5 Casos de sucesos Paranormales que ocurrieron en realidad
Te congelaran la sangre
Lo desconocido causa
temor y a su vez curiosidad.
Hay casos paranormales
de todo tipo, y por lo general siempre algún conocido o un amigo de algún
conocido que vivió una experiencia paranormal y quiere darla a conocer. Si
pasaste por alguna experiencia para paranormal podés escribirme en mi página de
Facebook para que la publiquemos en este blog. En esta entrada les compartiré, sucesos paranormales, una recopilación de
casos extraños y sucesos paranormales, experiencias espeluznantes
que dejaron a más de uno con los pelos de punta. Los siguientes casos da
un poco de escalofríos así que prepárate para leer estas historias reales de
fantasmas que te harán sentir mucho miedo.
Caso 1: “El Espejo de la Habitación”
Una Noche de verano, me
encontraba tendido en la cama, semidormido, no dejaba de mirar el espejo, se
reflejaba la puerta entreabierta de la habitación. Mis ojos cansados me
vencieron y mis parpados se cerraron. A punto de entrar a un cálido sueño,
escuché sonidos de pasos en la habitación. Abrí los ojos y noté a mi esposa de
pie junto a la puerta, la vi al mirar al espejo. Le reclamé que regresara a la
cama y me di media vuelta para seguir durmiendo, fue cuando un escalofrío
recorrió todo mi cuerpo, ella estaba profundamente dormida a mi lado. Con un
miedo que me recorría todo el cuerpo, volví a girar, esta vez posé mis ojos
directamente en la puerta, no había nadie, entonces lentamente regresé la vista
al espejo, seguía viendo esa figura femenina en el reflejo del espejo. Sacudí a
mi esposa y le dije entre susurros que había algo en el espejo observándonos,
ella respondió con la voz trémula cubriéndose con temor la cabeza –Sí, también
puedo verla... Los dos vimos aquella extraña
figura femenina en el espejo, nos abrazamos bajo las sabanas, hasta que se
escucharon otra vez pasos sobre el mosaico, como si alguien caminara con los
pies desnudos y al observar envueltos en el terror, la mujer ya no estaba.
Caso 2: “La habitación Azul”
Cuando tenía 8 años, nos mudamos
a una casa que mis padres consiguieron en un remate, casi a mitad de su precio.
Era una casona algo vieja de dos plantas. Recuerdo que al llegar subí corriendo
las escaleras, y abriendo y cerrando puertas me encontré con una pequeña habitación azul, los pisos, paredes y techo eran de color azul. Encontré también
una caja de madera pintada de azul, repleta de muñecas con vestidos azules.
Aquel cuarto azul se convirtió en mi propia sala de juegos, pasaba las tardes
jugando con aquellas muñecas y con mis juguetes.
Una tarde al llegar del colegio, corrí directamente a jugar, abrí la
puerta del cuarto azul y mi sorpresa fue grande al ver a una niña de cabello
largo y dorado que llevaba puesto un hermoso vestido azul, de pie junto al baúl
de juguetes, ¿Quién eres? le pregunté Ella me daba la espalda, se aspecto era
parecido a las muñecas que encontré en la casa ¿Cómo entraste a la habitación?
Le seguí preguntando. La niña al girar su cabeza me hizo erizar los vellos, su
rostro era cadavérico. Grité quedándome petrificada por el miedo. Ella giró y
comenzó a caminar. Cerré los ojos para no verla, ella se acercaba a mí con
pasos lentos. Fue entonces que escuché varias veces la
voz de mi madre, que estaba en la planta de abajo, gritaba mi
nombre como si necesitara algo. Abrí los ojos y corrí escaleras abajo. Le pregunté temblorosa a mi madre para qué me llamaba, ella me respondió que no me había llamado. Al verme pálida por el
pánico, me preguntó si me encontraba bien. Le conté que había visto a una niña
vestida de azul y de cabello dorado junto al baúl de juguetes en la habitación
azul. Mi madre me dijo que quizás se trababa de una alucinación, me preguntó
quién me había contado sobre la niña y su madre que antes habían vivido allí.
