (palabra adecuada si hablamos de un cartoon, de un chiste gráfico) radicaba en que con esos elementos estándar se entendiera quien hablaba -no hay globos de diálogo- y que provocara risa.

Levy le exigió a Addams, ya un conocido dibujante, que bautizara a esos personajes, que los relacionara entre sí y que le otorgara a cada uno características especiales. Todo eso no estaba en los chistes de un solo cuadro, no eran creaciones desarrolladas en un cómic, no participaban de una historia.

Tal vez la inspiración para desarrollar ese mundo de alegremente terrorífico la encontró durante su infancia, en la casa de su abuela materna. La vivienda de la mujer estaba algo deteriorada y tenía un montacargas. Él disfrutaba esconderse dentro y subir por allí hasta la habitación de su abuela. Cada vez que la anciana abría la pequeña escotilla, su nieto la asustaba. Addams declaró que esa mezcla de familia, risas y terror fue determinante para él.



Lo primero que hizo Addams para cincelar la adaptación televisiva fue decidir que ellos integraban una familia y a esa familia, sin esforzarse demasiado, le otorgó su propio apellido. Debe ser un caso único en la historia en que un autor bautice a personajes ficcionales con su apellido. A nadie le pareció raro.

El producto más redituable, y que los hizo mundialmente famosos, fue la serie. Nació en 1964 por una idea del productor David Levy, que le acercó la propuesta a Addams y le dio forma junto con Donald Saltzman. Duró dos temporadas, hasta 1966, con un total de 64 episodios de media hora, filmados en blanco y negro.

La fórmula del programa es sencilla de resumir pero difícil de llevar adelante. Mezclar la típica comedia familiar que en esos tiempos reinaba en las pantallas de Estados Unidos con la historia (o al menos el ambiente) de terror. La gran habilidad reside en convertir en entrañables a esos personajes tenebrosos.

En cada capítulo se narraba una historia simple, una excusa para desplegar las excentricidades de sus protagonistas, para insertar los gags y las escenas de humor absurdo. Veneno bebido en vasos de trago largo, lamparitas encendidas con la boca, una mano sin cuerpo con vida propia que provee cualquier cosa en el momento exacto, plantas carnívoras, un gigante que resulta un delicado pianista, rosas pero de las que sólo se quedan con el tallo y las espinas, chicos correteando con felicidad entre tumbas, personajes que se relajan esposados a elementos de tortura.

Charles Addams y sus creaciones trasladan el mundo del absurdo, del sinsentido a una serie. Descubren, y luego se hará tradición en el mundo de los dibujos animados, que hacer convivir dos universos absolutamente dispares no sólo es posible, sino que es narrativamente muy redituable. Y todo eso lo hacen en un ambiente amablemente espectral, gótico, repleto de telarañas, bizarro.

Los personajes con sus particularidades y extrañamiento constituyen la esencia del programa que argumentalmente pocas veces salía de la fórmula que establecía la colisión entre las costumbres extrañas y tenebrosas de esta familia con las del resto de la población. Los Addams tenían la convicción que no había nada raro en su estilo de vida. Al final los visitantes o los que ocasionalmente se comunicaban con ellos se escapaban atemorizados y no regresaban. Los Addams nunca lograban decodificar estas conductas como una señal de que algo extraño sucedía.

En esa familia el amor paterno filial y el amor de pareja con fuerte contenido sexual conviven con el dolor, el sufrimiento, lo mórbido, los venenos, los instrumentos de tortura. Pero tamizado por una visión naif. Humor negro en una comedia blanca. Sadismo y terror para principiantes. Un malevolencia inocente, deliciosa e inocua.

Los personajes estaban basados vagamente en actores clásicos. El padre en Peter Lorre, la madre se inspiraba en Gloria Swanson y Largo en Boris Karloff.

Homero (Gomez era su nombre original) era el padre de familia. Sonrisa ladeada y profundamente enamorado de su esposa. No podía controlar la atracción que ella ejercía sobre él; cada vez que ella hablaba en francés, Homero se abalanzaba sobre ella y besaba su brazo con pasión descontrolada.

