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sábado, 19 de septiembre de 2020

La leyenda más escalofriante de México "El Charro Negro" L.C.D

Adela, era una joven despreocupada para su época, mientras las mujeres permanecían en casa atendiendo a los hombres de su familia, ella prefería la vida sin compromisos, vagaba ya entrada la noche en quién sabe dónde, a pesar de la preocupación de sus padres. Una de tantas noches, se encontró en su camino con un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha. Circulaba a lomo de un caballo enorme y de color azabache. Que impresionó a la joven al instante por su gran porte, mirada elocuente y palabras cálidas.

Tras una amable conversación Adela aceptó aligerar el viaje y montó el caballo. En el justo instante que ella estuvo en el lomo del animal, este creció el doble de su tamaño, ardiendo en llamas, al escuchar los gritos de espanto de la joven, algunos salieron en su auxilio, solo para darse cuenta de que ella era ya propiedad del Diablo, que en forma de charro negro cabalgaba todas las noches por los alrededores de la Ciudad de México en busca de un alma incauta que llevar a sus dominios.

Por ella no pudo hacerse nada, solo la vieron arder en llamas sobre el caballo, ahogándose en sus propios gritos de dolor y desesperación.

Me imagino que ya sabes de quien se trata esta historia. Es la leyenda más escalofriante de México. Mi favorita.

Una de las leyendas más escalofriantes de México, y que hasta el día de hoy sigue aterrorizando a chicos y grandes. El origen de ésta leyenda es incierto. Pero lo más probable es que haya surgido durante la época colonial. Su nacimiento se ubica generalmente en el centro y sur de México, pero su presencia se extendió a todo el país, Asimismo, existen tantas formas de narrarla como personas y lugares en los que se cuenta. Pero todo indica que se trata de un mismo y espectral caballero del que todos hablan, y a quien todos le temen.

Cuenta la leyenda que se trata de un hombre vestido de chaqueta y pantalones ajustados de color negro acompañado de un sombrero, deambula en la espesa noche en las calles de México en un caballo de color negro de ojo rojo como la sangre los que lo han visto dicen que es el diablo o tiene relación con él.

un ente maligno y fantasmal, algunos creen que es un emisario del diablo, pero Hay quienes sostienen que se trata del mismísimo diablo en persona. Quien suele cabalgar su robusto caballo negro por las noches. Y hacer suyas las madrugadas hasta que el amanecer lo obliga a regresar a las tinieblas.

La siniestra misión del Charro Negro es recolectar las almas de aquellos que no posean un corazón puro y libre de avaricia. Anda por los caminos.

A los hombres, tras saludarles con su gentileza característica, les ofrecía una bolsa repleta de monedas. Pocos eran los que resistían la tentación de aceptar el despampanante obsequio. A las mujeres, haciendo gala de su porte quijotesco, las seducía con palabras dulces y flores hasta que caían rendidas a sus encantos. Pero ¡Ay de aquél o aquella que montara aquél negro corcel! El Charro Negro se sumergía en la espesura de la noche. el destino fatal de las pobres víctimas se desconoce.

Hay varias historias sobre la aparición de este espectral personaje.

 

Se dice que si un viajero se encuentra al charro negro en la noche tiene que ignorarlo y limitar su compañía a su lugar de destino ya que si se acerca el amanecer él se marchara con un paso lento y ligero, pero si acepta su oferta de dinero o montarse en su caballo será el fin ya que no podrá bajarse del corcel luego el charro se alejara con un rumbo desconocido y no se volverá a saber más de esa persona. Un claro ejemplo es la historia de Abundio Rosas un señor que se atrevió a aceptar el dinero del Charro Negro. En el año 1896 Abundio regresaba a su casa por un bosque era una noche con una luna muy resplandeciente pero esta se escondía en los arboles así que el bosque quedaba muy oscuro don Abundio sentía como si alguien lo seguía pero no le presto mucha atención así que no volteo y lo que hizo fue caminar más rápido pero lo que lo seguía estaba más cerca aterrado decidió voltear el rostro para ver de quien se trataba, se asombró mucho por lo que había visto era el charro negro montado en su caballo se asustó tanto que no pudo gritar temblaba de miedo y más cuando el charro estiro su mano roja y de uñas largas y le ofreció dinero don Abundio aterrado se negó pero el charro le insistido pero la respuesta de Abundio siempre fue un no!! El charro se giró con su caballo no dijo ninguna palabra y se alejó, Abundio corrió hasta llegar a su casa y le contó a su esposa de lo sucedido esa noche ninguno de los dos pudo dormir, Don Abundio al día siguiente volvió al lugar de los echo para ver si se encontraba con el misterioso charro pero no encontró nada así que decidió buscarlo durante barias noches pero no consiguió indicio de su existencia, ya Don Abundio no se acordaba de lo sucedido pero todo cambio una noche cuando regresaba a su casa y sintió una escalofriante figura que lo seguía se trataba del charro negro pero esta vez con una voz gruesa le dijo que aceptara el dinero, Don Abundio en los últimos meses había contraído deudas y su familia estaba pasando por una crisis financiera, medio muerto de miedo acepto el dinero que le hacía tanta falta. Don Abundio utilizó el dinero para pagar sus deudas y con lo que le sobro compro terrenos y construyo una hacienda todo parecía ir bien para la familia rosas hasta que en una noche Adela su única hija desaprecio la gente contaba que en la noche de su desaparición se escuchaba unos fuertes relinchos de caballo, poco después de la desaparición de Adela la madre falleció, Don Abundio se quedó con su hacienda pero triste y solo, por eso todos los que se atreven hacer trato con el charro negro tienes que aceptar las consecuencias ya que te da un castigo por la avaricia.



