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miércoles, 4 de enero de 2017

Mitología "Las Moiras"







Ver el destino como un ser abstracto que dicta nuestros actos es una idea que forma parte de la humanidad desde tiempos antiguos, aunque originalmente se tenía la idea del destino, este no tenía una apariencia definida, solo una idea abstracta e incluso concebida como una sola diosa del destino como es el caso de la Ilíada de Homero cuando mencionan a “La Moira” que hilaba la hebra de la vida.



Las Moiras son la personificación del Destino. Inicialmente, todo ser humano tenía su Moira, pero luego el concepto se vuelve más abstracto y se convierten en una divinidad femenina. Su carácter es totalmente impersonal e inflexible como la concepción que tenían los griegos del Destino. Después de la epopeya homérica (La Ilíada y La Odisea), se institucionaliza la idea de tres Moiras: Átropo, Cloto y Láquesis. Su función es regular la vida de cada mortal, desde su nacimiento hasta su muerte, con ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba, y la tercera cortaba cuando llegaba el final de esa existencia.
Ellas son las que impiden que un dios intervenga en batalla, para evitar la muerte de un mortal, cuando éste es ya su destino.

Cloto era la (Hilandera), hilaba la hebra de la vida con una rueca y un huso, era la más joven. También tomaba decisiones importantes, como cuándo nacía una persona, controlando por tanto las vidas de las personas. Este poder le permitía no sólo elegir quién nacía sino también decidir cuándo los dioses y los mortales debían salvarse o morir. Por ejemplo, cuando Pélope fue asesinado y cocido por su padre, fue Cloto quien le resucitó.
Como una de los tres hados, su contribución a la mitología fue inmensa. Cloto, junto con sus hermanas y Hermes, recibió el crédito de crear el alfabeto para su gente. Aunque Cloto y sus hermanas eran diosas reales, su representación del destino está más enfocada sobre la mitología griega. Las hebras representan la vida humana y sus decisiones representan el destino de todas las personas en la sociedad.
Láquesis (La que echa suertes), Media con su vara la longitud del hilo de la vida, tejía el destino. Determinaba el futuro de las personas,  es ella quien decide la longitud del hilo de cada una de las vidas humanas y, por tanto, la duración de la vida correspondiente a cada persona. Láquesis es representada como una matrona desenrollando una tira de papel en la que está escrito el destino de los humanos. Otras representaciones la muestran como una mujer vieja, coja y fea. En la mitología romana corresponde a Décima.

Átropos (Literalmente la que no gira, inevitable),. Era quien cortaba el hilo de la vida eligiendo la forma en que cada hombre moría con sus “tijeras”. Inclusive el destino de los dioses.  A veces llamada Aisa, era la mayor de las tres Moiras.
Átropos elegía el mecanismo de la muerte y terminaba con la vida de cada mortal cortando su hebra con sus «aborrecibles tijeras». Trabajaba junto con Cloto, quien hilaba la hebra, y Láquesis, quien medía su longitud.
No está claro si Zeus era superior a las Moiras o si estaba sujeto a ellas igual que los mortales. Su equivalente en la mitología romana era Morta (‘Muerte’).

Las Moiras son hijas de Zeus (dios de los dioses) y de Temis (diosa de la Ley) y hermanas de las Horas. Según otra tradición, eran hijas de la Noche, como las Ceres, por lo que pertenecían a la primera generación divina. En este caso, serían titánides (de la generación de lo Titanes).
La vida era determinada por hilos: Blancos o dorados para los momentos en la vida de felicidad, y de lana negra los momentos de dolor.



Los romanos la llamaron Morta (muerte) y es a ella cuando mencionaba a “La Parca” en singular.

Según la tradición griega, las Moiras se aparecían después de tres noches del nacimiento para determinar el curso del resto de su vida. Todas eran reverenciadas y temidas especialmente por el papel de Átropos. Con el paso del tiempo se difundió este mito entre las diferentes culturas y pueblos europeos y nórdicos, es así que en la mitología nórdica se las conoce como “las Nornas” y en la mitología Báltica se encuentra a Laima con sus dos hermanas.
Incluso los dioses temían a las Moiras, tanto así que  el mismo Zeus estaba sujeto a sus designios según la sacerdotisa Pitia de Delfos, sin embargo el origen de las Moiras se sortea entre muchos, algunos defienden que Zeus es el dador del destino aunque no define el fin del mismo, y es bien conocido que en general los griegos afirmaban que las moiras eran hijas de seres primordiales como Nix (la noche) y Caos o Ananké (la Necesidad).

Estas hermanas se representaban como tres mujeres de aspecto severo y lejano, vistiendo túnicas; Cloto portando una rueca, Láquesis con una vara, una pluma o un globo del mundo y Átropos con unas tijeras o una balanza. También se les ha representado como tres viejas hilanderas.



En Roma, equivalen a las Parcas, con la variación de que una preside el nacimiento, otra el matrimonio y la otra la muerte. También conocidas como las Tres Hadas.
En la mitología romana, se las conocían como las Parcas, eran las personificaciones del Fatum o destino. Sus equivalentes griegas eran las Moiras y las Nornas en la Mitología nórdica de los pueblos germanos septentrionales. Controlaban el metafórico hilo de la vida de cada mortal e inmortal desde el nacimiento hasta la muerte. Incluso los dioses temían a las Parcas: el propio Júpiter estaba sujeto a su poder. Las parcas son las diosas del destino. Son tres hermanas hilanderas que personifican el nacimiento, la vida y la muerte. Escribían el destino de los hombres en las paredes de un enorme muro de bronce y nadie podía borrar lo que ellas escribían. Se llamaban Nona, Décima y Morta. En griego se llamaban: Cloto, Láquesis y Átropos. En la mitología nórdica eran conocidas como Urðr (o Urd, "lo que ha ocurrido", el destino), Verðandi (oVerdandi, "lo que ocurre ahora") y Skuld ("lo que debería suceder, o es necesario que ocurra"). Las tres se dedicaban a hilar; luego cortaban el hilo que medía la longitud de la vida con una tijera y ese corte fijaba el momento de la muerte. Ellas hilaban lana blanca y entremezclaban hilos de oro e hilos de lana negra. Los hilos de oro significaban los momentos dichosos en la vida de las personas y la lana negra, los periodos tristes.
Las nornas viven bajo las raíces del fresno Yggdrasil, el árbol del mundo en el centro del cosmos, donde tejen los tapices de los destinos y riegan el fresno con las aguas y la arcilla provenientes del pozo de Urd para que éste no pierda su verdor ni se pudra. La vida de cada persona es un hilo en su telar, y la longitud de cada cuerda es la duración de la vida de dicha persona. De esta manera, todo está preordenado en la religión nórdica: incluso los dioses tienen sus propios tapices, aunque las nornas no se los dejan ver. Este claro sometimiento de los dioses a un poder fuera de su control y la implicación de que ellos, también, tendrán un final algún día, son temas trascendentes en la literatura que rodea la mitología nórdica.
Las tres nornas que controlan el destino existen en un viejo y profundo nivel mítico, aunque probablemente no tan viejo como el arte de hilar y tejer en sí. La contraparte de las nornas entre los griegos eran las moiras, conocidas por los romanos como parcas.

Finalmente lo que queda claro para todos es que a pesar que los inmortales dispensaban entre los humanos penas, dichas, recompensas y castigos cosas que el ser humano conseguían en toda su vida, solo las Moiras decidían el límite temporal de esta y su evento final con la cual caracterizaron para siempre a estas hermanas del destino.





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