El matrimonio tenía dos hijos. Merlina (Wednesday en la versión original), una chica oscura, seria y reconcentrada. El chico, Pericles, era un gordito travieso e ingenuo. Los tíos eran muy particulares. El Tío Lucas interpretado por Jackie Coogan que había conocido la notoriedad siendo el pequeño ladero de Charles Chaplin en El pibe. Y el Tío Cosa, una masa de pelos que se movía y hablaba. También estaba la macabra Abuela y sus pociones venenosas.

Largo, un gigante con toques frankestenianos, era el mayordomo. El otro asistente de la casa era Dedos, una mano con autonomía que resolvía inconvenientes. Charles Addams era un seductor serial. De joven era parecido al actor Walter Matthau. Elegante, siempre atildado y de trato caballeroso, conquistó mujeres famosas como Jackie Kennedy, Greta Garbo y Joan Fontaine. Un mito le atribuye al dibujante las características de su creación. Durante su vida soportó rumores de que era un psicótico, que estaba internado en una institución mental. Nada de eso. Era amable y de una enorme habilidad social.




En general el argumento giraba en torno al choque cultural entre la gente “normal” y la idiosincrasia tenebrosa de la familia. A pedido de Levy, Addams estableció el parentesco de sus personajes y las características de sus personalidades. La serie se convirtió en un clásico, apoyada en con los protagónicos de John Astin y Carolyn Jones como Homero y Morticia, Jackie Coogan como el Tío Lucas y el icónico tema de apertura y cierre compuesto por Vic Mizzy.

Se casó tres veces. La primera con Barbara Jean Day . Se separaron tras ocho años de convivencia. La negativa del dibujante a tener hijos habría sido el principal detonante. Fue un matrimonio feliz si se considera lo que Addams vivió después. Ella era increíblemente parecida a Morticia. Mirada profunda, largo pelo azabache, delgada. Lo sorprendente es que primero apareció el personaje en los dibujos de Addams y después conoció en un evento social a la que sería su esposa.

Lo que podría tratarse de una casualidad deja de serlo en el momento en que se revela que su segunda esposa, Barbara Barb, también es parecida a Morticia. En este punto ya se hace evidente que Charles Addams era de esos hombres que siempre salen con unas mujeres fisonómicamente similares. Algún conocido ha llegado a confundir a la segunda esposa del dibujante con la primera y al verla del brazo de Addams y a llamarla con el nombre de la anterior.

Pero las similitudes de Barbara con Morticia no sólo eran físicas. Barbara hacía gala de una frialdad y una maldad sin antecedentes. Ella se autoatribuyó la responsabildad de representar a su esposo. En un movimiento imperceptible se quedó con el 75 % de los derechos de la creación de su marido, quien pronto, en menos de dos años, se convirtió en ex. Una prueba: apenas finaliza la primera película de Los Locos Addams, la versión de 1991, filmada y estrenada tres años después de la muerte del creador de los personajes, aparece una placa -antes que los demás créditos- en la que se agradece a Lady Colyton, que no es más ni menos la implacable Barbara Barb. casada en ese entonces con un noble que le proporcionó el “Lady”. Ella no sólo negoció los derechos y se quedó con pingües beneficios porque el largometraje fue un gran suceso, sino que se reservó, gracias a sus negociaciones implacables, un lugar de relevancia en la pantalla.

Addams no pudo disfrutar plenamente de los frutos del éxito por la disputa legal con Barb. Pero siguió adelante con su vida y se casó por tercera y última vez con Marilyn Matthews Miller, más conocida como Tee. Fieles al humor negro, hicieron la boda en un cementerio de mascotas y en 1985 se mudaron a una propiedad en el estado de Nueva York a la que bautizaron  La Ciénaga. Murió en 1988, a los 76 años, y allí están enterradas sus cenizas.






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