 La Cantina

Hace muchos años, numerosas familias de mineros y jornaleros trabajaban a deshoras, muchos de ellos en condición de esclavos. Entre ellos se encontraba Juan, un hombre ambicioso que no dejaba de quejarse de su suerte.


Al terminar una jornada laboral, acudió a la cantina más cercana y comenzó a beber en compañía de sus amigos. Entrado en copas, les comento a sus compañeros: “La vida es muy injusta con nosotros. Daría lo que fuera por ser rico y poderoso.”

Cuando de pronto, un charro alto y vestido de negro entró a la cantina y le dijo: “Si quieres, tu deseo se puede ser realidad.”

Las personas que se encontraban en el lugar, al escucharlo se persignaron e incluso se retiraron rápidamente del lugar.

 Lo que tenía que hacer era, acudir esa misma noche a la cueva del Coyote, que en realidad era una vieja mina abandonada. Juan insistió. A la hora acordada ya estaba parado frente a la mina, pero no vio nada extraordinario. Próximo a retirarse descubrió un agujero en el cual había una víbora que lo observaba fijamente. Impresionando con el inmenso tamaño del reptil, Juan decidió llevársela a su casa para poder venderla posteriormente. Llegando a su casa, la depositó en un viejo pozo de agua que se encontraba seco y lo tapó con tablas. Su esposa intrigada por el motivo de la tardanza, pues el hombre seguía ahogado de borracho y le fue en vano saberlo. Cuando se durmió, Juan comenzó a soñar con la víbora, quien al parecer le decía:

“Gracias por darme tu hogar y aceptar que entre en las almas ustedes. Al despertar encontraras en tu granero el pago por tu alma. Si decides aceptarlo, tendrás que darme a tu hijo varón.” Juan tenía dos hijos, uno de seis años y un bebé varón de seis meses. Al despertar, aún con algunos efectos del alcohol se dirigió al granero donde encontró entre el maíz desgranado unas bolsas repletas de monedas de oro. Enseguida el llanto de su mujer lo sacó de su concentración, su hijo menor había desaparecido, mientras que la niña señalaba al pozo sin agua. Retirando las tablas, Juan encontró a su pequeño despedazado, pero no había rastros de la víbora.

Con el paso del tiempo, como consuelo, empezó a adquirir terrenos y construyó una hacienda. Meses después, en sus sueños la serpiente le hizo un segundo trato: “Ampliar su fortuna a cambio de más hijos.”

Sin pensarlo, Juan se hizo de muchas amantes, todas oriundas de pueblos lejanos. Cuando daban a luz estas mujeres, el hombre se aparecía exigiendo a los menores para su crianza. Creciendo considerablemente su fortuna en unos años. Llegó el día de su muerte.

En el velorio la gente que se encontraba presente rezando, cuando entró por la puerta principal un charro vestido de negro que exclamó.

“¡Juan!, ¡estoy aquí por el último pago!”

Al decir esto, desapareció, dejando un olor a azufre. La gente integrada abrió el ataúd de Juan y no encontró más que el esqueleto. Desde entonces, se cree que el Charro Negro anda buscando quién cambie su alma y la de los suyos a cambio de unas monedas de oro.

Según la leyenda, el charro se sigue apareciendo en las noches, por las calles de las ciudades o en los caminos rurales. Siendo misterioso, en ocasiones acompaña a los caminantes, pero si la persona accede a subirse al caballo o recibe monedas de este, su suerte está dada.

Son muchas las versiones sobre esta tradicional leyenda, muchas historias y en todas ellas, El charro negro, representa un castigo, es por esto que tienta a sus víctimas para lograr que caigan y así dar un castigo, se sabe esto, ya que el Charro Negro, solo se aparecía ante los hombres que transgredían el orden moral, es decir borrachos, hijos desobedientes, maridos adúlteros, personas avariciosas. No se puede negar que en todas sus versiones nos replante una pregunta ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por dinero?

 


 

 


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