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viernes, 15 de noviembre de 2019

3 Historias de Terror de Navidad por L.C.D



La navidad tradicionalmente es un momento  para pasarlo en familia y con amigos, pero nada es perfecto, y las fiestas no se salvan también existen historia de terror, circula todavía una vieja leyenda urbana que nos demuestra que a veces los psicópatas no pueden respetar ni siquiera esta época. 

Misterio en Navidad
 (Una leyendas urbana escrita por L.C.D)

Misterio en Navidad
 (Una leyendas urbana)
Una familia tenía la costumbre de celebrar cada año en paz y amor, se reunían para cenar todos juntos; cada persona debía llevar un platillo diferente para compartir con los demás. Algunos llevaban pastas y ensaladas, otros ponche para beber, a alguien más le tocaba el postre y la abuela siempre preparaba el típico pavo navideño, saciando los paladares con un delicioso relleno que a todos les encantaba.
Antes de eso, aprovechaban para entonar algunos villancicos todos juntos sonriendo, pedir por el bien de todos los familiares y darse los mejores deseos.
Tras haber cenado en abundancia llegaba la hora de los regalos, en la cual todos los miembros de la familia se sentaban en torno al árbol para intercambiar los obsequios que habían traído. Antes se organizaban con tiempo, los más pequeños recibían primero los obsequios, los regalos estaban contados y debidamente envueltos, llevaban moños enormes y todos los papeles eran verdes y rojos.
Pero aquel año, sucedió algo que desconcertó mucho a todos. Había debajo del árbol un regalo, cuyo envoltorio era más precario de los otros, era sólo una caja de cartón con un cordel atado en forma de moño.
Cada una de las personas notó  aquella caja no estaba mientras se encontraban cenando, y que no habían sido ellos quienes lo habían traído. También cada uno asumió que bien podía ser un obsequio añadido a última hora por cualquiera integrante de la familia.
Se dispusieron entonces a entregarse sus regalos, todos ellos repletos de alegría y abrazándose con mucho cariño entre sí. Así fueron acabándose todos los obsequios, hasta que sólo quedo aquella caja misteriosa.
—¿Y de quién es ese regalo? ¿A alguien se le ha olvidado entregarlo?- Dijo el tío John
—Pues mío no es, creí que sería de alguien más- Respondió la abuela.
—No, yo no lo traje y no lo había visto cuando llegué –Dijo el abuelo al notar que lo miraban.
—Qué extraño – Susurró su hija mirando a todos desconcertada.
Quedó claro que el objeto no pertenecía a ninguno de los presentes y con mucha extrañeza, el padre de familia se dispuso a abrirlo. Lo que había dentro les heló la sangre a todos: únicamente habían dejado una nota que decía: «Todos morirán pero antes escucharan tres golpes en la puerta principal».
— ¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —Preguntó el abuelo y dueño de la casa— ¿Quién puso esto debajo del árbol?
Todos negaron, pálidos y confundidos. En ese momento, alguien llamó a la puerta principal, se escucharon tres golpes dejándolos paralizados y estremecidos de terror, el abuelo fue molesto porque estaba seguro que se trataba de una bromas y abrió la puerta, pero no había nadie, tras cerrarla, la luz se apagó en la sala repentinamente, sólo las luces intermitentes los alumbraban los rostros aterrados, se escuchaban extraños ruidos en toda la casa, pasos y voces susurrantes…
La mañana de Navidad del día siguiente, la policía se encontró con un espectáculo horrible en la casa de la familia. Todos los presentes habían muerto, salvo uno, un niño de ocho años que le dijo a la policía que se había escondido al escuchar gritos y extraños ruidos en la oscuridad y que cuando salió de su escondite en la mañana sus familia parecía dormida junto al árbol, no tenían marcas en sus cuerpos, no había pista alguna de los autores del crimen, no había indicios de cuantos pudieron ser los asesinos, las victimas parecían haber sido asfixiadas, ¿por qué no pudieron defenderse? lo más extraño de todo es que todos los cuerpos estaban rodeando el árbol de navidad, Nunca se encontró al asesino, algunos creen que los ocho integrantes de la familia, fueron víctimas de alguna extraña entidad demoniaca, aunque el misterio jamás se resolvió, se cuenta que aún en las vísperas de navidad se puede escuchar a la familia cantar villancicos.
Si vas a abrir tus regalos de Navidad, quizá sea mejor que les eches un vistazo con mucha anticipación. Nunca se sabe lo que un extraño puede dejar bajo el árbol.