Le respondí que no sabía nada de eso, me contó que la dueña anterior había sido
una mujer que invirtió todo su dinero en la fabricación de muñecas tomando como
modelo a su hija de 10 años, al fracasar en las ventas, asesinó a la niña con
veneno en la comida y ella se suicidó en la habitación azul también ingiriendo
veneno.
Durante unos años, mis padres, mi hermano y yo, vimos a la niña
deambular por la casa, y en ocasiones escuchamos una voz decir mi nombre, pues
la niña se llamaba igual que yo, nunca más volví a jugar en aquella habitación.
A los cinco años de este incidente, nos volvimos a mudar.
Caso 3: ¿Viaje Astral?
Aquella noche me caí rendido por el cansancio, llevaba noches de mal
dormir debido a mi trabajo. Mi novia dormía, en su rostro tenía dibujado una cálida
sonrisa. Cerré los ojos, me quedé así, derecho con la nuca apoyada en la
almohada. Cuando abrí los ojos no comprendí lo que estaba sucediendo, veía la
habitación como si estuviera acostado en el techo, como si una fuerza
sobrenatural me mantuviera la espalda pegada al techo, veía a mi novia dormir plácidamente,
las paredes de la habitación parecían pintadas de negro, revisé todo el lugar
con mis ojos desesperados, parecían querer salirse de las órbitas, un detalle
me aterró, la puerta no existía, la ventana tampoco, era como estar en una
enorme caja, no existía recoveco por donde salir. El frío era abrumador. ¿Cómo bajaría del techo si
algo me aprisionaba? noté envuelto en terror que ahí estaba yo durmiendo junto
a mi novia, sentí que mi corazón iba a explotar, intentaba gritar, pero no
podía, ¿Cómo había salido de mi cuerpo? Entonces apreté los ojos y cuando los
abrí, la habitación está en sombras, otra vez estaba en la cama, había regresado
a mi cuerpo, pero aún no podía moverme con normalidad, mi novia seguía ahí durmiendo
plácidamente, llevé mis ojos temerosos al techo, una oscura figura serpenteaba,
la figura me miró, terror, pánico y tristeza inundó mi corazón, me hizo padecer varios
sentimientos encontrados, mis ojos se llenaron de lágrimas, su mirada era fría.
Comenzó a desvanecerse expandiéndose desde el techo hasta esfumarse por la
ventana, recobré el aliento y mis movimientos musculares, me senté en la cama y
encendí la luz del velador, estaba despierto, nunca entendí que fue lo que me
ocurrió aquella noche, quizás fue un viaje astral o quizás un demonio me
visitó.
Caso 4: “Broma Nocturna”
Cuando tenía 16 años, me quedé una noche a dormir en la casa de una
amiga. Cerca de las 3am me levanté al baño, tomé agua de la canilla y regresé a
la cama, mi amiga dormía. Todo estaba en penumbras, su habitación era grande.
Tenía dos camas gemelas una junto a la otra. La luz de la calle ingresaba por la
ventana provocando luces y sombras sobre los muebles. En un momento en que
cerré los ojos, sentí que la sabana se movía a la altura de los pies, y luego
como si alguien me hubiera jalado de la sabana con fuerzas para destaparme, me
senté en la cama pensando que mi amiga me jugaba una broma, pero ella dormía de
costado, dándome la espalda. Me tumbé otra vez y me tapé hasta la cabeza. A los
pocos minutos otra vez jalaron de la sabana a la altura de mis pies y me
destaparon, molesta volví a sentarme, pero nada, me levanté y revisé debajo de la
cama, no había nada. Otra vez me acosté y otra vez a los pocos segundos me
tiraron de la sabana, me quedé observando cubriendo la mitad de mi rostro, y
entrecerrando los ojos, para ver quien me jugaba una broma, y ahí lo vi,
observé unas blancas y lánguidas manos a los pies de la cama, que subían lentamente
y agarraban con fuerzas la tela, pude ver una parte de su cabeza asomada, y
entonces jaló con fuerzas, lancé un grito con toda la boca abierta, incapaz de pensar con claridad sólo grité. Y desapareció, mi amiga saltó de la cama y encendió la luz. Le
expliqué lo sucedido con desesperación, ella entonces me contó a su hermana le
gustaba jugarle bromas pesadas mientras ella dormía, que siempre le jalaba de
las sabanas, que no sintiera miedo que cada tanto a ella también le pasaba lo
mismo, me dijo que dejaría la luz encendida para que ella no molestara esa
noche, a lo que me asusté todavía más, pues su hermana había muerto hacía ya
cinco años en un accidente de tránsito. No dormí aquella noche y nunca más me
quedé de nuevo en su casa.