Una visita en Navidad
Se acercaba la Navidad y John temblaba de emoción por todos los regalos que recibiría, no  por haberse  portado bien todo el año,  él era un chico malcriado, caprichoso y grosero con todos. Lo único que le importaba era recibir todos los juguetes que quería y comer todas las galletas posibles.
A él no le valían nada las amenazas de su madre de que Santa Claus no le daría nada si se portaba mal, confiaba en Santa, él siempre llegaba a su casa con regalos de todas maneras. John nunca se limitaba a la hora de pedir regalos en su carta.
Pero aquella Navidad en especial, nuestro protagonista estaba a punto de llevarse una amarga sorpresa.
Como todos los años, John había enviado su carta para Santa Claus al Polo Norte, donde pedía una cantidad absurda de obsequios y sin nada de amabilidad en su redacción.
—¿Sabes, hijo? Deberías pensar un poco más en las cosas que son importantes, como estar con la familia, como pasar un tiempo con tus abuelos o jugar con amabilidad con tu hermana —le dijo su madre—, ¿qué pasa si este años Santa te trae solo dos o tres cosas de las que le pediste o te deja un trozo de carbón por portarte mal?
—¡Él me tiene que traer todo, porque yo me lo merezco! —gritó John molesto a su madre.
Su padre suspiró y todos se marcharon a dormir. Era Nochebuena y ya verían al día siguiente lo que les deparaba la Navidad y cuantos regalos habría para él bajo el árbol.
Poco después de la medianoche, John se despertó alertado por unos ruidos extraños. Se escuchaba como si alguien estuviera caminando por el tejado, rasgando las tejas.
« ¡Es Santa Claus!», pensó el niño, levantándose de su cama con apuro, - más le vale que me haya traído todo lo que pedí, mejor voy con él para asegurarme – Se dijo a sí mismo.
Se asomó por su ventana y miró hacia arriba, para gritarle al hombre de rojo que acaba de ver con claridad.
— ¡Hey, tú! ¡Santa! grito
Cuando el hombre de rojo giró el niño se quedó pasmado, no era Santa Claus, aunque su vestimenta se parecía no tenía nada de bueno en su apariencia,  era una criatura monstruosa de largo cabello color negro, cuernos sobre la cabeza, aquel rostro diabólico estaba cubierto de pelo y tenía una mirada de ojos rojos que le heló la sangre a John.
—Huelo un niño malcriado en medio de la nieve… Esta noche, el Krampus viene por ti, niños traviesos me llevó a las profundidades del infierno—tarareaba con una tosca voz acercándose sigilosamente hacia John. — Esta noche, el Krampus viene por ti… —Continuaba tarareando sin dejar de observarlo.
El niño dejó escapar un grito aterrador e intentó cerrar la ventana, pero el espantoso ser se coló en su habitación como una sombra, arrinconándolo con sus enormes garras lo señaló —Huelo un niño asustado en la oscuridad —volvió a tararear susurrando —. Esta noche, el Krampus te arrastrará al infierno.
La hermana menor de John escuchó su gritó y fue hasta la habitación, al ver aquella horrible criatura se quedó tiesa, el Krampus la miró a los ojos y le sonrió. —Niña buena de corazón no me interesa—Susurró.
Lo último que John vio antes de perder la consciencia, fue un par de ojos ardientes como brasas, luego sintió que la bestia lo metía dentro de su saco. A John sus padres lo dieron por desaparecido jamás creyeron en la historia que les había narrado su hija sobre la visita de Krampus.

 

“Navidad”



Valentina era una adolescente de 14 años, estaba ansiosa por abrir los regalos que yacían abajo del árbol de navidad, eran cerca de las 3 am, en su casa sus padres y su hermana Tiffany de 3 años dormían plácidamente después de celebrar la noche buena, Valentina no podía soportar hasta la mañana siguiente para abrir sus obsequios, entonces espero pacientemente a que todos se durmieran en la casa, bajo con sus pies desnudos lentamente la escalera, la casa estaba en penumbras, solo era iluminada por las luces intermitentes que decoraban el pino de plástico, todo estaba en completo silencio, hacían dos semanas que se habían mudado de casa, cuando llego a la chimenea notó que faltaban las galletas que habían dejado para santa Claus y que el vaso con leche estaba vacío, esto la sorprendió bastante puesto que ya no creía en la existencia su existencia, pensó que seguramente su padre se las había comido para que ellas no sospecharan nada. La niña de hermosos rizos rubios y grandes ojos verdes miró a su alrededor al escuchar un estornudo, pero la escasa luz no la dejo ver, no le dio demasiada importancia a esto, solo quería acercarse tomar su regalo abrirlo y pasar la noche jugando con su nueva play station, la caja que llevaba su nombre era muy grande, eso la emocionaba más aún, a medida que se iba acercando las luces intermitentes la hacían sumergirse en el deseo incontrolable de tomar su regalo repente se oyó otra vez el estornudo pero más lejos, miró para lo alto de la escalera ya que pensó que quizás alguien se había despertado, pero nada, entonces al fin abrió su caja, sonrío dulcemente, su play estaba ahí impecable, con una colección completa de su juego preferido, mientras registraba toda la caja, oyó pasos fuertes como si alguien subiera o bajara las escaleras, entonces asustada, cerró la caja nuevamente e intento dejarla exactamente igual que su madre, subió las escaleras, observó a su hermana dormir y se acostó en su cama.
Por la mañana su madre las llamo desde abajo, Valentina dio un salto en la cama y corrió abajo, nadie había notado que ella había revisado todos los regalos, entonces su madre mientras preparaba el desayuno le dijo que podía ir a ver si santa había leído su carta y le había dejado el regalo prometido, luego le dijo que después de abrir su obsequio despertara a su hermana, Valentina corrió hasta el árbol de navidad, afuera el sol resplandecía, antes de abrir la gran caja notó unas huellas de barro cerca de su obsequio, una brisa acarició su rostro, detrás del árbol la ventana a la calle estaba abierta, cuando abrió su regalo se oyó el grito desgarrador de su madre,
-¿Dónde está Tiffany?

La niña miró el interior de la caja, donde yacía su hermana muerta en posición fetal, tenía un lazo en el cuello y una nota que decía “No debiste abrir los regalos”

  






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