Caso 5: “El castigo del
abuelo”
Mi abuelo no había sido
una buena persona, se pasaba el día refunfuñando, y pidiéndonos que hagamos
silencio, recuerdo que no obligaba a dormir temprano, después de la cena. Él
nos cuidaba casi todo el día, si hacíamos alguna travesura se encarga de
castigarnos, encerrándonos en la habitación durante horas y no nos deja cenar,
cuando pedíamos que nos abra la puerta, él murmuraba del otro lado entre risas:
“Duerme de una vez pequeño travieso”. permanecíamos ahí encerrados hasta que
llegaba mi madre del trabajo. Cuando él murió ya todos éramos adultos, me quedé
a vivir en su casa con mi esposa.
Una noche me levanté
cerca de la 2 am fui a la cocina a beber agua y cuando regresaba, me pareció
ver una sombra pasar por el rabillo del ojo, me asuste y el vaso lleno de agua se
me cayó al piso, el cristal explotó en el suelo, fue cuando sentí que alguien
me empujó con fuerzas y caí dentro de la habitación, la puerta se cerró con
gran violencia, mi esposa se despertó y me preguntó qué sucedía, entonces ambos
escuchamos una voz casi como un susurro que dijo: “Duerme de una vez pequeño
travieso” La puerta parecía haber sido cerrada con llave, la sensación de ahogo
y un miedo irracional subían por mi columna vertebral, como cuando era niño y
el abuelo me castigaba. Estuvimos encerrados ahí hasta la tarde del día
siguiente, cuando la visita de mi madre nos liberó del castigo del fantasma del
abuelo.
Cuando tenía 16
años estudiaba canto en un centro cultura, de provincia de Buenos Aires. Se
acercaba una presentación muy importante, en la cual el coro de la profesora
Ledesma era el más esperado y era común que nos quedáramos después de hora con mis
compañeros para seguir ensayando. La jornada de clase ya había terminado, la
profesora se fue a su casa, pero nosotros decidimos quedarnos un rato y
disponer del tiempo suficiente para repasar una vez. Recuerdo que la puerta que
unía la sala más grande de ensayo con el escenario había quedado abierta y que
vimos pasar por ahí a un señor mayor, de contextura grande y vestido de camisa
blanca y pantalón azul, el mismo nos observó por un rato, al parecer nadie lo conocía,
pero continuamos ensayando no le dimos mayor importancia, quizás esperaba a
alguien que como nosotros se quedó después de hora, él se quedó ahí y nos
escuchó desde lejos, parecía gustarle oírnos. Nos miramos entre nosotros
extrañados porque teníamos entendido que a esa hora ya no iba a haber nadie.
Cuando terminamos la última canción la luz de la sala comenzó a titilar, luego
la lámpara estalló sin ningún sentido, todos miramos hacia donde estaba aquel
extraño hombre que nadie conocía, y para nuestra sorpresa ya no estaba. Luego
de un par de minutos nos dimos cuenta que habíamos quedado sugestionados por la
presencia de aquel hombre y como ya era medio tarde decidimos emprender la
vuelta a casa. Al día siguiente, y luego de hablar con otros compañeros que
también lo habían visto en otras oportunidades, decidimos contarle lo que pasó
a la profesora. Lejos de sorprenderse, nos pidió que se lo describiéramos.
Cuando terminamos de explicarle, sonrió y nos contó —con toda la naturalidad—
que el señor que habíamos visto deambulando era Cesar, el sereno a quien le
gustaba escuchar el coro, quien había fallecido 10 años atrás y que de vez en
cuando, se lo podía ver, había fallecido de un infarto en aquella sala. A pesar
de que nos dijo, que no nos preocupáramos, nunca más volvimos a
quedarnos hasta tarde.
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